“La batalla final” – ADN

Si bien Carl von Clausewitz, el estratega militar prusiano preferido por Juan Domingo Perón, definió a la guerra como la continuación de la política por otros medios, permítasenos el título de esta nota para hablar de la elección provincial del domingo próximo donde se elegirá al gobernador rionegrino por cuatro años.

No será una batalla, sólo una contienda democrática que medirá fuerzas a partir de la decisión de los rionegrinos.
Esta elección definirá aciertos y errores de campaña, en la elección de candidatos y en la respuesta del ciudadano ante una versión light de la política con escasa oferta de propuestas transformadoras para cambiarle la vida a nadie, salvo a los beneficiarios de la gratitud del Estado en los cargos públicos.

La semana comenzó con la publicación de un encuesta en el diario provincial que otorgó ventajas de casi cinco puntos al gobernador Alberto Weretilneck, sobre una medición de la empresa Management & Fit.

Hubo unanimidad. Todos la criticaron, el gobierno porque dice que es “poca la diferencia”, el Frente para la Victoria porque fue “una operación política”, el Frente Progresista porque “el Río Negro siempre se equivoca” y el radicalismo porque “es trucha”.

De todos modos tanto Weretilneck como Pichetto tenían conocimiento de la publicación antes de que saliera a la calle. Marca la polarización y otorga pocas chances a Magdalena Odarda y a Horacio Massaccesi.

Fue difícil mantener la reserva en el diario, que publicó la encuesta en medio de un proceso interno de reacomodamientos de socios y herederos y jugó a la lealtad con la línea nacional de Clarín, de pregonar las derrotas del Frente para la Victoria ante de cada elección provincial.

El rebote de la encuesta de Management fue negativo porque todos los sectores pusieron en duda la credibilidad de la tarea de relevamiento en la sociedad rionegrina.
El problema no está en que acierte en el resultado final porque hace a su eficiencia en la tarea, es problema es que se equivoque.

Alberto Weretilneck, si bien no le disgustó que digan que va ganando, confía sólo en su encuestadora que hace 18 años lo acompaña en su carrera política. La empresa ECO le dice que triunfa por mayor margen, fue la que marcó el tres de mayo como la fecha de las elecciones municipales, la que indicó que debía “tomar distancia” de ciertos dirigentes radicales y que le dijo al gobernador que “no traiga a Río Negro a Sergio Massa”, además de alejarse del candidato presidencial del Frente Renovador.

Confianza ciega. Valga una anécdota: en el 2011 cuando Facundo López discutía un lugar en la lista sábana en la Alianza con el radicalismo, por el FG, Weretilneck le dijo a su amigo que no aceptara ningún lugar en la lista de representación poblacional más allá del quinto lugar. Acertó, tenía los números de la encuesta sobre la dura derrota radical en manos de Carlos Soria.

El Frente para la Victoria también cree en sus números y siente que puede lograr retornar a la Casa de Gobierno. Obedece a los consejos de W. Tracking Group’s, que le pidió a Pichetto contener el voto peronista y pivotear entre Bariloche y el Alto Valle.

Tan es así que el candidato a gobernador desarrolló poca actividad en el Valle Inferior, en el Circuito Atlántico y otros lugares y concentró todo en Bariloche con el acompañamiento del gobierno nacional.

El apoyo al senador fue contundente. Además de Cristina Fernández que estuvo en Roca, junto con el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández y los ministros del Interior Florencio Randazzo y Carlos Casamiquela de Agricultura, hay que contabilizar en Bariloche –además del Randazzo- al canciller Héctor Timermann, al gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, al ministro de Educación, Alberto Sileoni, la frustrada visita del ministro de Planificación Federal Julio De Vido y el anuncio para el martes de la ministra de Desarrollo Social Alicia Kirchner, sin olvidar otros funcionarios que estuvieron, por ejemplo en Viedma, como Agustín Rossi, Diego Bossio, El Chino Navarro, entre otros. No caben dudas del acompañamiento nacional a Pichetto.

