El poder de seducción en juego

(Francisco Balazs) Hasta el 22 de noviembre, los candidatos Daniel Scioli y Mauricio Macri concentrarán sus esfuerzos en dirigirse y seducir al treinta por ciento del electorado que no los votó en la primera vuelta.

El gran objetivo se centrará en Unidos por una Nueva Argentina (UNA), con su ramificación en la provincia de Córdoba, que el domingo dio muestras claras de apoyo a Cambiemos a partir de su alianza con el radicalismo en uno de los distritos con los que cuenta con mayor peso electoral.

Previo a las elecciones, la puja entre Sergio Massa y Mauricio Macri se centró en quién sería el candidato con mayores posibilidades de vencer a Scioli en un balotaje con el intento de llegar a una polarización que no se produjo. En el caso de Massa, viniendo de muy atrás en la intención de voto respecto de Macri, su discurso se basó en argumentar que su fuerza política era la mejor opción para derrotar a Scioli en un balotaje. En ese camino, salió a disputarle duramente parte del electorado a Cambiemos y allí mostró un marcado discurso antikirchnerista.

En definitiva salió a competirle a Cambiemos quién de los dos era más anti-K. Recurrió a propuestas explicitas en esa dirección apuntando al corazón del electorado más refractario al Frente para la Victoria. Adelantó que echaría a todos los miembros de La Cámpora de los puestos que ocupan en el Estado, tildándolos de ñoquis. Sin eufemismos aclaró que eso se resolvía fácilmente con el envío de telegramas de despido el mismo 10 de diciembre. Luego sus propuestas superadoras de su caballito de batalla sobre la inseguridad las elevó al narcotráfico, proponiendo la intervención de las fuerzas armadas y el derribo de aviones.

El kirchnerismo, previendo un escenario de balotaje, también analizó el escenario descontando que gran parte del electorado de UNA es peronista y que el voto a Macri sería un límite para muchos de ellos. Este tipo de especulaciones son complejas y a la vista está el resultado obtenido el domingo por UNA, llegando al 21% de los votos, donde no se encuentran sus aliados de la provincia de Córdoba que le sumaron seis puntos en las PASO y que el domingo votaron en forma mayoritaria a Cambiemos. Es decir Massa, sin contar con los votos de Córdoba, llegó al 21%, lo que indica que logró captar una cantidad de votos importantes, aunque resulta temerario a estas horas adelantar de qué procedencias los obtuvo.

Para triunfar en el balotaje, tanto Scioli como Macri necesitan captar prácticamente la misma cantidad de votos, es decir un 15% más de los obtenidos el domingo. Quién se encuentra más cerca y con más posibilidades es claramente incierto a estas horas. Cuál será la estrategia del candidato del Frente para la Victoria para llegar a ese electorado y cuál será la prenda de negociación y a qué costo que ambos candidatos pondrán en juego se irá evaluando en las próximas semanas. De todas maneras, la elección revela que los acuerdos de cúpulas no son proporcionales a como luego se traducen en los votos de la gente de a pie.

Las preferencias de los ciudadanos al momento de elegir no siempre concuerdan con los acuerdos y los toma y daca que lleven adelante sus dirigentes. De allí a confiar que las eventuales negociaciones entre cúpulas resulten una ecuación que se traslade a los votantes es al menos riesgoso al momento de evaluar cómo cada uno de los dos candidatos desplegará sus estrategias en las próximas cuatro semanas.