A 40 años del comienzo de la dictadura: Recuerdo y Memoria

(Osvaldo Nemirovsci*) El repudio al golpe, desde ya. Con todo y sin dobleces. No hay comprensión de contextos ni relativismo alguno. Repudio al golpe, a sus organizadores, ejecutores, beneficiarios. Su categoría es clara, son asesinos seriales. Genocidas.

Y este repudio debe combinarse en este 40 aniversario con la necesidad de fijar en la memoria social, política y cultural de los argentinos que esta fecha es una marca del pasado que nunca, que jamás debe repetirse.

Pasaron 40 años del derrocamiento de un gobierno constitucional y aun pervive en nuestra memoria ese día de terror y angustias. Desde el primer crimen que cometió la junta militar que usurpó el gobierno, que no casualidad fue en la figura del ex delegado del Gral. Perón el inolvidable compañero Bernardo Alberte asesinado en las primeras horas del golpe, hasta el último día de su mandato en diciembre de 1983, esa dictadura fue una constante de avasallamiento de todos los derechos, de todas las libertades.

Los crímenes de lesa humanidad fueron moneda corriente, desaparecidos, encarcelados, exiliados y la tortura como naturalizada forma de dominación rodearon el marco conceptual de la dictadura que marcó la entrega económica del país y su desindustrialización, que en definitiva terminó con 30 años del, con sus mas y sus menos, llamado Estado de Bienestar. Porque a eso vinieron. A finalizar con un ciclo que permitía la paridad en la distribución del ingreso y la autonomía en las decisiones de política exterior. La excusa fue la violencia existente. Lo real fue la necesidad del dominio del Estado, sin interferencia alguna, por parte de civiles y militares fuertemente comprometidos con intereses ajenos a la Nación. Por eso es tan criminal Martinez de Hoz como Videla. Los grupos de poder favorecidos como los propios militares que mancharon con sangre sus manos, sus uniformes y sus instituciones.

Y no dejamos de reconocer que nuestro movimiento no estaba en su mejor etapa. Y el gobierno constitucional tampoco.

Su conducción y rumbo, fuertemente influenciados por presencias contradictorias con la esencia liberadora del peronismo desde la muerte del Gral. Perón, fueron actores también de prácticas represivas previas al golpe y de políticas públicas que no fueron ni populares ni nacionales. Pero no olvidemos que estaban convocadas elecciones generales para ese año de 1976 y menos olvidemos que el peronismo es el “hecho maldito del país burgués” y el objetivo de su destrucción también formó parte de las causas de los golpistas del 24 de marzo.

Los peronistas fuimos el blanco predilecto del castigo dictatorial. En todas las variantes sociales, culturales, políticas y gremiales que se eligieron como sujeto de represión, ahí estaba nuestra identidad como dato sobresaliente. Delegados de fábrica, dirigentes gremiales, estudiantes, profesionales, artistas, dirigentes políticos, obreros, campesinos, cooperativistas. En la ancha franja de reprimidos, desaparecidos, presos y exiliados los peronistas estuvimos a la cabeza del odio de los genocidas seriales de la dictadura.

Recordamos con emoción, dolor y orgullo a los 30 mil desaparecidos y a los miles que anónimamente lucharon contra los dictadores, los de uniforme y los de saco y corbata.

Y queremos sintetizar la representación de esa lucha en las madres y abuelas que mostraron un rumbo de coraje a la hora de buscar a sus familiares y enfrentar el terror y en los cientos de delegados gremiales y “lideres” del momento que en cada fábrica pelearon por sus derechos.

Nunca más una dictadura – Nunca más un proyecto entreguista en el país – Nunca más represión
(*Diputado nacional -MC- Congresal Nacional PJ)