La crisis del sistema ganadero en la Región Sur ● Jorge Castañeda

El sistema ganadero en la Región Sur de la provincia de Río Negro soporta una de las mayores crisis de su historia, debido a un sinfín de causas que actuando en conjunto hacen casi irreversible su situación.

El Licenciado Mario Martínez Luquez en un meduloso trabajo donde analiza las causas y consecuencias de este fenómeno expresa que “el sector ganadero de la región Sur atraviesa una crisis productiva sin precedentes en su historia”. Y enumera que “por primera vez, se enfrenta a un prolongado período de sequía, dos episodios de cenizas volcánicas, con la consecuente escasez de agua y disponibilidad de pastizales naturales, sumado a un inadecuando manejo de estos recursos naturales durante décadas”.

A lo expresado debemos agregar las últimas contingencias climáticas de lluvias torrenciales con fuertes aluviones que destrozaron campos y caminos, las majadas diezmadas por un inadecuado control de las plagas y el fracaso de una política asistencialista y de subsidios que no enfrenta estas causas sino que se convierte en una especie de paliativos para la coyuntura.

Hace ya varios años el entonces gobernador de la provincia Dr. Osvaldo Álvarez Guerrero señalaba que los problemas de la región sur “deriva de una inadecuada explotación de los recursos naturales, de un manejo de la explotación agropecuaria ineficiente, y de factores políticos, sociales y económicos en general, que han producido un deterioro de las tierras que hace 30 o 40 años aún servían para crear riqueza y alimentar a la población: se trata de una subutilización de los recursos naturales (suelo y agua) absolutamente inadecuada y perniciosa. En otros términos, específicamente políticos: se trata de una muestra acabada de subdesarrollo regional”.

Poco o nada ha cambiado desde aquellos conceptos, al contrario, pasados los años pareciera que el ciclo de lana, como antes fue en la provincia de Buenos Aires, entrara en una etapa terminal.

En una medulosa investigación, Guillermo Gutiérrez, del entonces Instituto Cordillerano de Estudios y Promoción Humana de El Bolsón describía la situación de la Línea Sur expresando que “el 5% de los productores concentra un tercio de las tierras, las que rinden el 50% de la producción. En la otra punta de la escala, el 80% de los productores produce el 30% de la lana; de los pequeños productores se destacan los que tienen menos de 500 ovejas (el 60%, pues no cubren las necesidades mínimas de subsistencia. Los pequeños productores enfrentan, históricamente, una serie de inconvenientes: sus tierras en muchos casos son fiscales, por lo tanto su situación es precaria y no los induce a efectuar mejoras. Las parcelas son pequeñas y se atomizan por sucesión hereditaria.

Por otra parte, la necesidad de obtener más lana para compensar los déficit de beneficios los obligó a aumentar la carga de animales en el terreno, con el consiguiente deterioro de los mismos. Las crisis del mercado lanar han sido recurrentes, y cada período devastó suelos y pequeños productores. En los últimos tiempos la unidad económica mínima ha pasado de 2.500 a 4.000 animales, muy lejos, por cierto, de la cantidad que posee más de la mitad de los productores. Traducido en condiciones concretas de vida, esto significa que la mayoría de los pobladores de la Línea Sur no tienen sus necesidades básicas mínimamente satisfechas”.

En el trabajo del licenciado Martínez Luquez dichos porcentajes se actualizan demostrando que con el correr de los años la situación se ha agravado peligrosamente: “En la región, hay aproximadamente 2.266 establecimientos agropecuarios, más del 80% de éstos, están ubicados en la categoría de pequeños productores, con un rango de 200 a 600 animales anterior a la sequía, viendo agravada su situación socio económica, debido a una disminución considerable del stock ganadero, por la prolongada sequía y la caída de cenizas volcánicas”.

Como un dato comparativo muy interesante para entender la magnitud de la problemática presenta cifras de las existencias ganaderas de ovinos y caprinos del Censo Nacional Agropecuario con los siguientes guarismos: “Para el año 1988, arrojó 2.926.665 animales, para el año 2002 1.686.031 y para el año 2008 1.300.484 animales. Si se considera el período de sequía y las cenizas volcánicas, con sus efectos negativos prolongados sobre la mortandad de animales, las nuevas estimaciones deducidas por relevamientos realizados en la Región Sur al año 2013, estarían en el orden aproximado de 500.000 animales”.

La gran pregunta al respecto y por todo lo expuesto es: ¿Quién se hace cargo de esta situación? ¿Se puede seguir postergando a la región Sur para siempre? ¿Hasta cuándo?

Las causas están a la vista: “la disminución de la actividad ganadera, ha generado un movimiento de población que se expresa como mayor emigración de la población rural”. Grave, terriblemente grave, por qué “las acciones desarrolladas ante las emergencias, no son suficientes para modificar el actual escenario productivo, económico, social y ambiental; imposible de cambiar con medidas coyunturales de asistencia. Hace falta el diseño de políticas de corto, mediano y largo plazo, que aborden los problemas estructurales de la Región Sur”.

Así están las cosas. La dirigencia se tiene que dar cuenta que ya no se puede tratar a toda esta sufrida región en términos de promesas electorales, realizando una fugaz pasada por los pueblos. Hay que tener la voluntad política de querer cambiar esta situación de injustica y cada vecino debe convertirse en un demandante para exigir de una buena vez los cambios estructurales que permitan cambiar esta triste situación. No hay otra manera. Si se quiere todavía se está a tiempo.

Jorge Castañeda
Escritor – Valcheta