Río Colorado revaloriza su historia recordando los orígenes del establecimiento “El Viñedo”

Río Colorado.- Con distintas actividades Río Colorado participó de los actos de recuerdo del histórico establecimiento “El Viñedo” y la Capilla ubicada en el lugar. El ministro de Turismo Cultura y Deporte, Ángel Rovira Bosch, participó de las actividades.

Lo hizo junto al intendente Carlos Pilotti y la directora de Turismo, Alejandra Coltrinari.

El actual propietario de El Viñedo. Héctor Laurence, ha comenzado a poner en valor el establecimiento, y hace dos años terminó con la restauración de la Capilla, en donde todos los años se realiza un evento para que los propios vecinos de la localidad y los visitantes de la región, conozcan parte de su rica historia.

En el marco de esta recordación, ayer sábado, se realizó un circuito turístico guiado a las instalaciones del viñedo y se habilitó, la muestra de artesanos de la localidad de Río Colorado, en el sector frente a la capilla, donde también se ofició una misa. Además se expuso una muestra de fotografías, con imágenes de las distintas épocas históricas por las que atravesó el establecimiento, bordeando las galerías externas del chalet Por último se presentó un espectáculo musical de tango, en la que parejas de baile de tango danzaron en las galerías del antiguo chalet.

El establecimiento “El Viñedo” hunde sus raíces a principios de siglo, cuando bajo la propiedad de la familia Duhau, de indiscutible raigambre aristocrática, comienzan a realizarse las primeras plantaciones de viñas francesas.

A fines de la década del 20, se terminan de construir el chalet de estilo francés, las bodegas, fábrica de envasados y aserraderos, todas instalaciones que van a comenzar a marcar el ritmo de producción de este incipiente poblado.

Por años, muchas familias sobre todo de inmigrantes llegados a estas tierras, optan por radicarse en el Viñedo, dando vida al lugar y a una de las historias más significativas de la región.

La propiedad a fines de la década del 30 pasa a manos de otra de las familias aristocráticas de la Argentina, los Nazar Anchorena, quienes continúan con el desarrollo productivo y económico del lugar.

Para principios de los 80, y de acuerdo a los vaivenes de la economía mundial y nacional, el lugar va decayendo en cuanto su producción, provocando el éxodo de las últimas familias allí afincadas, pasando a ser propiedad del actual dueño, Héctor Laurence,

HISTORIA DEL VIÑEDO

La historia del lugar conocido como “El Viñedo”, se remonta al año 1898, año en el que se construye la Estación del Ferrocarril Coronel Eugenio del Busto.

Esas tierras eran con anterioridad, propiedad de un francés de apellido Bordelois.

En el año 1908, las tierras fueron compradas por la familia Duhau, pero sobre todo administradas por la señora Candelaria Fourllerac de Duhau.

Por esos años, intenta que le otorguen un permiso para poder regar una superficie de 60.000 hectáreas que posee dentro del territorio, pero este permiso se le niega. A partir de allí va a comenzar entonces con el desarrollo de un riego incipiente y con las primeras plantaciones de viñas en la región.

Para ello, contrata a un enólogo llamado René Salles, de origen francés, que es quien comienza con las primeras plantaciones de uvas de tipo francés.

La familia Duhau, sobre todo a pedido de sus hijos, construye la gran casa de estilo francés que aún se mantiene en pie; se construye la bodega, se levantan los primeros edificios, y ya para el año 1920 puede decirse que es muy importante el desarrollo del lugar.

La familia Duhau era en sí misma una familia muy adinerada, de hecho una de los hijos de doña Candelaria, fue Ministro de Agricultura de la Nación durante la presidencia de Agustín P. Justo en el año 1932.

En la región de Río Colorado, los vinos de Duhau fueron muy famosos, y durante años las bodegas de su establecimiento, con sus toneles de roble, fueron los únicos que hubo en la región.

A fines de la década de 1930, ellos venden el establecimiento que pasa a manos de Alberto Nazar Anchorena, miembro de otra de las familias aristocráticas de la Argentina.

Esta familia mantuvo en su poder por muchos años el lugar, y ésta es la razón por la que para los riocoloradenses el lugar sigue siendo más conocido como “Viñedos Nazar Anchorena”.

En realidad, el lugar desde sus inicios se denominaba Establecimientos Lutecia, aunque para el común de la gente sigue siendo El Viñedo.

La familia Nazar Anchorena construye en el predio varias viviendas, que serán destinadas a albergar las familias de trabajadores, y también construye una capilla, que hace pocos años fue nuevamente restaurada.

Durante los años de apogeo del Viñedo, y ya en propiedad de los Nazar Anchorena, llegaron a vivir allí hasta 300 familias, ya que el lugar no sólo tenía producción de uvas y vinos, sino que además se embasaban frutas, se realizaban conservas, como así también dulces de todas las frutas que allí se producían.

Además el lugar contaba con sus propios talleres y aserradero. El sistema de producción implantado por los Nazar Anchorena, era un sistema muy cerrado.

Los sueldos eran pagados con bonos o moneda propia, que eran canjeados allí mismo dentro del lugar, ya que además se contaba con una proveeduría que brindaba todo lo necesario a las familias allí afincadas.

Desde muy temprano, se comenzó con la idea de tener una escuela propia, que al principio funcionaba en la propia casa chalet. La primer maestra fue precisamente Celina Juliá, una de las hijas del fundador de la colonia Juliá y Echarren.

Luego la escuela fue funcionando en diferentes espacios dentro de la propiedad hasta que consiguió ya en la década del 80 su propio edificio fuera del establecimiento, cerca de la Estación Eugenio del Busto. Con los años, y de acuerdo a los vaivenes políticos de la historia argentina, el lugar va decayendo en importancia.

Con el fallecimiento de Alberto Nazar Anchorena, la propiedad pasa a sus hijos, y sobre todo bajo la administración de Federico Nazar Anchorena.

Ya en los años 80, comienza entonces el lento éxodo de las familias que allí vivían y trabajaban, y el lugar que fue durante años sinónimo de producción, comenzó a decaer en cuanto a su importancia, comenzando a ser desde esos años, uno de los sitios más importantes de la identidad local.