Los pibes del olvido • Vicaría de la Fraternidad

La muerte del joven Sebastián Almeyda en la Comisaría 1° de Viedma ha provocado todo un sinfín de interrogantes. En estos momentos llegar al fondo de lo acontecido es muy importante porque una vida más ha tenido un triste desenlace, y esto nos tiene que preocupar como sociedad.

Todas estas muertes deben provocar todo un cuestionamiento en los diferentes ámbitos de la comunidad en cuanto a la forma de abordar las problemáticas complejas que presentan hoy nuestros jóvenes.

La muerte de Sebastián y la de tantos otros en nuestra provincia y en nuestro país, es el reflejo de lo que atraviesa y marca la vida de muchos de nuestros jóvenes, que sumidos en la angustia y la desesperanza buscan evadirse de ese mundo que les tortura y violenta permanentemente.

La vida de muchos de estos pibes, sin contención por parte de la familia y e instituciones del Estado, se convierte en una realidad vulnerable, aprovechada por aquellos grupos que hoy negocian y se enriquecen de esta situación de indefensión juvenil.

Y frente a esta realidad constatamos la absoluta inoperancia y ausencia del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia. No contamos con políticas sociales acordes a la realidad del momento. Es como si la cuestión juvenil no fuese importante en el conjunto de los intereses de nuestro Gobierno. A muchos de los programas de Desarrollo Social lo único que les queda es el rótulo. Han sido vaciados de contenido. No hay personas que acompañen los procesos de los pibes en situación de vulnerabilidad. Es un Ministerio que ha quedado marginado en la pantalla del accionar provincial.

Hoy otras áreas del Gobierno hacen de organismo proteccional en muchas situaciones. Su tarea es otra, viéndose en la obligación de abarcar parcelas que a ellos no les corresponden y para la que no están preparados ni tienen las herramientas necesarias, produciendo a veces más perjuicos que la garantía de derechos. Y todo por la ausencia de los organismos genuinos de protección de niños y adolescentes.
Es por ello que la muerte de Sebastián hay que enmarcarla en medio de esta forma de funcionamiento extraña que está llena de falencias en ésta y en muchas otras situaciones, y donde los pibes olvidados son la consecuencia de un Estado legalista en sus formas e irresponsable en sus hechos.

Como parte de la sociedad, y desde la responsabilidad que nos compete en esta problemática, exigimos políticas sociales concretas que tiendan a un abordaje más profundo de todas estas situaciones logrando la inclusión de nuestros jóvenes, respetando su dignidad de personas.

Estamos dispuestos a colaborar en la búsqueda de políticas claras que ayuden a mejorar la situación que hoy vivimos.

VICARIA DE LA FRATERNIDAD – Obispado de Viedma