De los Petrovotos al Massismo… ● Jorge Luis Vallazza

Resulta difícil entender cuáles pueden haber sido las motivaciones para que un Gobernador –surgido del turbulento proceso que transitó en Río Negro el Frente para la Victoria- siempre alineado fuertemente al proyecto del Gobierno Nacional – haya optado repentinamente por adherir a la figura de Sergio Massa.

Disímiles voces tratan de explicar esta decisión, aludiendo a causas asociadas a una especie de “genética de traición serial” – desde los más críticos-, hasta las explicaciones de los más cercanos al gobernador, quienes lo sindican como una gran víctima de supuestas y desestabilizantes conspiraciones justicialistas.

Tratando de profundizar en un análisis menos apasionado y encontrarle alguna racionalidad a este viraje político, tal vez sea conveniente caracterizar cuál ha sido el “estilo político” que mostró Weretilneck durante todo su mandato.

Si se puede reconocer una forma de actuar, que mantuvo en forma permanente, fue su tendencia a priorizar la cuestión de las alianzas políticas para fortalecer su posición dentro del FPV, por encima de toda gestión de gobierno o política pública basada en algún tipo de plan.

Salvo en el área de Educación (único ministro originalmente propio), cambió funcionarios, desmantelando equipos de trabajo, abortando proyectos en marcha, e inventando nuevos cargos políticos; siempre en pos de ganar legisladores, sumar intendentes, cooptar agrupaciones políticas; y/o fortalecer su relación con el Gobierno Nacional.

Hay una infinita cantidad de ejemplos que ilustran estas afirmaciones, lo cual la mayoría de las veces también se tradujo en el deterioro de las áreas, ya sea por el arribo de personajes sin experiencia ni formación profesional, como por la parálisis en el funcionamiento del Estado que provocan los permanentes cambios de conducción.

En estos días, los tres obispos de Río Negro graficaron claramente las consecuencias de esta situación – por citar una voz que no se lo pueda tildar de pichettista, sorista o radical- expresando su preocupación por el nuevo Estado “ausente” en nuestra provincia.

El beneficio político del gobernador con esta metodología, fue lograr liderar un espacio propio, sin subordinarse a los sectores mayoritarios del PJ que conforman el Frente para la Victoria en Río Negro.

Así podría describirse -en términos generales-que el mandatario gobernó surfeando las olas de los conflictos cotidianos, “saliendo del paso”- pragmáticamente- al mejor estilo que plantea Charles Lindblom al definir el incrementalismo como una forma de hacer política, totalmente opuesto a las corrientes racionalistas, las cuales proponen una planificación de gobierno previsible y estructurada.

Sin embargo, cuando el debate legislativo ya anticipaba un desenlace negativo en la renovación del contrato con Petrobras, explota esta adhesión a la candidatura de Massa ; tomando desprevenida hasta a su propia tropa.
Si las conductas de Weretilneck habían seguido un patrón de comportamiento, esta solitaria y extemporánea decisión desorienta cualquier análisis que pretenda encontrarle algún tipo de lógica.

Lejos de intentar lograr consenso político como lo venía haciendo hasta ahora, el gobernador generó una situación que complejiza el rumbo de su gobierno en varios frentes a la vez:

– En la legislatura agudiza la confrontación con sus antiguos aliados del FPV, reduciendo a la vez su propio bloque – con la migración de peronistas y frentegrandistas- ya que deberían formalizar el bloque del “Frente Renovador “en Río Negro.

– En el plano partidario, la decisión llega pocos días antes de la interna del Partido Justicialista. Difícil le va a resultar a los “compañeros” que integran listas ligadas al Gobierno Provincial, convencer a los afiliados peronistas que pongan su voto en una propuesta cuyo jefe máximo simpatiza con un partido que ni siquiera está en el Frente para la Victoria.

– En su gabinete generó la renuncia masiva de una cantidad importante de funcionarios no dispuestos a aportar al proyecto de país que propone el massismo, con el gravísimo daño que genera tener que rearmar los equipos como si fuera un inicio de gestión.

– Un párrafo aparte merece la difícil situación en que colocó a su ministro y “amigo” Marcelo Mango, quien siempre se identificó con el Kirchnerismo y enfrentaba un momento de alta conflictividad con el propio gremio docente; aún a pesar de todos los avances logrados en esta cartera, principalmente en el despliegue de recursos y programas nacionales. En el lenguaje de la calle, “lo cocinó”.

– Simultáneamente–si bien seguramente seguirán existiendo relaciones institucionales- sería ingenuo no pensar que esto lesiona la vinculación con el Gobierno Nacional- el cuál lo apoyó desde la muerte de Carlos Soria- y se ve sorprendido por un gobernador que consideraba propio, quien se declara proclive a un pre-candidato opositor.

La primera pregunta es ¿Quién gana y quién pierde con esta decisión del Gobernador de Río Negro? La respuesta es unívoca: el único beneficiado vive lejos de esta provincia y es el diputado de Buenos Aires, ex intendente de Tigre – uno de los tantos pre-candidatos presidenciales- quien podrá ostentar que suma un gobernador a sus filas.

Los perdedores somos los rionegrinos, afectados por el mayor deterioro y parálisis de la gestión de gobierno a causa de esta crisis, con menores oportunidades de llegar al Gobierno Nacional, y con riesgo de que se agudicen los conflictos en la Legislatura.

La otra gran pregunta es: ¿Por qué Alberto Weretilneck toma semejante postura que daña la vida institucional de la Provincia, justo unos días antes del inminente y sabido fracaso en la renovación de Petrobras? ¿Mero apresuramiento o existe alguna otra razón?

En este caso la respuesta es mucho más difícil de encontrar, y tal vez sea el gobernador quien se la deba contestar a la ciudadanía rionegrina, explicando cuáles son las piezas que faltan en el rompecabezas, para poder entender este incomprensible escenario que se cierne sobre el futuro de Río Negro.

Jorge Luis Vallazza
Magister en Políticas Públicas y Gobierno