¿Hay motivos para celebrar? ● Enrique Minetti

Llegando al final de este año 2014 resulta auspicioso preguntarnos si existen motivos reales para celebrar.
Centrando el análisis en lo estrictamente económico -que no es poca cosa a la hora de los balances- hagamos un pequeño repaso de lo que predecían para este año los principales pronosticadores de la city porteña, que como ya sabemos se multiplican exponencialmente por todo el país en forma directa e indirecta a través de los medios escritos, radiales y televisivos de las provincias que los reproducen.

Estos verdaderos gurús del establishment profetizaron a comienzos del año algo así como que las siete plagas de Egipto asolarían la Argentina. Respecto de las reservas Jorge Todesca de la consultora Finsoport dijo “La pérdida de reservas internacionales será superior a los 9900 millones de dólares, con lo cual el stock del Central llegará al nivel crítico de 20.000 millones de dólares”. Fausto Spotorno, dijo en Clarín el 2 de enero (como para empezar el año bien ¡pum para arriba!) que “las reservas van a bajar sí o sí, por lo que estimamos que se ubicarán entre 18.000 y 20.000 millones de dólares para fin de año”.

El mismo día en El Cronista, el Estudio Bein vaticinó que “con salarios creciendo al 30 por ciento las reservas bajarían a 22.000 millones de dólares. Desde la Fundación FIEL, Fernando Narvaja en El Economista dijo “Argentina va camino a perforar lo que hace 150 años Walter Bagehot denominó el mínimo nivel aprehensivo de reservas”.
Pues bien, algo anduvo mal en la bola de cristal de estos pichones de brujos -¿se les habrá quemado la lamparita?- Las reservas internacionales de Argentina serán de 31.000 millones de dólares al terminar el 2014. El stock del jueves 18 de diciembre fue de 30.811 millones de verdes.

También hicieron futurismo perverso con su fruta preferida: el dólar. Así el ex ministro traidor Domingo Cavallo pontificó que “el tipo de cambio oficial para el cierre del 2014 es de 10,40. Para el 2015 es el peor escenario, el dólar oficial será de 25 pesos y el paralelo llegará a 50”. El HSBC y UBS, ambos acusados de lavado de dinero estimaron un dólar oficial de 10 pesos, en tanto que Goldman Sachs pronosticó un dólar de 9,41. Aldo Abram director de la Fundación Libertad y Progreso dijo que “La expectativas de la gente empezaron a desmejorar. El Banco Central, para financiar el desgobierno y sus excesos de gastos, está emitiendo muchos más billetes de los que los individuos quieren, lo que hace que el valor del peso caiga. El tipo de cambio oficial superará los 10 pesos en 2014”, sentenció.

Otra vez le erraron fiero al viscachazo. El tipo de cambio oficial cerró a $ 8,57 con una corrección de 30,8 % en el año, inferior a la variación registrada en 2013 que fue de 32,3 %.

En cuanto al dólar ilegal el economista estrella de los medios opositores y del apocalipsis: Carlos Melconian vaticinó con porteña precisión arrabalera que “En el último trimestre de 2014 va a ocurrir una nueva devaluación”. Rogelio Frigerio (nieto), por su parte, economista y funcionario del PRO, profetizó que superaría los 22 pesos.

En tanto el mimado de los medios dominantes a quien Sergio Tomás Massa (el Diputado que cobra su dieta pero no trabaja) le ofreció la Intendencia de la CABA: Tomás Bulat precisó que “No es descabellado pensar en un blue a 17 pesos. Además si se suma el déficit cuasi fiscal, el precio del dólar da 19”.

¡Pónganle tiza al taco muchachos, otra vez la pifiaron!. El dólar ilegal cerró a 13,10 pesos en este año. Mientras que el dólar Bolsa y el contado con liquidación cerró a 11,50.

