Los gatos en el PJ ● Jorge Castañeda

El Frente para la Victoria, pero en especial el Partido Justicialista de Río Negro está lleno de gatos. En general este felino doméstico siempre se ha enseñoreado en los entresijos del peronismo. Ante sus cuentos y moralejas se puede decir entonces que cualquier comparación con la realidad es pura coincidencia.

Errores de conducción partidaria y alianzas bartoleras ataron el destino del peronismo al Frente para la Victoria donde el actual mandatario al mejor estilo de los gatos con astucia quiso atraer a su rincón a intendentes, legisladores y demás referentes, atraídos por el tufillo del queso de los fondos provinciales, por supuesto que no todos. Hay honrosas excepciones.

Pero ya en vísperas de un año electoral con posicionamientos cada vez más personalizados en la lucha intestina por el poder, ¿es el gobernador Weretilnek, hasta ayer socio principal del Frente y un gran cazador, un gato con botas que ya no caza ratones? Todo pareciera indicar que sí.

Se suele decir que no hay peor cosa que una bolsa de gatos. Y eso es verdad. Cuando alguien quiere deshacerse de los felinos (que nos perdonen las sociedades protectoras de los animales) no tiene otra mejor idea que echarlos en una bolsa de arpillera para arrojarlos lejos, y bueno, los resultados son conocidos: dentro de la oscuridad de la misma se arma una gran batahola y se pelean entre ellos que da gusto. Pero la mística peronista no se fatiga en aclarar que cuando eso pasa “no se están peleando, sino que se están reproduciendo”, al mejor estilo de las frases del General. Si así fuera, Río Negro tendría que estar atestada de peronistas.

¿De pelaje negro, ojos blancos, parsimonioso y sobremanera ufano, (lástima que nunca sonríe) es el senador Pichetto un émulo del famosísimo gato Félix?

Casos se han dado en la legislatura hace varios años de imprecar a alguna legisladora del oficialismo que buscaba “la quinta pata del gato” de algún proyecto de Ley, que era como la “gata Flora” por su inconformismo. En realidad con esta frase popular se alude a un refrán bastante procaz lleno de eufemismo: “Está como la gata Flora, que cuando se la meten chilla, y cuando se la sacan llora”. Si quiénes fatigan con este latiguillo conocieran el refrán precedente lo pensarían dos veces antes de proferirlo.

En el peronismo rionegrino parece que llegó la hora electoral para alborotar el gallinero. Y como chicos en la calle no hacen otra cosa más que jugar a la “gata parida”, que consiste en estrecharse unos a otros para hacer salir de la fila a alguno de ellos. ¿No apelan a la expulsión, la disciplina partidaria y otras yerbas parecidas? ¿Quedarán los más guapos?

Avizoran los cargos públicos y se van como gatos al bofe. Si cambian los gobiernos como sus émulos caen siempre parados y en vez de siete tienen vidas infinitas porque se reciclan casi a perpetuidad.

“Diz que dos gatos de Angola/ en un mesón se metieron/ del cual sustraer pudieron/ un rico queso de bola. Como equitativamente/ no lo pudieron partir/ acordaron recurrir/ a un mono muy competente” glosa en versos Rubén Darío “El pleito”, donde al final ambos gatos perdieron porque el mono sagaz se quedó con todo. ¿Quiénes serán políticamente los dos monos de Angola y el astuto mono? El tiempo lo dirá.

Entre tanta gatería los tiempos de gloria del Partido Justicialista rionegrino se han perdido con el transcurso de los años. Mario Franco en sus últimos días instaba a los compañeros a salir a ofrecer las dos palabras mágicas del peronismo: “solidaridad y organización” y que como Prometeo con el fuego con ellas hagamos nuestro, de los rionegrinos, el destino de la provincia y del país.

Lástima que todo pasa, hasta los ideales de grandeza. “Tempora mutantur, nos el mutamur in illis”, como supo decir el poeta latino: “los tiempos cambian y nosotros cambiamos con ellos”.

Pero que estos buenos muchachos no se confundan: las ideas, y sobre todo las ideas rectoras del justicialismo, nunca se han arriado ante nadie. Jamás. Porque están más vigentes que nunca y en eso, ante la impotencia del tiempo perdido, la dirigencia del Partido Justicialista del 73 a la fecha todavía tiene una gran deuda con toda la sociedad.

Jorge Castañeda

Escritor – Valcheta