Pichetto: “Es un año complejo, difícil, estoy trabajando con el gobernador, apoyándolo”

Capital Federal.- El senador nacional Miguel Pichetto aseguró que no observa vacío de poder en el Gobierno de Cristina y del panorama político en Río Negro afirmó: “Es un año complejo, difícil y estoy trabajando con el gobernador, apoyándolo. En 2015, veremos.

Lo que sigue es un reportaje que ofreció a la revista Debate, distribuido hoy por su oficina de prensa.

-Parece un momento complicado para el Gobierno nacional. Algunas variables económicas y ciertas incertidumbres políticas así lo indican. ¿Cuál es su diagnóstico?

-Incertidumbre política no veo. Existe un liderazgo político claro, que no está en discusión. Es cierto que la Presidenta ha tenido un problema de salud, como le puede ocurrir a cualquier ser humano. Tuvo su reposo y retomó la actividad, siempre atenta y monitoreando la gestión. Por lo tanto, no veo vacío de poder ni ninguna situación política anormal, como nos quieren hacer creer algunos analistas y la oposición.

-¿Y en lo económico?

-Ahí hay un desafío: mantener las reservas, recuperar el crecimiento y, fundamentalmente, ver cómo se acuerda con los organismos internacionales como el Club de París. Ha habido avances importantes en el tema del CIADI, con el Fondo Monetario… Es el rumbo que la Presidenta ha definido y que nos va a permitir retomar una senda positiva, con un dólar competitivo que aliente las exportaciones y con un esquema de superávit fiscal y comercial… Ésas son las banderas que el Gobierno tuvo durante muchos años y que hay que retomar. La Presidenta está en esa línea. Hay que debatir, por ejemplo, el tema de los subsidios que se otorgan en la Capital y en la primera línea del cordón del conurbano; principalmente, de los barrios cerrados, que producen injustas asimetrías. Y hay que hacerlo con responsabilidad. Algunos sectores requieren de tarifa social, pero hay gente pudiente que tiene beneficios en energía, en combustibles, en gas, que no existen en el interior. Además, son sectores que tampoco hacen ningún reconocimiento ante ese esfuerzo económico.

-¿Aumentará la conflictividad social? En poco tiempo más se empezarán a discutir paritarias, y es una posibilidad.

-Es muy importante el rol de los gremios y de los empresarios. Se necesita de mucha prudencia y razonabilidad. Si todo el mundo tironea, indudablemente se va a terminar lesionando el proceso de paritarias libres que durante todo este tiempo se ha tenido. Hay que encontrar niveles de acuerdo salarial por debajo del 30 por ciento: entre el 24 y el 25. En Río Negro hemos cerrado acuerdos salariales con los gremios de servicios con aumentos de entre el 25 y 26 por ciento.

-¿Cómo ve el juego de los actores en esa disputa?

-Algunas organizaciones sindicales trataron de convocar políticamente para salirse de estos números, pero no han tenido mucho éxito. Sería importante que actuaran con mucha serenidad, responsabilidad, ayudando a la gobernabilidad. La Presidenta siempre sostuvo el criterio de paritarias libres, pero no tendría que ser por encima de los niveles de inflación. Durante la última década, los acuerdos fueron por encima no sólo de la inflación del Indec, sino también de la denominada “inflación del supermercado”.

-Que tres de las cinco centrales sindicales estén en la vereda de enfrente, ¿qué le sugiere?

-Hay que analizar las causas de esa situación. Algunos se diferenciaron del Gobierno haciendo política, y les ha ido muy mal. Han construido partidos políticos que obtuvieron menos de un punto y medio. Otros acompañaron candidatos que no sacaron ni el cinco por ciento. Otros estuvieron con Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires y cosecharon resultados pésimos… Hay que recuperar un sindicalismo peronista que trabaje para mejorar la vida de los trabajadores. Durante esta década se han resignificado los roles de los dirigentes sindicales. Néstor Kirchner y la Presidenta permitieron un sindicalismo vital que no se puede comparar con lo anterior. Durante los noventa aquí no se discutió salario ni condiciones de trabajo, y vimos cómo las empresas quebraban y se vaciaban de trabajadores. En estos años hubo crecimiento, discusión paritaria libre, y tendría que haber habido otra valoración de todo eso. Lo que pasa es que algunos pensaron que podían ocupar un lugar en la política, y la política es un arte complejo, como decía Perón. Y de resultado incierto. No todos pueden hacer política. Como tampoco todos pueden hacer sindicalismo.