Vayamos ahora a la tan esgrimida como manipulada inflación y la opinión de los “expertos”. Empecemos por Roberto Lavagna, asesor del Frente Renovador, quien dijo en Perfil a comienzos de año sin sonrojarse siquiera “La inflación va a ser más alta. ESTAMOS VIVIENDO UN RODRIGAZO EN CUOTAS”. (¿¡&!?). Aldo Pignanelli, dijo en Ámbito Financiero “Preveemos una inflación con un piso del 40 % para 2014”. El impertérrito Miguel Angel Broda, en Radio Mitre alertó que la inflación y la caída de actividad irán en aumento, tras anticipar que en 2015 los precios subirían 50 %. En La Nación, Martín Lousteau, economista de UNEN, afirmó “que el aumento de los precios va a estar entre el 35 y el 40 por ciento este año”.

¡Eeeepaa amigazo! ¿Qué país estaban mirando, cómo fué que no lo vieron? porque la realidad es bien distinta. La suba de precios del mercado interno ascendió al 24 por ciento y con tendencia a la baja.
Claro que estos resultados no se debieron a “la mano invisible del mercado” en la que cree el presidenciable Hermes Binner, quien dicho sea de paso o se equivocó de partido o le erraron fiero con el nombre que le pusieron, porque de socialista poco y nada tiene esa aseveración. Se corrobora lo dicho con la asombrosa afirmación de que hubiera votado por la derecha en las elecciones en Venezuela (sic). Hay y hay hay con estos socialistas liberales. ¡Cosas vederes, Sancho, que non crederes!

La mano invisible es una metáfora que expresa en economía la capacidad autorreguladora del libre mercado. Fue acuñada por el filósofo Adam Smith en su Teoría de los sentimientos morales (1759), y popularizada gracias a su obra magna, La riqueza de las naciones (1776). Según la tesis central de La riqueza de las naciones, la clave del bienestar social está en el crecimiento económico, que se potencia a través de la división del trabajo y la libre competencia. Adam Smith considera la libre competencia como el medio más idóneo de la economía, afirmando que las contradicciones engendradas por las leyes del mercado serían corregidas por lo que él denominó «la mano invisible» del sistema. Mano invisible como el laissez faire -expresión popularizada por el fisiócrata Jean-Claude Marie Vicent de Gournay en la década de 1750- representan los fundamentos ideológicos del Liberalismo clásico.

Si algún lector encuentra algún parecido entre la mano invisible de Adam Smith y el socialismo se ruega encarecidamente hacerlo saber. Será considerado como una invalorable contribución a la confusión general.

En tanto la realidad muestra claramente que los guarismos altamente positivos obtenidos en Argentina en 2014 no se debieron a la magia del “sacrosanto” como perverso mercado en la que cree Binner y tantos otros economistas y políticos neoliberales, sino en políticas activas ideadas, generadas y puestas en acto por el Estado. Tales como el refuerzo de controles en casa de cambio y bancos para evitar maniobras de especulación financiera, la emisión de bonos atados al tipo de cambio, el incremento de la tasa de interés para ahorristas minoristas, el programa de Precios Cuidados, el acuerdo con industriales para fijar valores referenciales de los remedios, materiales de la construcción, la canasta escolar, la patriada por descentralizar la venta de productos masivos. Estas políticas activas contribuyeron a moderar el proceso inflacionario generado en gran medida por las demarcaciones desmedidas (en algunos casos superiores al 200% y 300%) de los supermercados, formadores de precios monopólicos y oligopólicos y comerciantes durante el primer trimestre del año.

