Adios a una amiga

Domingo, 23 de febrero de 2014, 11.00 horas de la mañana, suena el teléfono y la voz de Baby que me comunica el fallecimiento de Aída Dithurbide. Tremendo impacto que me deja helado.

Dos o tres días antes habíamos conversado por teléfono, sin que me diera ninguna noticia de ese fatal desenlace.

Se fue una hermana, mucho más que una amiga. Fue compañera de estudios universitarios y una vez que nos conocimos en la facultad comenzamos una amistad que se tradujo en que formó parte de mi «familia». Fue la «tía Aída» de mis hijos. Uno de ellos debe su actual profesión a su influencia en la toma de decisión para elegir su carrera universitaria y su actual trabajo. Siempre estuvo en los eventos más significativos, cumpleaños, casamientos como invitada especial. Amiga incondicional y como bien se dice «en las buenas y en las malas».

El vacío que nos deja en la familia es enorme, permanentemente estuvo presente, tanto personalmente como por comunicaciones telefónicas que significaron que pese a la distancia domiciliaria en todo momento formó parte de mi vida familiar.

Cada vez que nos venía a visitar era una fiesta. Mi esposa e hijos la recibían con total alegría, una fiesta, llegaba la «tía Aída» y siempre esperaban su consejo y sus opiniones precisas y contundentes que seguíamos y aceptábamos sin dudar.

Excelente profesional, gran ser humano, siempre ayudando al más débil, solidaria, generosa, funcionaria capaz y eficiente. Lectora incansable. Justa y estudiosa. En su actividad como jueza laboral se destacaba por sus conocimientos y por volcarse por el más débil de la relación, tal como se lo mandan las normas laborales.

Integrante de una familia numerosa que no dudaba en brindarle toda la ayuda que necesitara a quien se lo requiriese.

De conducta recta e intachable.

Hoy nos deja un gran vacío difícil de cubrir pero nos quedan sus enseñanzas por lo que vamos a seguirlas sin dudar.

Aída, te fuiste sin darnos ninguna señal de que estabas pronta a partir.

Has sido un «hermana» y a la vez una persona extraordinaria y celebramos haberte conocido y gozar de tu amistad durante toda una vida.

Un sentido abrazo a toda tu gran familia que tuve el honor de conocer y verificar concretamente la unión absoluta que mantenían.

Saludos muy grande a tu madre, hermanas, hermanos, cuñados, cuñadas, sobrinos y demás.

Y en especial a Baby su gran amiga.

No te has ido, estás siempre presente.

Juan Jose Zalesky