Respuesta a la nota de Juan Marsal, titular de la APB

De ninguna manera es mi intención contradecir un principio básico de todo trabajador, como lo es percibir su salario en tiempo y forma, despreocupándose de las peripecias que debe hacer quien intenta llevar adelante un proyecto económico con las presiones que supone la alta carga impositiva, la exigencia lógica de quien trabaja, y el deterioro importante que ha sufrido el mercado en pequeñas localidades, como por ejemplo la nuestra, Bariloche. Usted mismo lo ha dicho: “Somos trabajadores y queremos vivir de nuestro sueldo. No somos socios, ni amigos, ni compinches de aventura, sino empleados. Hoy existen radios que llevan 20 años en el aíre y jamás tuvieron un trabajador en blanco”.

Lamentablemente, quienes alguna vez tuvimos un medio a cargo, también nos dimos cuenta, tarde… muy tarde… de que tampoco éramos amigos. Y señalo justamente este punto, porque no se puede negar que a lo largo de la historia de los medios libres en Bariloche, la mayoría de los que han dejado una huella importante, aunque más no sea en el recuerdo de la gente, han sido aquellos que surgieron del esfuerzo de un grupo de amigos entusiastas, con un proyecto común llevado adelante en forma democrática y en el que todos contribuían y contribuíamos a su crecimiento conjunto.

Jamás se habría podido poner en marcha un proyecto como el que inicialmente llevó adelante Gente de Radio, conformando una cooperativa (aunque no en los papeles) si cada uno de la inmensa cantidad de participantes de la misma hubiese pedido un sueldo fijo con cargas sociales y demás beneficios legales. No porque no nos correspondiera como trabajadores, sino porque teníamos la idea clara de que nos sumábamos a un proyecto común.

Tampoco se podría haber llevado adelante un proyecto con la calidad que tuvo radio Mascaró. Al esfuerzo inicial de quienes pagaron los equipos, pusieron su vivienda como estudio, su tiempo y su dedicación, ninguno de los cientos (si cientos) de entusiastas apasionados por la apertura que en ese momento significaba la proliferación de radios FM hubiese osado pedirle a quienes iniciaron el proyecto un sueldo para sumarse a ese otro proyecto común apasionante y que sembró la semilla que permite en la actualidad la existencia de muchos profesionales de la radio.

Claro que es difícil llevar adelante un proyecto común. Y el tiempo inexorable, junto a la sociedad capitalista en que vivimos termina por derrumbarlos: allí tomamos cuenta de su frase: «no somos socios, ni amigos, ni compinches de aventura….» pese a que un inicio lo fuimos.

Tampoco quiero cuestionar la necesaria ley de medios, con la cual acuerdo en su totalidad y considero necesaria. Pero también debo señalar que la ley de medios, más allá de su formalización actual comenzó a aplicarse a partir del año 1998 cuando desde el gobierno Menemista se alentó la instalación de nuevas radios de FM (gracias a los bajos costos de esa tecnología) y se permitió su proliferación llevando el espectro casi al estado de anarquía, hecho que no ocurrió gracias a la autorregulación del mismo, que en lugares como Bariloche funcionó a la perfección.

Es esa misma proliferación de medios (más de 60 radios en Bariloche) la que hace imposible que la radio aquí sea un verdadero emprendimiento económico. Es realmente imposible que todas esas radios puedan convivir en un mercado cada vez más pequeño, y que se comparte con productoras, programas de televisión, sitios web, revistas, boletines, diarios y demás emprendimientos, que obviamente también desean ser tenidos en cuenta desde lo publicitario.

Esta es una realidad, de Bariloche, y de cualquier pueblo que vio crecer a sus medios de la misma manera. Su crecimiento no fue acompañado por el necesario apoyo económico.

Entiendo que es fácil hacer ese reclamo, insisto… totalmente lógico, desde la postura y el lugar de quien cobra su sueldo mensualmente con puntualidad por pertenecer a una empresa del grupo Clarín. En Bariloche, solo cobran sueldos en forma puntual y están en regla quienes trabajan en medios de ese grupo. El resto, hace lo que puede, lo que las migajas del mercado le permiten, e idean salidas más o menos ingeniosas para llevar adelante su proyecto, confiando en sus amigos, en sus proyectos comunes, asociándose, formando cooperativas, etc… las que luego se destruyen al tomar conciencia nuevamente, como usted mismo dice, de que «no somos amigos»•

Habría que preguntarse por que causa, todo proyecto que se inicia en forma compartida y entusiasta, termina en el fracaso y en el caos, por desinteligencias personales, destruyendo además tantas amistades. ¿Será que al principio todos compartimos esas mismas expectativas de trabajo grupal, y luego muchos se fueron desentendiendo de sus postulados originales para ponerse en el papel de trabajador damnificado?

También habría que preguntarse, por que causa, quienes tienen medios a su cargo y están en condiciones de abonar sueldos y cargas sociales a sus empleados no lo hacen. El ejemplo claro es el de los cables locales, como por ejemplo AVC, el cable de la CEB, que teniendo la capacidad de cumplir con la ley de medios, no lo hace, pese a la indiferencia de todos los periodistas de Bariloche, que aceptan de buena gana el concepto de «socio de proyecto o productor independiente» que sus autoridades proponen para evitar responsabilidades legales, pese a que la ley los obliga a contar con programación propia. Es curioso como desde los mismos periodistas no se exige ese cumplimiento. Y es curioso también como cuando se reclama judicialmente a la CEB que cumpla con estas obligaciones, ningún periodista de Bariloche se pronunció al respecto invocando esos mismos derechos. Pero no deseo llevar el tema a algo personal.

Lo que aquí expongo, no tiene por objeto confrontar, ni tampoco minimizar la responsabilidad que a todo empleador le toca. Pero si el de poder contribuir con una visión un poco más amplia, sobre cuales son las dificultades que se tienen para llevar un medio adelante y cual fue el verdadero origen y motor de crecimiento de los mismos, mostrando además una realidad difícil de resolver solo con la implementación de la ley de medios.

Honestamente creo, que hay que pensar en alternativas distintas para que los medios no se conviertan en kioscos unipersonales o familiares, evitando así las presiones expuestas, si es que se desea una mayor apertura a la gran cantidad de periodistas, en permanente aumento. De otra manera asistiremos a la hiperproliferación de radios (hasta que la banda estalle) y a la inundación de sitios de noticias, diarios, revistas, boletines… todos emprendimientos individuales que llevarán adelante los cientos de desocupados que tendremos en el futuro eligiendo entre poner su propio medio, o en convertirse en jefe o asesor de prensa de cualquier institución o político de turno que tenga la capacidad de ofrecerle un sueldo fijo.

Néstor Echarte
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