Ya no se puede hablar de accidentes; si de contingencias ● Odarda y Ocampos

Estas diferencias son aplicables a los sucesos que se vienen produciendo en las explotaciones petroleras de la región, que rebaten el discurso de gobiernos y empresas en cuanto a la aplicación de normas de seguridad y controles.

Queda demostrado, con hechos tangibles, que esta actividad que enamora a tantos no solamente tiene fuerte impacto en el ambiente, sino que provoca profundas conmociones y riesgos en la vida cotidiana de miles de personas.

Ocurrió en Plottier, el año pasado, cuando estalló y se incendió un pozo a apenas cien metros de tres barrios de la localidad.. Se repitió en por lo menos dos oportunidades, con el “desenganche” de dos herramientas radioactivas en perforaciones de los campos petroleros neuquinos, cuyas resoluciones no se informaron oficialmente, pero se sospecha que pasaron por el drástico “tapado” o anulación de los pozos afectados. Y se completa, por ahora, con el incendio de un pozo ubicado en la zona productiva de Allen, que le sigue al anterior registrado en un pozo de gas, con secuelas personales para un poblador del lugar que se denunciaron a la justicia. Dos hechos no debidamente aclarados en los escuetos comunicados empresarios y sin que las autoridades hayan informada sobre lo actuado para prevenir y evitar estas episodios que pudieron ser de mucha más gravedad. En suma realizar las tareas de control y seguimiento que neutralicen estas negligencias propias de la actividad, pero de alto riesgo cuando se producen en proximidades de zonas urbanas.

Pero en la larga lista de contingencias –cuya definición es “posibilidad que algo ocurra…”- también deben incorporarse los permanentes derrames o fugas de petróleo de ductos viejos o averiados, cuyas consecuencias son la contaminación de suelos y cursos de agua, tanto como subterráneos.

Ante este panorama, debemos reafirmar nuestra inquebrantable posición a favor de la preservación del ambiente, en especial los acuíferos dulces de todo tipo y la tierra, que constituyen el principal recurso que con racionalidad y sustentabilidad en sus aprovechamientos, deben constituir los reaseguros para las economías y el bienestar de las generaciones futuras.

Esta posición no implica un rechazo a otras actividades, como la de los hidrocarburos, que ya tienen historia y antecedentes en la provincia y la región, pero con los reaseguros y prevenciones que resguarden la sustentabilidad de la vida, en todas sus manifestaciones.

En esta línea, exigimos a las autoridades nacionales y provinciales que sean inflexibles en los controles y condiciones para el acceso a las explotaciones. La tecnología ha avanzado lo suficiente, como para minimizar los impactos ambientales. Si solo permiten lucro y soslayan otros aspectos centrales de la vida, no pueden considerarse avances para los pueblos.

Hay un viejo concepto de aceptación universal, que sostiene que las grandes empresas que tienen al mundo como espacio para sus actividades, hacen o avanzan hasta donde los gobiernos lo permiten. Y los hechos demuestran que en nuestro país y en la zona, los gobiernos han sido y siguen siendo demasiados permisivos con las empresas, porque se cautivan con bonos, regalías, aportes, y cualquier otra contribución que se toma como soluciones mágicas para problemas del momento.

PRENSA OCAMPOS ODARDA