Fuga de capitales y menor crecimiento en cinco años sacuden a los países emergentes

Buenos Aires (Télam).- El final del ciclo alcista del precio de las materias primas en el mercado mundial, combinado con la abrupta y profunda caída de los valores del petróleo, está repercutiendo de manera negativa en la mayoría de los países emergentes bajo la forma de una rápida salida de capitales y una caída de los ritmos de crecimiento, de acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), bancos y consultoras internacionales.

En su informe semestral World Economic Outlook preparado para la reunión de primavera que se celebrará la semana próxima en Washington, el FMI advierte principalmente el inicio de un largo período de bajo crecimiento en los países desarrollados, al tiempo que llama la atención también sobre una caída aún mayor en los emergentes.

Según el Fondo, la tasa promedio de aumento del PIB en las naciones menos desarrolladas pasará en el próximo lustro, a ser de un 5,2% promedio, una sensible caída respecto al 6,5% al que vino creciendo entre 2008 y 20014.

Pero el fenómeno inmediato más preocupante y que amenaza con empeorar incluso estas previsiones es la fuga de capitales desde la periferia al centro de la economía mundial.

En el segundo semestre del año pasado, la salida de capitales de las principales 15 economías emergentes se elevó a casi 400.000 millones de dólares, de acuerdo con un estudio realizado por el banco holandés ING.

El monto exacto que ofrece esta entidad es de 392.400 millones de fuga de capitales en seis meses.

De acuerdo con este trabajo, esa cifra habría sido mayor aún en el primer trimestre de 2015 y el ritmo se va a acelerar más todavía a lo largo de este año.

Resulta interesante destacar que en los tres peores trimestres de la crisis mundial 2008-2009, el reflujo de capitales de los emergentes hacia los países centrales, en primer lugar Estados Unidos, totalizó 550.000 millones de dólares que, si se compara con lo ocurrido en el segundo semestre de 2014, está indicando que el ritmo de fuga de capitales actual es superior al de la crisis financiera internacional de aquel momento.

Los países más afectados por la salida de capitales hasta este momento son los del Sudeste asiático, como ya ocurriera con la crisis de 1997 iniciada en Tailandia y que se expandió como la pólvora por el resto de la región hasta afectar a Rusia en agosto del año siguiente y a Brasil en en enero de 1999, en todos los casos como una combinación de fuga de capitales y devaluación de la moneda local.

Claro que, entonces como ahora, hay un factor que acompaña y acelera la salida de los inversores de la moneda nacional: un alto nivel de endeudamiento público y privado.

Corea del Sur, por ejemplo, ha visto incrementarse su deuda estatal hasta el 45% de su PIB entre 2007 y 2013, en tanto que China, Malasia, Tailandia y Taiwán han subido sus deudas hasta el 83%, 49%, 43% y 16%, respectivamente.

De acuerdo con un estudio de la consultora internacional McKysey, citada por el diario británico Financial Times, la deuda total de los denominados emergentes totalizaba 49 billones de dólares a finales de 2013, lo que representa un 47% del aumento experimentado por la deuda mundial desde 2007 en adelante.

Esto muestra claramente que la mayor parte de ese endeudamiento, por primera vez en más de medio siglo, fue contraída por los países desarrollados, como se ha puesto de manifiesto en las históricas crisis financieras de Estados Unidos primero y de Europa más tarde.

De allí que los pronósticos del FMI respecto a gobiernos y empresas del mundo avanzado sean tan agoreros, ya que en un contexto de deflación incipiente, alto desempleo y crecimiento nulo o recesión abierta, según los diferentes países europeos, hace que el peso de la deuda sea cada vez mayor y que el desapalancamiento (desendeudamiento) se transforme, año a año, en una tarea utópica debido al estancamiento crónico.

La actual situación de Grecia es, quizá, el signo más claro de lo que está pasando en la Eurozona.

Pero el final del ciclo extraordinario de las materias primas está sacudiendo a otros grandes emergentes como Rusia, Brasil y la propia China cuya tasa de crecimiento anual se estima por debajo del 7% para este año, según el FMI.

Para el Instituto Internacional de Finanzas (IIF), con sede en Washington, es que la tasa de expansión de los emergentes en el primer trimestre de este año será del 3,4%, por debajo del 3,8% anualizado del último trimestre de 2014 y del 4,6% del primer trimestre del año pasado.

En el caso de China, que el año pasado creció el 7,3% tasa anualizada en el cuarto trimestre de 2014, vería caer este ritmo al 6,82% anual en el primer trimestre de este año.

Las perspectivas de conjunto no nada halagüeñas para la economía mundial.

A la parálisis europea, que se intenta combatir con los estímulos monetarios puestos en marcha recientemente por el Banco Central Europeo (BCE), se añade un panorama de ralentización creciente en los emergentes, incluidos los grandes países como China, Rusia y China.

Los expertos temen que las suspensiones de pagos de empresas y países se pongan nuevamente al orden del día, como ya ocurriera a comienzos de siglo, pero ya no sólo en la periferia sino también en algunos de las naciones centrales.

Pero, sin dudas, la salida de capitales sumada a la fuerte declinación de ingresos por comercio exterior en los emergentes, hace de estos países, tomados en su conjunto, el eslabón más débil de una cadena (la economía mundial) que, por primera vez, desde la década de 1930, no ofrece casi ningún país exceptuado de la crisis financiera y económica iniciada en 2007 en Estados Unidos.