“Ni una menos” el arte de hacer visible

Buenos Aires (Por Mario Wainfeld-Página12).- Una movilización de masividad inesperada, producto de una conciencia construida durante años. Las interpelaciones al Estado y a la opinión pública. Las deudas de los Ejecutivos, de las agencias de seguridad, del Congreso, del Poder Judicial. La tradición de lucha argentina, las calles como escenario político. Desafíos para futuros gobiernos.

Ni una menos es la consigna, tan acertada como la convocatoria. La respuesta se dejó ver en la Plaza de los dos Congresos, en decenas de ciudades y pueblos. Tuvo acogida filounánime en los medios de comunicación. Se comentó en las escuelas para chicos de todas las edades, universidades públicas promovieron la asistencia y el debate. La movida resultó un éxito llamativo, inesperado.

El mensaje de la movilización hace centro en los femicidios aunque recorre el machismo, la discriminación, la violencia, la desigualdad en particular y en general. Lo aparentemente individual es un grave fenómeno social, se dijo en soledad o en minoría durante años, hasta lograr persuadir y sumar. Lo privado es político, lo invisibilizado gana terreno cuando logra hacerse notorio.

La disputa por el vocabulario, por la narrativa, forma parte de las luchas populares: que la palabra “femicidio” se agregue al diccionario de personas del común es parte del avance. Las iniciadas y las especialistas rayan alto cuando impregnan el saber de la opinión de la opinión pública.

La vanguardia consciente son las mujeres, las organizaciones feministas, periodistas, dirigentes sociales, algunas figuras políticas. Cuando llega la masividad, no sólo en este caso, las precursoras que lidiaron en soledad o en minoría flagrante durante años pueden atribularse o hasta enojarse.

Las causas nobles consagradas congregan a recién llegadas o llegados, a oportunistas de toda laya, a personas cuyas trayectorias desautorizan la foto con el cartelito. La Mona Jiménez es un ejemplo burdo, extremo. Hay otros, menos chocantes y expuestos. Es uno de los costos o desafíos de los saltos cualitativos. El oportunismo, la hipocresía, ya está dicho de modo refinado, son “homenajes del vicio a la virtud”.

Lo esencial, empero, es visible a los ojos. La muchedumbre, su integración transversal y diversa. Las mujeres dominan el espacio, hay muchos hombres, pibas y pibes con ojos abiertos y aptos para criarse sin las mochilas de otras generaciones.

La fiesta democrática, como todo episodio de una construcción, da un paso formidable en el camino correcto, demarca un mojón en el rumbo colectivo.

Una doble interpelación atrae la atención social. Se exige al Estado en todos sus estamentos y también se dialoga con el “sentido común”. Son objetivos conjuntos, el primero con bases más tangibles y sistematizables… no podrían concretarse si no confluyeran con cambios en el imaginario colectivo, día a día.