Maldito Junio

Las personas se construyen a sí mismas principalmente con la interpretación de lo que los demás dicen de ellas, y esta construcción va incidiendo a su vez en lo que los demás opinan. De esa manera un policía que recibe el mensaje de ser “la norma imperativa, fuerza represiva, rati, buchón, violento, gatillador fácil, etc”. levantará todos los ladrillos necesarios en la construcción de su personalidad para cerrar con ese paradigma, si la sociedad enuncia a los pibes de los barrios con la estigmatización corriente que podemos escuchar en charlas de taxi o bar, de “pibes chorros, faloperos, ni-ni, drogadictos, delincuentes, etc.”, los deja un paso más cerca de caer en serlo.

Si la provincia invierte pocos meses y muchas armas en equipar a las fuerzas policiales y se les inculca la defensa de la propiedad privada por sobre la de la vida humana, o si se les impide construirse como seres pensantes con gritos de colimba, cachiporras, cuerpos a tierra y agua helada a la madrugada, tendremos la policía que tenemos, con mayoría de agentes resentidos, poco inteligentes, defensores de mansiones y empresarios evasores, matapibes.

Si la sociedad no logra dar a los pibes otro lugar que el “no lugar” actual, ese que se conforma con una educación no inclusiva, con la ausencia casi total de talleres de oficios en los que poder hacer la primer experiencia laboral rentada, con pocos proyectos desfinanciados y que muy pocas veces les brinden un ingreso digno, que es la prioridad para un pibe de 17 años sin padre presente, sin laburo, sin título secundario, que debe resistirse a la fácil que es “tomar birra hasta la madrugada, empastarse, repartir para el transa, ser el jetón de la casa, salir de fierros”;… y la gran mayoría se resisten, con gran esfuerzo se resisten, todos los pibes son buenos, son muy valientes, son lo mejor que tenemos, y los estamos matando de a poco.

Todas las semanas podemos leer crónicas de muerte en los barrios, son tan repetidas que ya nos crearon anticuerpos sociales, los medios las dejan al costado, a la gente ya no les impactan, y si los pibes muertos son de esos “en conflicto con la ley”, ese cómodo eufemismo con el que designamos a los que ya perdieron y no pensamos ni locos en volver a integrar, a gran parte de la sociedad le surge adentro un “uno menos”, que no se pronuncia por políticamente incorrecto pero vaya si se susurra por cientos en nuestra ciudad.

Junio es el mes maldito de Bariloche, por ese 17 del 2010 por el que se sigue marchando y no hay justicia, pero también por este que terminó, y por los que lamentablemente vendrán. En Junio se juntan la opresión de siempre con el peor clima, y con el peor momento económico de la ciudad, y todo estalla, siempre estalla, y siempre los muertos los pone el pueblo, no hay hoteleros, ni funcionarios, ni jueces, ni curas, ni bancarios muertos, siempre son pibes de los barrios.

Esto va a empeorar, con los mismos métodos lograremos los mismos y peores resultados, la comunidad barilochense no debería seguir viviendo como si el problema no existiera, hay 1000 pibes sin oportunidades en los barrios de la ciudad, sin mucha fe en un futuro sin violencia ni sufrimiento, les decimos todos los días que su vida no vale mucho, pero pretendemos que les den valor a las nuestras. Permitimos que los funcionarios reanuncien 10 veces las mismas obras para los barrios que nunca se concretan, lo permitimos porque en el fondo como sociedad estamos convencidos que es mejor invertir 600 millones en un nuevo acceso para la ciudad, o 90 millones en al embellecimiento de Mitre, o 380 millones en un aumento policial para que los tengan cortitos, o 2 millones mensuales en sueldos de unos pocos ministros, o 1000 millones por año en una justicia que no logra resolver ningún caso, que en darles un futuro digno que los integre.

Podemos darle muchas vueltas pero esta es una discusión por plata, es una disputa por la renta de la ciudad, el paisaje es de todos, el patrimonio público también, las costas también, pero algunos se llevan millones y otros apenas la AUH. No hay paz posible en Bariloche si no creamos un lugar para todos. El inconsciente colectivo de la ciudad languidece de inmoral indiferencia mientras interpreta que cada vez necesitaremos más policías, ejércitos interminables de policías pobres que maten a los pibes pobres que quieren bajar al centro por su parte, y esa interpretación nos construye, nos destruye en realidad, ese es el paradigma actual de Bariloche, hay que cambiarlo por el vínculo, la justicia que hace rato no existe, el laburo, y la integración.

Fernando Fernández Herrero