Políticas de inclusión vs políticas de expulsión

Las concepciones suelen colarse en las acciones, aunque los discursos digan otras cosas. Si se defienden intereses corporativos y sectoriales, se nota. Sus ideas atrasan, tienen concepciones anacrónicas y extemporáneas. No entienden, o no quieren entender, que los tiempos cambiaron, que dejamos atrás el individualismo y la competencia, que vivimos épocas de ampliación de derechos. Y pensar así es legítimo.

Lo malo es mentir, es no reconocerlo. Lo deshonesto es decir que pelean por la educación pública, cuando en realidad toman de rehenes a los y las docentes y a toda la comunidad educativa, con fines e intereses muy distintos a los que pregonan.

Definitivamente no quieren estar del lado de los pibes y las pibas y de las familias que otro Estado y que otro modelo educativo dejaron afuera de todo. Lo que no toleran es que haya quienes vamos a luchar a brazo partido por meter a todos y a todas en la escuela. A todos y a todas, aunque eso les retuerza la panza, aunque nos repudien, nos calumnien y nos expulsen.

Eso les molesta de las políticas educativas llevadas adelante por este Ministerio: les molesta la inclusión, les molesta la masividad, les molesta la universalidad. Y les molesta porque para eso hay que trabajar más y mejor. Y les molesta porque cuando el gobierno provincial hacía como que nos pagaba y hacía como que se ocupaba de la educación, ellos podían hacer como que trabajaban. Ahora quedaron más expuestos, ahora se les nota mucho que sólo quieren enseñarle a una sola clase de alumnos: a los que menos trabajo den, a los que se lo “merecen”. Se les nota mucho que les molesta que de 365 días del año, el Estado los mande a que trabajen 190. Imposible construir consenso con quienes no quieren cambiar nada.

Los pibes y las pibas tienen que tener clase todos los días, mientras esa decisión dependa de nosotros y nosotras. Y en épocas de ampliación de derechos y de revoluciones culturales, es repudiable ejercer el poder autoritario y violento de negar ese derecho, solo porque podemos hacerlo.
Y algunos de nosotros y nosotras no creemos esto desde ahora. Lo creemos desde siempre. Desde que empezamos a escribirlo hace décadas. Todos los chicos y todas las chicas tienen que ir a la escuela todos los días. Porque de eso depende el resto de sus vidas, la de ellos y ellas en particular, y la de toda la Patria.

Pensamos, escribimos y hacemos lo mismo, con coherencia y convicción en todos los lugares donde nos ha tocado y nos toca estar. Con la responsabilidad y el compromiso que cada rol merece. Y ocupamos todos los lugares en los que la historia nos pone, porque así debe ser.

Hay lugares en el corazón y en los afectos de los que, por lealtad, no expulsamos a nadie. Pero fundamentalmente hay lugares de la historia colectiva de los que la expulsión es imposible.

Renuevo el orgullo personal por pertenecer a la misma agrupación política que el compañero Ministro Marcelo Mango. Renuevo el orgullo por cada compañero y cada compañera que no arrugó ni un poco cuando tuvo que decidir en qué lugar debía estar, y desde ese lugar levanta la bandera del derecho social a la educación todos los días, aunque la cosa se ponga fiera.

Algunos/as expulsan, otros/as peleamos por más y más inclusión.
Mi abrazo de siempre, desde el lugar en el que seguimos estando todos y todas, sin ninguna expulsión.

Bárbara Analía Bracco.
Maestra.
Cipolletti