-¿Le gusta el estilo Capitanich?

-Me comprenden las generales de la ley, porque soy amigo personal de él. Es un dirigente muy formado, muy capaz. Un hombre joven con una experiencia realmente extraordinaria en la gestión, en el Parlamento… Fue jefe de Gabinete cuando hubo que enfrentar la peor crisis de la Argentina… La verdad es que me gusta la gente que da la cara, que dice lo que piensa y defiende al Gobierno. Creo en la comunicación y en el debate abierto. Hay muchos funcionarios que han estado con perfiles demasiado bajos y tienen cargos muy importantes.

-¿Deberían levantar ese perfil, dice?

-Lo deberían haber hecho durante los últimos diez años.

-¿Por ejemplo?

-No voy a dar ejemplos. Pero si usted tiene un ministro, ese ministro tiene que hablar. Y tiene que defender al gobierno en cada una de las instancias. Si soy presidente del bloque y no defiendo las políticas del gobierno, me tienen que echar a patadas. Claro, eso tiene sus costos. A veces se hace difícil caminar por la calle. Especialmente, en esta ciudad capital. No se puede caminar tranquilo por la playa en Mar del Plata o Pinamar… Hay que tener coraje cívico y poner la cara. Algunos están muy cómodos. En estos años existieron buenas ideas que no tuvieron un escenario de debate político adecuado. Por ejemplo, nunca estuve de acuerdo en no ocupar todos los espacios en todos los medios. Aun en los medios adversarios. Aun en los medios más críticos. Dejar el espacio vacío o que los ocuparan siempre las mismas caras me pareció un error. Que el peronismo no fuera a la televisión fue un error. El espacio de la discusión pública, donde las voces se multiplican, ayuda a la Presidenta a consolidar ideas.

 

-¿En qué lo notó más?

-Hubo muy buenas ideas y proyectos necesarios, como la reforma judicial que oxigenaba la Justicia y la hacía menos conservadora, que se terminaron perdiendo en el debate público. Se puede ganar una ley en el Parlamento, y se puede perder en la sociedad. Esto nos ha ocurrido muchas veces. Es cierto que también hay que tener la convicción de votar leyes que recién en el mediano plazo van a demostrar sus resultados. Cuando uno analiza el debate por el matrimonio igualitario, la posición de la Iglesia argentina era medieval, oscurantista, totalmente retrógrada. Y ahora cuando uno observa al Papa hablando de determinados temas, me resulta interesante ver cómo han evolucionado las ideas. De igual modo, cuando uno ve a ciertos personajes en el Vaticano, saca una conclusión muy interesante: un vaso de agua y una foto con Francisco no se le niegan a nadie…

-Salvo a Sergio Massa, según parece.

Parece que a Massa sí…

El año pasado se lo vio algo distante de algunas decisiones del Gobierno, por más que terminase apoyándolas y contribuyese a que fuesen aprobadas. Se especuló mucho sobre eso.

No… Hice algunas declaraciones que hicieron ruido. En mi campaña, en Río Negro, me sentí muy solo, y soy el presidente del bloque del Senado. No soy un cuatro de copas. Sin embargo, mucho apoyo no me dieron.

-¿Desde el gobierno nacional?

-Me sentí solo. Punto. Con cierta indiferencia. Y eso lo trasunté en algunos reportajes. También dije que no necesitaba politólogos, porque la política la hace el político. Éste es un país muy generoso, en donde a los debates electorales televisivos van más los politólogos y los encuestados que los propios dirigentes. Y yo demostré que no necesito ni encuestadores, ni politólogos. Ni publicidad. Y mal no me fue. Y, además, lo hice defendiendo la política nacional. Hablé de obra pública, de la Universidad de Río Negro… Si se fundaron ocho universidades en la provincia de Buenos Aires, tendría que haber sido elemento de discusión y debate público respecto de lo que significa el gobierno nacional en el distrito. Pero no vi eso. Tenían publicidades maravillosas, afiches y cartelerías… Yo gané por la mía, con la mía, pero siempre apoyando la política del Gobierno. Y aun en los temas en los que no estaba de acuerdo, como en el Código Civil, estuve.

