Resurgir, una vez más ● Susana Dieguez

Si hacemos un repaso de la prensa, luego de las elecciones
legislativas del 27, podemos demostrar, a través de un hecho objetivo, exacto y cuantitativo -como son los resultados legislativos- la polisemia de los discursos mediáticos. Pero la política no es amiga de las interpretaciones unidimensionales; de ahí, la catarata de elucubraciones después de una elección.

Los medios opositores se regodean ante el surgimiento de Sergio Massa. Después de haber esperado tantos años el despegue de un líder que pueda hacerle frente al kirchnerismo, y la diferencia de casi 12
puntos con el candidato de Lomas, parece cerrarles definitivamente.
¿Será suficiente, entonces, para hablar de fin de ciclo?

Una de las características del kirchnerismo es la capacidad de
recuperación ante la presión y la adversidad; el resurgir a través de
saber leer las demandas sociales, y actuar en consecuencia. El inicio
de la presidencia de Néstor Kirchner es uno de los ejemplos.
Recordemos que asumió con el 22,2 % de los votos y el porcentaje de
desocupación alcanzaba el 25 %. La Argentina vivía una de las crisis
económicas y sociales más fuertes de su historia. Pero, como buen
conductor político, Kirchner fue conteniendo el malestar y supo
retomar el ejercicio del Estado, consolidándolo de manera presente y
sólida, como ordenador de las políticas socioeconómicas. La defensa de los Derechos humanos, la conformación de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el fortalecimiento de los procesos políticos regionales, la política de desendeudamiento con el FMI, la regulación laboral, etc, etc.

Todas estas conquistas se efectuaron en los primeros tiempos de su
gobierno y lograron revertir el descontento que existía en relación a
los políticos, haciendo que su índice de popularidad suba de manera
inesperada, redefiniendo socialmente el concepto de política como
única herramienta posible para la transformación.

Otra de las derrotas que supo interpretar el kirchnerismo fue la del
2009, con Francisco De Narvaez, también en una elección parlamentaria.

Los medios volvían a hablar del «fin de la era K». Y Néstor y
Cristina, con el coraje y la valentía que los caracteriza, jugaron la
carta de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual, dando batalla
al monopolio e instalando en la agenda pública la apropiación de Papel Prensa, el manejo y la manipulación de los medios y hasta la postura golpista que algunos de ellos expresan permanentemente (ante el rencor que mantienen hacia un Gobierno que los expuso después de tantísimos años).

Después del 27 de octubre, es necesario resurgir nuevamente. Aunque no fue una derrota -porque el FPV mantiene la primera fuerza a nivel
nacional y conserva las mayorías parlamentarias-, no se puede soslayar el importante caudal de votos de Sergio Massa en la provincia más importante del país. Y ante el nuevo mapa político post electoral, el multimedio se relame vaticinando, una vez más, un «fin de ciclo». En realidad, deberían hablar de fin de mandato, nunca de ciclo: la experiencia de Dilma Rousseff en Brasil es un claro ejemplo de la continuidad de un proyecto político.

Además, de presidenciable a presidente (por más obvia y absurda que
resulte la aclaración) hay una gran diferencia. Y no sólo Massa salió
fortalecido: hay aspirantes en Capital, Santa Fe, Mendoza, Córdoba,
etc. Viendo las experiencias de los últimos años, las fuerzas de la
oposición tienden a dispersarse, privilegiando los proyectos
individuales, en desmedro de la efectiva vocación de poder (prueba de
que esos vedettismos no están superados son los primeros roces entre
Macri y Massa, con las urnas aún tibias).

El camino hasta octubre del 2015 es largo: no basta sólo con el
establishment a favor y el visto bueno del monopolio mediático que
presenta tapas con besos apasionados, (el fallo de la Corte Suprema
sobre la Ley de Medios, por otra parte, promete disputas más
democráticas en lo mediático). Quienes quieran llegar con chance,
deberán construir poder desde el territorio -a diferencia de una
banca-, armar con gobernadores que movilizan, con intendentes que
suman, negociar, contener, saber conducir; no les será sencillo. A los eventuales interlocutores políticos no les bastará con
embellecimientos municipales, promesas sobre la inseguridad y la
inflación o discursos en contra de la supuesta confrontación.

No subestimemos, entonces, a nuestra fuerza política y su gran
capacidad de recuperación, que siempre supo consolidarse bajo presión
y redefinir el rumbo ante el reclamo social. Tampoco minimicemos la
política confundiendo realidad con expresión de deseo, ni mucho menos
ignoremos el sentir popular y la fuerza que representa un Proyecto
colectivo que ha transformado la realidad de hombres y mujeres,
construyendo una Patria más justa, solidaria, comprometida y, por
sobre todas las cosas, fortalecida y plena de derechos.

Susana Dieguez

Diputada FPV