Los expertos admiten como una verdad incuestionable que el predecir, el vaticinar, el pronosticar, el augurar inflación como hemos visto que hacen estos recalcitrantes horoscoperos porteños del mercado (con perdón de Horangel), es una de las principales causas de la inflación. No hace falta ser experto para concluir acerca de la veracidad de tal afirmación. Si al carnicero, al peluquero o al dueño del mercadito del barrio le dicen que se viene una inflación del 40 % se apresuran a remarcar con esos valores. Actitud no criticable porque intentan de ese modo salvarse. El dueño de la fotocopiadora que va a la verdulería y observa el incremento de las frutas y verduras inmediatamente pasa de cobrar 50 centavos la fotocopia a 1 peso. Y así sucesivamente con todos los actores que participan de la actividad económica. Tal la inflación, explicada en términos bien caseritos para que todos entendamos.

Adviértase sobre el efecto brutalmente pernicioso de estos opinadores – adivinadores sobre el conjunto de los hombres y mujeres que habitamos este bendito país.

Surge inevitable una primera pregunta: ¿Todos estos pronosticadores y tantísimos más, hacen esas predicciones por ignorancia? La respuesta evidente es que no. Suponemos que son personas que han estudiado carreras universitarias y/o terciarias, queremos pensar que ostentarán Maestrías y Doctorados en Economía. (Hay excepciones: el conductor y formador de opinión Marcelo Longobardi, dicho por el mismo, no terminó sus estudios secundarios). Entonces ¿Porqué se equivocan tanto y siempre en contra de los intereses del país? ¿Porqué siempre tiran para atrás del saco de la historia y del bienestar de la gente? ¿Porqué para ellos todo esta mal y no hay nada bueno para destacar? ¿Porqué ocultan maliciosamente los claros avances de la Argentina, tal -solo como un ejemplo- el histórico lanzamiento del satélite Arsat I que abre el camino a la soberania satelital argentina y la política sobresaliente en ciencia y tecnología?. ¿Por qué callan cómplices ante los logros de la unidad latinoamericana que revienta ante sus perplejas miradas? ¿Porqué trabajan claramente contra la soberanía hidrocarburífera? ¿Porqué se oponen tenazmente a la democratización de la palabra y de los medios masivos de comunicación fenomenalmente concentrados en sus manos? Las preguntas serían interminables. Y en cambio vaticinan sólo el caos y la desesperanza.

¿Porqué no destacan los logros alcanzados, entre tantas otras políticas, por los planes PROGRESAR, PROAUTO y PROCREAR. Con respecto a la producción de automotores debe decirse que la Argentina no había podido superar la media histórica de 250.000 unidades anuales. Pues bien, en 2013 se patentaron cerca del millón de automóviles.

En cuanto al Plan PROCREAR debe decirse que cerró el año con 114.445 soluciones de viviendas, de ellas 66.326 terminadas. El Estado nacional lleva invertidos 35.000 millones de pesos desde el 12 de junio que se lanzó el programa. Es sabido el fuerte impacto que a partir del sector de la construcción y todas las actividades afines -moviliza aproximadamente 200 gremios- se provoca en el mercado, dinamizando fuertemente la economía, generando miles de puestos de trabajo. Por cada casa que se construye se crean tres puestos de trabajo directos y 675 puestos indirectos cada 1000 viviendas. Es decir, aproximadamente 184.311 puestos de trabajo directos y 39.621 puestos indirectos. La cuota mensual promedio que pagarán los beneficiados con el crédito para comprar su terreno, construir, ampliar o refaccionar su casa es de $2.749.

De acuerdo a lo expresado por Eduardo Basualdo en su trabajo “Notas sobre la determinación del indicador UOCRA”, tradicionalmente se ha definido al sector de la construcción como el universo que va desde los proveedores de insumos o sub/bloque de la construcción, los colegios profesionales de ingeniería y arquitectos, las empresas constructoras, asociaciones gremiales afines y los trabajadores constructores. La crisis de finales del 2001 ha dejado al descubierto que el sector ocupa una posición más relevante en el conjunto de la economía, porque no solo intervienen del sector estos actores, sino que es significativa la participación del sector terciario de servicios. Sólo a modo de ejemplo participan:
Aserraderos, Carpintería de obra, Piedra, arena y arcilla, Objetos de barro, loza y porcelana, Ladrillos comunes, Ladrillos de máquina, Cemento, Cal, Yeso, Mármol y granito, Artículos de cemento y fibrocemento, Mosaicos, Otros productos minerales no metálicos, Derivados del petróleo y del carbón, Pinturas, barnices y lacas, Materiales refractarios, Tanques y depósitos metálicos, Estructuras metálicas, Ascensores, Chapas para carpintería, Caños y cables de luz, etc. etc..