-Fue muy crítico en ese caso.

-El Código Civil tal como está quedando es un verdadero mamarracho. No estoy de acuerdo. No con todo, pero sí con buena parte. Es un esquema armado por los civilistas para destruir el derecho público, para liquidar el derecho administrativo, para que el Estado sea un ciudadano más en la discusión de los intereses controvertidos y siempre mal defendido, con abogados que siempre llegan tarde a las presentaciones, a las contestaciones de demandas… No estaba de acuerdo con el pensamiento y la matriz ideológica de ese Código, que era para manejar las relaciones privadas. El Código de Vélez Sarsfield es bueno. Y el de 1967, pese a que se hizo durante un gobierno militar, estuvo medianamente bien, porque incorporó la Doctrina del Daño. Acá se dicen muchas tonterías y mentiras. Hoy nadie deja de hacerle juicio al Estado. Pregúnteles a los grandes estudios que están patrocinando a las víctimas de Once si carecen de legislación en el actual Código Civil para demandar a la empresa concesionaria y, subsidiariamente, para demandar al Estado. El pensamiento ideológico del Código, hecho por civilistas, coloca al Estado en una situación de extrema debilidad y lesiona fuertemente el derecho administrativo como rama especial del derecho; y avanza en planos en los que no debe avanzar el derecho civil.

-Dejó abierta la posibilidad de una especie de revisión para este año. ¿Se dará?

-Dejé abierta la posibilidad en un tema muy sensible. Nuestro gobierno se ha caracterizado por defender políticas de inclusión e igualitarias. Si votamos el matrimonio igualitario, la fertilización asistida, no consignar después en el capítulo sobre el origen de la vida, que la vida nace en el seno materno por vía natural o bien por la vía de la fecundación del óvulo, a través de los mecanismos de la fertilización asistida, me parece un retroceso extraordinario, incluso previo a la sanción del Código Civil de Vélez Sarsfield. Estoy de acuerdo con que hay una realidad nueva con el Papa Francisco, pero las cosas que son del Estado y que implican políticas igualitarias no se pueden borrar en el Código Civil para darle a monseñor (José María) Arancedo tonterías que no puede pedir… Soy claro en esto, eh. Y mantengo una postura laica. El Código Civil no es el Código Canónico. Y desde el avance del matrimonio civil, en la Argentina, las cuestiones de la Iglesia son de Dios y las cuestiones de los hombres tienen que estar reguladas por normas del derecho civil y no tienen por qué ser introducidas en debates que no corresponden.

-En el peronismo se aventuran varios candidatos. ¿Los ve compitiendo en una primaria a Daniel Scioli, Sergio Massa, José Manuel de la Sota?

Massa ya ha dicho que no.

-¿Nada va a cambiar al respecto de aquí a 2015?

-Me atengo a sus declaraciones públicas. Yo confío, primero, en la reconstrucción de nuestro partido. El peronismo es la columna vertical del Gobierno. La Presidenta le incorporó su impronta, sectores juveniles, movimientos sociales… También lo hizo Kirchner, en su momento. Pero el eje central de la política y de la disciplina, y lo que eso significa a la hora de votar proyectos y bancar las malas, es el peronismo. Además gobierna las principales provincias. Por eso es necesario reconstruir el partido. Por supuesto que en línea con el pensamiento de la Presidenta, que sigue siendo una figura que hace a la centralidad de la política argentina. Nadie desconoce ese dato. Pero el partido tiene que ser una herramienta fundamental. Y, después, me parece que a mediados de año hay que empezar a definir posiciones de cara a 2015, donde la fórmula del peronismo tiene que estar caminando por la calle…

Fórmulas puede haber varias. Competirán en internas abiertas, supongo.

Puede haberlas. De hecho, la ley obliga al proceso de primarias para elegir candidatos. Para ser candidato a senador tuve que pasar por las PASO, aun cuando no había opositores en mi partido.

-¿La ve a Cristina apoyando una de las opciones posibles?

Me parecería interesante que la Presidenta definiera y apoyara a un candidato. Le daría mucha vitalidad y mucha fuerza, y le aseguraría también la posibilidad de continuidad.

Usted aparece más cerca de Scioli en una eventual competencia. De hecho, aparecieron en Río Negro algunas pintadas que los unía.

