Túneles paralelos ● Claudia Beltramino

beltraminoLa última semana de marzo de 2014 resultó un reflejo de un Río Negro en donde el poder concibe a la política como una herramienta de beneficio personal que si, además, casualmente, logra mejorar un poquitín la vida de los rionegrinos, mucho mejor.

Al disparatado escenario de gobierno en donde se dice, se desdice, se anuncia, se pasa al olvido el anuncio, se asumen compromisos que luego desaparecen, se hacen favores que luego se denuncian como actos de corrupción, en donde cualquiera puede decir o callar cualquier cosa, no parece faltarle ningún condimento para resultar irritante.

Es cierto que los oficialismos disponen de recursos ilimitados para acallar conciencias y comprar voluntades, pero el pequeñísimo universo que conforman ambos sectores de este acto comercial, es tan pero tan ínfimo que se convierte en ajeno para el resto de los ciudadanos, tanto que entre el poder y los rionegrinos la relación resulta un homenaje a Sábato: “Y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro”

Unas veces son los ciudadanos los que se desinteresan, ya sea por irresponsabilidad civil ya sea por que convenientemente, a la realidad, mejor ni mirarla. Otras veces son los Estados los que laboriosamente esconden los hechos.

Una Argentina que se retorcía de dolor en el último gobierno constitucional antes del golpe del 76, agredida por organizaciones armadas que pretendían desgastar al gobierno de Isabelita, que pasó de bailarina de la línea de coro en los 50’, a compañera del exilio a partir de los 60’ hasta convertirse en esposa de Perón y de allí a Vicepresidente y luego Presidente con José López Rega de principal asesor.

No vamos a decir ahora que el General estaba grande y podía morirse o que fue una sorpresa que Josecito llegara a donde llegó porque su construcción empezó antes de se produjera el regreso en noviembre del 72. En la misma línea, no es posible deslindar a la Triple A del gobierno Constitucional del mismo modo en que nadie podría creerle a esos montoneros que ahora lucen dientes postizos, el discurso constitucionalista que se adapta a los nuevos cargos con los que fueron reciclándose desde Menem a la fecha.

La verdad es que ese oficialismo tuvo el acompañamiento de la sociedad, la misma sociedad que leyó en alguna tapa de diario que un golpe de Estado había tumbado a Salvador Allende en Chile en septiembre del 73, la misma sociedad que prefirió ignorar los cadáveres que flotaban en el Mapocho o los presos torturados en el Estadio de Santiago. La misma sociedad que cuando se cansó de Isabelita y Josecito y de los jóvenes gloriosos, se olvidó de condenar el globo de ensayo del brigadier Jesús Osvaldo Capellini en diciembre del 75, la previa del golpe definitivo en marzo del 76.

Los presidentes Kirchner utilizaron dolorosos episodios de la historia contemporánea para usufructuar de ellos. Es un hecho. Nadie los vio en la APDH en el 76’. No estuvieron entre sus fundadores como Rosa Pantaleón, Jaime de Nevares, Eduardo Alfredo Pimentel, Ariel Gomez, José Miguez Bonino, Guillermo Frugoni Rey, Roque Raúl Aragón, Jaime Scmirgeld, Alicia Moreau de Justo, el obispo Carlos T. Gattinoni de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, Alfredo Bravo, Susana Pérez Gallart. Tampoco se participaron como el rabino Marshall Meyer, Raúl Alfonsín, Oscar Alende, Adolfo Pérez Esquivel, Emilio Mignone o Graciela Fernández Meijide.

Tampoco y aún siendo abogados ambos, formaron parte de la Gremial de Abogados ni figuran como miembros en ninguna otra organización en donde en aquellos años sus integrantes arriesgaban (y perdían) sus vidas buscando a sus desaparecidos.

No hay un solo antecedente de que hubieran firmado un hábeas corpus a favor de algún ciudadano por el que sus familiares andaban penando.

Sin embargo, esto no les quita mérito a los presidentes Kirchner porque haber instalado a los derechos humanos como una cuestión de Estado que compete a cada argentino, en su tierra o donde esté, es muy valorable.

El 24 de marzo pasado, en plaza San Martín de Viedma, en el acto oficial del gobierno provincial para conmemorar la luctuosa fecha, el Secretario de Derechos Humanos abonó el carácter fundacional kirchnerista en relación a la lucha por la plena vigencia de los Derechos Humanos y frente a un reclamo que le recordó la creación de la Conadep y el Juicio a la Junta, el funcionario de Weretilneck los calificó de simplemente “un paso”.

Más triste aún, el funcionario provincial que estaba acompañado por agrupaciones de jóvenes del PJ sobre su derecha y de la JR sobre su izquierda, se encendió en un discurso en el que, en sustancia, les refería a los jóvenes peronistas que el enemigo eran los jóvenes radicales y nunca, en ningún momento, les advirtió que el enemigo, común a ambos son las fuerzas antidemocráticas.

Tan grosero fue el hecho que desde el bloque radical, regularmente impasible frente a cualquier acontecimiento que despierta el espanto entre quienes no forman parte del gobierno, publicó un comunicado sumamente crítico.

El horror y el sin destino se cerraron definitivamente cuando el bloque de legisladores del FpV replicaron a sus pares del radicalismo respaldando la parcialidad del funcionario que ahora sabemos, no es funcionario rionegrino sino funcionario del FpV.

Esta actitud de los legisladores oficialistas se compadece del permanente silencio de la Comisión de Derechos Humanos que preside Beatriz Contreras que nunca encontró el momento oportuno para luchar a favor de las víctimas de abuso sexual, de exigir que se reglamente la ley que exige el cierre de cabarets para impedir la explotación sexual ni acudió en respaldo de las víctimas de explotación laboral.

La misma legisladora Contreras, tampoco actuó en relación al estado de los penales en Río Negro. De hecho, curiosamente, fue esta misma legisladora la que “cajoneó” un reclamo de la Organización internacional contra la Tortura con sede en Ginebra y cuya representación para Latinoamérica envió nota desde Panamá al titular de la Legislatura Carlos Peralta en tanto una comisión fue impedida de ingresar en marzo de 2013 al Penal 2 de General Roca.

Esta semana que pasó, en ausencia de Contreras y pese a que la Comisión se reunió varias veces en el espacio de los 12 meses anteriores, se pretendió pasar a archivo el reclamo. Un símbolo preciso, exacto, puntilloso de lo que significan los Derechos Humanos con un rasero para el marketing y otro para impedir las torturas.

Doble rasero, doble discurso, 47 legisladores de una Constitución que marca 46, seguros de vida que algunos no cobran y que otros cobran indebidamente y vaciando las arcas públicas con la aprobación de las máximas autoridades institucionales rionegrinas y el visto bueno del Fiscal de Estado; respaldo absoluto a conducciones gremiales que no rindieron más de 20 millones de pesos de fondos de presupuestos provinciales, planes de viviendas nunca concretados que configuran estafa y cuyos autores fueron o son funcionarios públicos; hospitales que se sostienen por el compromiso humano de sus trabajadores; educación para clase media acomodada; educación para pobres sin más destino que engrosar listas de subsidios; educación privada para los hijos del poder; algo de seguridad en las barriadas mejor acomodadas, tierra de nadie, Siria en los barrios de menores recursos. Por túneles paralelos van los rionegrinos en uno, el poder en el otro, sin tocarse, sin verse, sin conocerse ni reconocerse, sin que unos exijan, sin que los otros deban dar cuentas.