La construcción propiamente dicha: Utiliza mano de obra intensiva, debido a que no toda la actividad permite utilización de tecnologías sustitutivas de mano de obra. Aunque los procedimientos manuales son altos cada vez se requiere más calificación. La construcción propiamente dicha actúa como el agente dinamizador y se subdivide en los siguientes actores: empresas constructoras, profesionales y sindicatos (-en esta dimensión se encuentran las distintas asociaciones gremiales- como ser: UOCRA, Colocadores de Azulejos, Sindicatos de Ladrilleros, Sindicato de Cemento, Sindicato de la Madera y trabajadores empleados de la construcción, entre otros).
Sector servicios: Este mercado ligado a servicios de la construcción constituye el final del ciclo del sector y está compuesto por los siguientes actores: cámaras Inmobiliarias, sector crediticio, conformado por los bancos y un sin número de escribanías que administran una gran cantidad de inversionistas particulares y el sector publicitario, donde la mayoría de los diarios del país cuentan con la sección inmobiliaria en clasificados, los recepcionistas de los avisos clasificados, sitios específicos de Internet y revistas especializadas.

Desconocer eso es injusto. Creer que es suficiente con elogiar lo actuado es por lo menos poco inteligente.

Un racimo de respuestas podría contestar las preguntas. Más, en el fondo subyace una respuesta abarcadora, una lucha, una guerra descaradamente declarada por el poder, así de simple. Y no es nuevo, aunque ahora se ve con diáfana claridad, existe desde la existencia misma del Virreinato, desde antes de 1810. Quieren seguir mandando, poniendo y destituyendo Presidentes y Gobiernos según convenga a sus “intereses” -que nunca coinciden con los del pueblo- con cuatro tapas de Clarín (sic). Hay dos proyectos en pugna: el de una Argentina nacional, popular y latinoamericanista vs. el de una Argentina en manos de las corporaciones. Para esta última trabajan lamentablemente los opinadores mencionados en esta nota como otros y muchos políticos, empresarios, sindicalistas y dirigentes de toda talla.

Señora, señor, chicas y chicos, pibes y pibas argentinos, querido lector, no se deje engañar más por estos predicadores del suicidio colectivo. No les crea ni a ellos ni a los medios por los que se expresan que ya todos conocemos. Como rezaba el cartel que nos advertía al cruzar el paso a nivel de los ferrocarriles que supimos desmantelar: “Mire, vea, escuche”. Pero con sentido crítico. Ponga todo en duda. La letra impresa, la noticia que escucha en la radio y que ve en la televisión no es siempre verdad. También piense en la intención que pretenden provocar con lo que le dicen y saque sus propias conclusiones.

Y para respondernos la pregunta que da título a esta nota nos preguntamos: ¿está todo bien?, es evidente que no. No estamos para tirar manteca al techo. Faltan infinidad de cosas. Pero si miramos un poquito para atrás (piense en De la Rúa, en Menem, en la dictadura cívico militar) y concluiremos lo mucho que hemos avanzado.

¿Hay motivos para celebrar? Claro que sí.

No deje que le eclipsen la alegría. Celebre conmigo por esta Argentina suya, mía, nuestra, con seguridad, casi, el mejor país del mundo, en la certeza de que lo mejor está aún por venir. ¡En el 2015, SÍ!

Celebremos la vida.

ENRIQUE MINETTI