Informe oficial habla del negocio frutícola ante la fuerte y concentrada demanda

Allen (ADN).- El denominado Complejo Frutícola Regional de Río Negro y Neuquén se refleja en los valles irrigados de la Patagonia Norte, en una superficie plantada de 50.993 hectáreas (Senasa 2011), con una producción aproximada de 2 millones de toneladas en las que predominan peras y manzanas, y en menor medida, frutas de carozo, uva, cerezas y otras.

Es la principal actividad económica de la región, con un facturación de más de 4.000 millones de pesos anuales, que caracteriza e identifica el desarrollo local y regional, involucrando a más de 25 municipios, con un definido perfil hacia la comercialización de las frutas en fresco con destino al mercado externo e interno, generando divisas por exportación en el orden de 600 millones de dólares.

De esta manera comienza un reciente extenso informe anexado a la ley que declaró de interés el Plan para una fruticultura sustentable para “llevar adelante la producción, el acondicionamiento y conservación, la transformación y la comercialización cuenta con una importante infraestructura en plantaciones, servicio de riego, empaques, frigoríficos, industrias, servicios de variada índole, puerto en la costa rionegrina, centros de ciencia y técnica y universidades”.

El informe de datos generales considerada que así “se genera así una actividad de capital y mano de obra intensiva, con un horizonte de mediano plazo para las inversiones y con productos que deben competir en todos los mercados”.

El denominado complejo frutícola  regional emplea en forma directa unas 60 mil personas, sin contar los efectos sobre el empleo de los servicios asociados y los proveedores de insumos.

Para la comercialización de los productos, tanto frescos como industrializados, “es necesario incorporar un importante valor agregado mediante el aporte de insumos y servicios que permitan una llegada adecuada de estos productos al mercado de destino, lo que refuerza su gran importancia económica y social”.

“En sus más de 100 años de evolución y desarrollo, la fruticultura regional ha mantenido una permanente presencia tanto en los mercados externos como interno, habiendo pasado por momentos de resultados positivos que favorecieron su crecimiento, pero también por fuertes crisis que afectaron su funcionamiento. Estos hechos fueron influenciados por condiciones externas a la región (políticas nacionales o condiciones internacionales) que favorecieron o complicaron su desarrollo, y también por situaciones internas al complejo (ventajas comparativas o falencias estructurales) que resulta necesario reconocer”.

“Los cambios por la globalización, en el comercio, en los mercados, y en la tecnología, obligan a una actualización permanente y a tener una clara estrategia, siendo necesario contar con una adecuada y planificada posición competitiva a partir de la cual se genera toda la integración de la cadena, el agregado de valor, su sustentabilidad y equidad distributiva”.

“El negocio frutícola por lo general requiere de alta especialización, capacidad de logística y volumen de oferta, que le permita un adecuado posicionamiento frente a una demanda fuerte, concentrada y cada vez más exigente, debiendo competir con otros países oferentes con diferentes estrategias productivas y comerciales”.

En la estructura regional actual se visualiza que un grupo de empresas, que podrían denominarse líderes, caracterizadas por un volumen importante de producción propia y otra parte que adquieren a terceros productores, concentran la comercialización, particularmente la exportación a ultramar.

Paralelamente, se tiene una cantidad importante de pequeñas y medianas empresas, algunas también con parte de producción integrada a sus actividades, que comercializan en forma directa una parte de su volumen, especialmente con destino Brasil y el mercado interno y el resto a ultramar a través de las empresas líderes.

De allí que parte de la producción primaria se realiza en explotaciones de propiedad de las empresas lideres que cuentan con instalaciones de acondicionamiento y canales comerciales propios, otra parte está integrada en estructuras medianas y pequeñas que a través de la comercialización buscan mejorar su participación en la cadena; el resto de la producción se encuentra en manos de productores independientes, básicamente de tamaño pequeños y medianos, que entrega su producción a las empresas líderes y a las medianas y pequeñas, pero no ha encontrado satisfacción a través de una

rentabilidad acorde en este esquema, excepto algunos casos aislados de acuerdos asociativos que le permiten comercializar su fruta en forma autónoma”.