¿Y del radicalismo qué me cuentan? ● Jorge Castañeda

En la política rionegrina no solo se llueve la casa propia sino también la de los vecinos. La del Frente para la Victoria –se sabe- no es que se llueva: diluvia. Nadan adentro a la deriva muebles y trastos de todo tipo. Las paredes ya herrumbradas de tanta humedad y los cimientos con principios de corrosión. En fin, como dijo el General y fieles a su palabra los muchachos “se están cocinando en su propia salsa”.

Pero la vivienda de la Unión Cívica Radical también tiene sus goteras y en tiempos de temporal el agua también comienza a filtrarse por techos y cielorrasos. Por eso sería necesaria una buena capa de membrana de buena calidad.

¿Cuáles son sus problemas? Sencillamente muchos años de estar en el ejercicio del poder provincial sin alternancias, lo que produjo cierto desgano en la dirigencia y un hastío en la ciudadanía que quiso optar por un cambio en las últimas elecciones, cambio que después por los desatinos del Frente se frustró dejando escapar ese capital político como arena entre los dedos.

La actual coyuntura favorable q ue se presenta ante la disolución del Frente para la Victoria debería ser aprovechada por el radicalismo, pero con mucha mesura e inteligencia política.
En primer lugar se debería realizar un trasvasamiento generacional a la nueva dirigencia que goza de una buena imagen pública como algunos intendentes con gestiones eficientes en sus ciudades.
Se necesitaría una apertura al diálogo interno con vistas al armado del conjunto libre de operaciones mediáticas y discusiones netamente estériles provocadas por figuras que ya tuvieron sus espacios de gobierno en anteriores gestiones y a los que la ciudadanía nuevamente será esquiva para favorecerlos con sus votos. Lo ya conocido, sea bueno, regular o malo debe ser superado por nuevas propuestas y candidatos para volver a ser tenidos en cuenta. Con proyectos, capacidad de gestión, ideas superadoras y muy en especial dejando de lado el internismo permanente que solo conduce al fracaso. El radicalismo debería prepararse como es debido si quiere ser una opción valedera para la próxima contienda electoral del 2015.
La dirigencia partidaria y sus órganos internos como el Foro de Intendentes y el Bloque Legislativo deben ser los conductores de esta nueva estrategia para considerar las futuras alianzas tanto nacionales como provinciales. Alianzas con proyectos compartidos y no una componenda de nombres solamente con fines electoralistas y de corto plazo. Se sabe que no se puede juntar el agua con el aceite.
Si quieren trabajar en serio debería convocar a un equipo técnico de notables para que en cada una de las áreas elaboren un proyecto responsable de gestión, no solo a mediano sino también a largo plazo, porque la provincia de Río Negro más que políticos necesita estadistas.

Deberían salir del corsé de las discusiones menores, de sector o de líneas que nada bien le hacen a una agrupación política, porque más importante es tener en claro para que se quieren ganar las elecciones, o sea: para la transformación y puesta en marcha de un proyecto superador que ponga de pie a una provincia que desde hace tiempo ha perdido el rumbo.

La Unión Cívica Radical sea oficialismo u oposición deberían respetar las autonomías municipales y las gestiones de los intendentes, porque son los que están más cerca y en permanente contacto con las necesidades y las demandas de los ciudadanos. Y de ninguna forma deberían pretender que por razones de política partidaria se enfrenten con los gobiernos provincial y nacional. Porque una cosa es gobernar y otra muy distinta ser aparceros de una facción o de un sector. Deberían aprender a ver el bosque y no solamente las hojas de los árboles.

Ante la actual situación la UCR tiene sobre si la gran responsabilidad de renovarse para nuevamente ser una alternativa válida y creíble. Y debería actualizarse para dar respuestas claras y contundentes a la gran cantidad de electores jóvenes que ya son la mayoría en el padrón electoral, que se comunican por las redes sociales y son reacios a asistir a los locales partidarios, porque el accionar de los malos políticos los espanta y los asusta.
Tendría la dirigencia radical que pensar, por ejemplo, en abrir locales o ateneos de formación política, con disertantes de prestigio.

Recuperar la mística radical, el respeto republicano por las instituciones, la vocación por la cosa pública; es decir poner en valor los valores cívicos que a lo largo de su historia la destacaron.

Discutir proyectos e ideas. Sí, simplemente como supo decir su fundador, don Leandro N. Alem, en su famoso apotegmas “que se rompa, pero que no se doble”.

Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta