Torpeza política. ADN

El juez Claudio Bonadio provocó un hecho político de alto impacto. Subido a la ola mediática que agita y empuja con fuerza las consignas «corrupción cero» y «basta de impunidad, forzó la convocatoria a los tribunales federales de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner por su participación en la denuncia de la venta del dólar futuro, causa que los juristas califican de «endeble», porque no se puede atribuir a la ex mandataria una decisión del Banco Central.

La discusión legal transita por otros caminos mientras la política hace su juego. No fueron pocos los interlocutores en Comodoro Py -incluso en la Casa Rosada- que le hiciera llegar al juez la idea de desestimar la comparencia de Cristina. Y es que no bien se conoció la citación, surgió un movimiento para «respaldar a la jefa». «Si la citan a ella, nos citan a todos», circuló en la redes sociales.

Pero la soberbia de Bonadio (que fue recusado en otras causas contra los Kirchner por «animosidad manifiesta»), las permanentes arengas de Elisa Carrió contra el gobierno anterior y la prédica de la mayoría de los medios de comunicación sobre la corrupción, fomentaron un suceso de extremada torpeza política.

La llegada de CFK al aeroparque de Buenos Aires fue acompañada por más de 10 mil militantes. Su departamento en el barrio de la recoleta estuvo rodeado por unos mil. Y hoy, en la puerta de Comodoro Py se estima que hubieron unas 200.000 personas.

Bonadio le permitió a Cristina a una reaparición pública llena de estridencias. Y le provocó un dolor de cabeza al macrismo y al propio peronismo. Todos los televisores de la Casa Rosada tenían las imágenes de los tribunales federales cercados por militantes del campo nacional y popular. Incluso, el gobierno optó por dejar en manos de La Cámpora la seguridad del acto. Tanto, que esa agrupación definió quién ingresaba al predio y quien no. Producto de ello hubo un incidente con una periodista de Radio Mitre, a la que sacaron del sector al que llegaría minutos después la ex mandataria.

El oficialismo vio en vivo y en directo cómo CFK criticó a la Justicia por ser cómplice de los atropellos contra los sectores más vulnerables del país, y cajonear o absolver a los poderosos de la Argentina.

Bonadio le regaló el centro de la escena política a Cristina. Hasta ese momento la ex Presidenta estuvo cuatro meses recluida en su casa de Calafate. Mientras tanto, el PJ intentaba desmarcarse de su liderzgo y algunos hasta la negaron y armaron un proyecto política de «convivencia» con el macrismo.

Todos quedaron en off side. La reacción del gobernador de San Juan y candidato a presidir el partido justicialista, José Luis Gioja, estuvo rápido de reflejos y salió a «bancar» a CFK. Guillermo Moreno bajó su candidatura y apuntaló una lista de unidad. Cristina, en 24 horas, ordenó al PJ. Y demostró que por ahora, la única que aglutina al campo nacional y popular y que conserva una poderosa capacidad de movilización es ella.

No hay muchos dirigentes y mucho menos ex presidentes, que se hayan ido del gobierno con un acto masivo en Plaza de Mayo, ni que cuatro meses después de dejar el poder y con una catarata de denuncias en su contra y de su gobierno, convoque a cientos de miles de personas en su apoyo.

Cristina aprovechó para maltratar a la gestión del PRO. Estuvo una hora ininterrumpida en todos los canales de televisión poniendo en perspectiva los despidos en el Estado y en el sector privado, la devaluación y sus costos (sumado a la apertura de las importaciones) para la empresa nacional, el costo de vida por el incremento de precios en los alimentos y las subas en los servicios e impuestos, y denunció que el macrismo «viene por los derechos adquiridos».

Tuvo un párrafo para los gremios, a quienes alentó a salir a la calle a pelear por las fuentes laborales. Y exhortó a armar un frente ciudadano para defender las conquistas sociales, una suerte de transversalidad, aquella apuesta plural motorizada por Néstor Kirchner cuando llegó al poder. Cristina abandonó el sectarismo. Hizo una convocatoria amplia y pidió no descalificar a quienes tomaron otro camino político.

Ahora, habrá que ver cómo se articula. Pero sin dudas es una propuesta que modifica el escenario político argentino.

Y cabe una pregunta, después de hoy ¿avanzarán otros jueces en citar a la ex mandataria a declarar por otras causas? ¿Algún magistrado dictará su prisión preventiva?. «Podrán meterme presa, pero no callarme», dijo CFK, quien ratificó que no buscó tener protección judicial. «Tengo el fuero del pueblo», desafió.