¿Quién es usted?

Antes la gente se reía con ganas, se advertía sinceridad en la sonrisa, ahora toma un olor nauseabundo que mata. O no ríen, algunos por tristeza y otros porque se olvidaron que una sonrisa es la curva que te lleva derecho a la mirada. Al final de la vida, si usted es judío, musulmán, cristiano, hindú, blanco, negro, amarillo, gris, verde, rojo, se topa con la muerte.

¿Porqué privarnos de la sonrisa sincera, la bondad y el respeto? Todos, sin importar la afiliación política, religiosa, étnica podemos ser mejores personas y sin embargo, no nos permitimos eso porque todavía no aprendemos nada.

Hay demasiada personas que usan máscaras.

Tienen miedo y se esconden en los audífonos de los celulares cuando caminan por la calle, porque también el celular es una herramienta que sirve de máscara para esconderse.

Hemos perdido buenos modales como el saludo, el acto de solidaridad por ejemplo: ayudar a cruzar la calle cuando una persona lo necesita, darle un trozo de pan al que lo pide, un vaso de agua al sediento, el acto de buena educación, por ejemplo: preguntar al que está al lado nuestro ¿Cómo se siente hoy? etc. Por temor de perder la máscara. Una vez que las máscaras se eliminan, ¿Qué queda? ¿La verdad? ¿Quién es usted? ¿Un trabajo? ¿Huella? ¿Un recuerdo? ¿Una herida? ¿Un color? ¿Un título? Deje su orgullo de lado, sus temores, su odio, libere su corazón.

La tierra no pertenece a nadie en particular y es de todos, cuidémosla. ¿Por qué nos peleamos? Estamos sólo viviendo en la misma tierra, no hay sangre judía, musulmana, cristiana, no existe la sangre azul, al menos yo no la he visto nunca. ¿Usted la vio? ¿Qué enseñamos de los valores y las virtudes a los hijos? ¿Le contamos la verdad de las cosas tal como la vemos? ¿Quién sabe la verdadera historia del mundo? ¿Qué detiene la verdad? ¿A qué le temen?

Las personas se refugian en sus casas, se encierran, y se aíslan del mundo. Nos hicieron creer que vivimos en un mundo individualista y quisimos creer esa mentira. Nos inhibimos decir los buenos sentimientos, sin embargo sucede lo contrario cuando agredimos por fanatismo.

No podemos decir cosas buenas sin ser frágiles, nos mostraríamos débiles y si nos mostramos débiles caeríamos en el error. Y el error es el peor pecado del siglo XXI que no se le perdona a ninguna persona.

¿Prescindiendo de todo esto? No inventamos nada, repetimos y repetimos.

Desafío a cualquiera a demostrar que no actuamos como máquinas.

Vaya, trate de caminar sin su celular en la mano cuando va por la calle y salude amablemente a las personas que se encuentra, pero sobre todo a las del sexo opuesto y de su edad. No lo hará ¿sabe por qué? Debido a que usted no se anima mirar a los ojos del otro. ¿Por temor amar? Tiene miedo de parecer un tonto, y con razón, nadie nos enseña cómo recibir amor. Cuando se deja caer la máscara ¿Qué queda? ¿Quién es usted? ¿Un trabajo? ¿Huella? ¿Un recuerdo? ¿Una herida? ¿Un color? ¿Un título? ¿Un robot? ¿Una chequera? ¿Una verdad? ¿La mentira? ¿Una lágrima? o ¿Una sonrisa?

Recuerde, estamos sólo viviendo en la misma tierra, deberíamos ser menos orgullosos, deberíamos ser menos vanidosos, porque al final cuando nos vamos de esta vida ni siquiera nuestros zapatos preferidos llevamos puestos, simplemente porque no lo necesitamos.

“Estuve humana ¿vio? Si yo pude, usted también puede”.

Roxana Gallego

Viedma – Río Negro