Los barilochenses agradecidos, así como sus instituciones, porque el gobernador también eligió a la ciudad cordillerana como asiento del gobierno y escenario de reiterados anuncios.

Para el Frente Progresista la encuesta publicada esta semana fue otra, entre tantas operaciones políticas, con ayuda de la prensa, para instalar la polarización. No creen en los números que le adjudican y piensan que superarán el 15 por ciento de los votos. De todos modos tampoco ayuda el contexto nacional porque a diario se observan las diferencias que se trasladan a los medios, entre radicales, el CCARI y el PRO y no se logró instalar un polo de alternativa real.

Creen en Odarda y su inserción en la comunidad, se entusiasman con los concejales que lograron en Viedma y con el triunfo en la ciudad de Cipolletti, Si a esto le pueden sumar algunos legisladores y además tienen una senadora, piensan en el armado de una buena base hacia futuro.

Para el radicalismo la encuesta fue fatal. No lograría un diputado, ni siquiera el primero de la sábana, según estos datos. También los radicales la desechan y sostienen que estarán cerca de los nueve puntos. La fórmula radical estuvo en todos lados y en ninguno a la vez, porque recorre la provincia con el síndrome de la traición de los radicales que anuncian que votan a Weretilneck.

Llama la atención que la UCR haya descuidado a Viedma. No hay campaña, no hay actividad en el Comité y los funcionarios municipales parecieran que quedaron agotados después del triunfo del tres de mayo. Ellos ganaron.

De esta manera le dejaron la cancha vacía al oficialismo que a fuerza de anuncios para los estatales, aportes y subsidios repuntó en la capital rionegrina, donde no se respira el clima electoral de otros tiempos.

Esta semana culmina la campaña. De política profunda, poco y nada, sólo marketing electoral. Podría decirse que unicamente dos temas buscaron poner condimentos al debate y que no son menores: volver a tener un banco provincial y recuperar el puerto de San Antonio Este para los rionegrinos. ¿Se avanzará en estas promesas o la política seguirá en deuda declinando frente a las fuertes presiones exógenas?

Reiteramos faltó la propuesta de definir el Estado y la provincia hacia el futuro, ganó el concepto neoliberal donde se habla de gestionar y no de gobernar. Se podrán inaugurar muchos hospitales, escuelas y puestos policiales -que por otra parte es una obligación acompañando el crecimiento demográfico provincial- pero si no se definen las políticas sanitarias, educativas y de seguridad con un concepto ideológico del rol del Estado, sólo serán edificios públicos que se deterioran y envejecen sin pena ni gloria.

Podremos ser productores de petróleo y gas, pero si la renta no se vuelca con visión de estadista, sólo habrá gastos en bienes de uso, que se rompen y no resisten la obsolescencia. Podremos ser una provincia con petrodólares con una juventud sin horizontes.

Gestionar no hace al futuro, es sólo administrar casi de manera descomprometida y hasta con temor a encarar los grandes desafíos que requiere esta provincia.

Enfrentar la posibilidad de recuperar el puerto impone esta clase de desafío, porque el Estado debe estar por encima de los grupos de poder económico. Entonces habremos enviado un mensaje claro al productor frutícola que hay otras ideas, más allá de gestionar subsidios y aportes.

La fruticultura ocupó un lugar en esta campaña y quedan como mudos testigos columnas de tractores sobre la ruta 22. Todo lo que se consiga y se logre, sin duda que será un beneficio, pero sólo para salir de la coyuntura, paliativos, porque los beneficios reales lo tendrán los grupos concentrados de la economía del Alto Valle, que tienen recursos, respaldo, manejan la comercialización y el puerto.

A los pequeños y medianos productores sólo le queda la lucha y la protesta. Es similar a la pelea de la pampa húmeda por la conocida “Resolución 125”. Pasó el tiempo y los únicos beneficiados fueron los exportadores y el precio del producto no se mejoró.

La fruticultura está en crisis. Lo dijeron todos, pero no prometieron otra cosa que no sea “gestión”.