Aparecieron carteles en alguna calle oscura de Bariloche…

-¿Se siente cerca políticamente de él?

-Tengo una relación de muchos años con Daniel. Lo considero una buena persona, un hombre moderado, y creo que es una de las alternativas más importantes que tiene el peronismo. También Capitanich lo es. También hay gobernadores exitosos que pueden serlo. El gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, por ejemplo, es una figura interesante. El peronismo tiene candidatos. Y me veo siendo parte de ese proceso político.

-¿Se ve disputando la gobernación de su provincia?

-No…

-¿Ya no?

No, no digo ya no. Lo que digo es que éste es un año complejo, difícil y que estoy trabajando con el gobernador, apoyándolo… En 2015, veremos. Yo creo en los proyectos y en la necesidad de asegurar gobernabilidad. Hay que hacerlo tanto en el orden nacional como en el provincial. Como puede ver, estoy en el lugar de siempre. Durante todo este tiempo he acompañado a este gobierno, que ha dado pasos significativos y que, como toda obra humana, tiene grandes aciertos y, por supuesto, cosas para corregir; un gobierno que siempre tuvo una voluntad de inclusión muy valorable, de cara a los trabajadores, al empleo, a la industria nacional. No es poco, ¿no?

 

Para Pichetto, el debate que viene en el Congreso es sobre el rol del Ejército en la lucha contra el narcotráfico, un debate que, admite, abriría una zona “difusa” sobre seguridad interior y delito transnacional. Aunque aclara: “Una cosa es la seguridad interior, cuando ocurre el robo de un blindado, por ejemplo. Y otra cosa son los delitos internacionales de organizaciones delictivas como es el caso del narcotráfico”.

-Desde la sociedad es probable que haya algún tipo de presión para que se aborde esta cuestión en términos legislativos. ¿Cree que es necesario?

-El ciudadano común quiere seguridad y, fundamentalmente, un rol muy protagónico del Estado para seguir evitando las filtraciones en las fronteras. No me parece mal, por ejemplo, que el Ejército esté en las fronteras. Y no me parece mal que pueda ser un factor de control del delito transnacional, que no tiene nada que ver con el delito de la seguridad interior. Esto no significa que el Ejército intervenga en delitos comunes. El narcotráfico no es el menudeo. Por eso hay que armar una nueva legislación. Soy de los que creen que hay que armar una agencia especial, por ejemplo.

-¿Estará en debate?

Tengo algunos proyectos en ese sentido, pero pertenezco a un gobierno, ante todo. Y, más allá de mis iniciativas personales, tengo que tener el respaldo del Poder Ejecutivo para avanzar. Hay que armar un fuero judicial específico de jueces que se ocupen única y exclusivamente de la lucha contra el narcotráfico. Y hay que armar fiscalías especiales, capacitadas.

Parlamento

Con la apertura de sesiones a cargo de la Presidenta, el 1º de marzo comenzará formalmente el año parlamentario. Una nueva composición y ciertas expectativas sobre cómo será finalmente su productividad, en un 2014 sin elecciones, pero con temas candentes por abordar, marcan el pulso de las incógnitas. En ese sentido, Pichetto es optimista sobre la potencia que tendrá el oficialismo. “En el Senado, lo veo bien. Hay una construcción política y un nivel de diálogo con los otros bloques que nos han permitido consolidar siempre una mayoría para los proyectos de la Presidenta”, señala. Y pone el controvertido ascenso del general César Milani como ejemplo de ese estado de cosas. “Lo aprobamos con cuarenta votos. Eso implica una consolidación de lo propio y una alianza táctica con senadores de otros bloques. Y nos permite mirar el año con cierta previsibilidad”, agrega. Preguntado sobre la complejidad en sí del “Caso Milani” y los cuestionamientos que se hicieron, Pichetto respalda su promoción: “Creo que hicimos lo correcto. Ya lo habíamos ascendido cuatro veces. Es decir, cuatro veces examinamos su pliego. Por lo tanto, le puedo decir que lo hemos votado con convicción”. En febrero, Pichetto espera su ratificación como jefe del bloque oficialista, lugar que ocupa desde 2003. O, eventualmente, un nombramiento como presidente provisional del Senado. “No tengo ningún interés especial por ese cargo”, señala hoy. (RD)

 

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