Cipoleños y la ley del gallinero ● Jorge Ocampos

Vivir lindando con un gran centro urbano, en permanente crecimiento, tiene sus ventajas y sus puntos adversos.
A favor, se inscriben los impactos que se reciben en residencias, comercios y otros servicios, siempre y cuando gobernantes y vecinos estén alertas para absorberlos por vías y medios que no sean traumáticos.

Pero los problemas se empiezan a producir, cuando se asumen papeles de meros observadores y se dejan avanzar los procesos como si fuera algo predestinado y sin posibilidades de correcciones. Entonces, se generan colisiones y conflictos que dislocan una situación y hasta una idiosincracia.

Lo descripto en párrafos anteriores, lo aplico a la relación entre la ciudad de Neuquén y nuestro Cipolletti, y hasta lo podría ampliar a otras localidades vecinas. Pero ahora, me interesa la situación cipoleña, por entender que es la que más está sufriendo esta “invasión” de las consecuencias de un crecimiento poblacional imparable de la vecina ciudad.

Acepto que no se puede detener la radicación de pobladores, que –no teniendo cabida en Neuquén- encuentran en Cipolletti un lugar más apacible, con mejores condiciones para alquilar, comprar una vivienda o un terreno para construir. Pero ya vemos las consecuencias, con el incremento de valores producto de la demanda.

Ocurre también en cuestiones de seguridad o inseguridad. O en la densidad del tránsito y hasta en el comportamiento individual y colectivo en la vía pública. Estamos viendo conductas, que son ajenas a la vieja idiosincracia local. Esto sí, se debe reencauzar.

Hay otra cuestión que vengo planteando hace tiempo, sin conseguir respuestas efectivas de parte de quienes la deben dar. La cuestión ambiental. En directa relación con lo dicho antes.

Por vivir aguas abajo de Neuquén y otras poblaciones de la vecina provincia, nos están imponiendo la ley del gallinero, que tiene una explicación tan vieja como sabia y apropiada para esta ocasión.

Plottier, Centenario y Neuquén, o no tratan o tratan parcialmente los líquidos y sólidos cloacales, que arrojan a los ríos tributarios de nuestro río Negro y nos provocan un desastre ambiental de enormes y conocidas consecuencias. Y ahora, como si lo que hacen desde hace años no alcanzara, hay serias sospechas de que los camiones atmosféricos que vacían los pozos negros en la ciudad de Neuquén, hacen sus descargas en Cipolletti. ¿en dónde? No lo he podido averiguar, pero lo cierto es que a diario decenas de camiones cargados con lo que extraen de los pozos “ciegos” de algunos barrios neuquinos, cruzan nuestros puentes, y retornan vacíos a buscar más carga.

Porqué hacen este trayecto? Porque el municipio neuquino debió clausurar unos piletones a cielo abierto que tenía en la meseta como reservorio de aquellas cargas. Lo hizo porque los piletones se rompieron y drenaban los líquidos sin tratar hacia los barrios ubicados al pie de las bardas. Entonces, el municipio invirtió mas de cinco millones de pesos en montar una planta de tratamiento de efluentes en un predio cercano al basurero que administra la empresa Cliba. La planta está terminada desde antes de fin de año, pero por quedar sin custodia, un grupo de ladrones la desguazó y quedó abandonada.

Creo que es un buen tema para que los cipoleños tomemos conocimiento y conciencia de los que nos está pasando, y que el señor intendente trate con su par neuquino en forma urgente, porque estamos ante un problema que afecta lo ambiental, la salud y también la dignidad de un pueblo; porque somos amantes de la ley, pero nos humilla que nos apliquen la “del gallinero”

JORGE OCAMPOS
LEGISLADOR CC-ARI