Bariloche: una ciudad incierta y previsible a la vez ● Luis Vallazza

Lo sucedido en la particular elección que vivió Bariloche el domingo pasado confirma comportamientos que son constantes y se repiten en cada elección de la ciudad lacustre, a la vez que aparecen nuevos elementos que pueden profundizar el análisis político.
Por señalar alguna de las cuestiones que permanentemente suceden en Bariloche, se puede afirmar que es una plaza electoral que se caracteriza por quebrar el tradicional bipartidismo que se observa en otras zonas del territorio nacional. Una gama variopinta de diferentes fuerzas políticas, llevando distintos candidatos -que van desde un funcionario de la dictadura que salió segundo representando a la UCD, hasta prestigiosos y honestos vecinos- han estado entre los tres primeros puestos peleando la Intendencia desde el retorno de la Democracia. Guillermo Decker, Víctor Enevoldsen, Leonardo de Ferraris, Carlos Bravo, Luis Brogger, Sandra Guerrero, Carlos Valery y Gustavo Genusso son los nombres de cada una de estas elecciones aludidas. Sólo Alberto Icare – en su primera presentación, en pleno contexto nacional del “que se vayan todos”, luego de la renuncia de Atilio Feudal – logró alcanzar la Intendencia desde una fuerza puramente local. Salvando esta excepción, las buenas elecciones de propuestas que se presentan como “locales” – más allá de que algunos medios lo muestren como una “sorpresa”- fue lo que siempre sucedió en esta ciudad, aunque se modifiquen los protagonistas y fluyan nuevas siglas partidarias.

En algún momento , estas derrotas sucesivas de los proyectos “vecinalistas”, se explicaron por diversas razones, como que las elecciones eran simultáneas con las provinciales y/o nacionales, por las boletas con listas sábana, por el “acarreo” de los votantes, y por varios otros motivos que van perdiendo fuerza al perfeccionarse los mecanismos electorales – valga la paradoja- por normativas aprobadas por los partidos mayoritarios, los mismos que son acusados de beneficiarse por aquellas “malas prácticas” desterradas .
Motivos más recientes publicados en medios periodísticos para explicar la derrota en las urnas por parte de algunos de los protagonistas, atribuyen a que en determinados sectores sociales se “razonaría” más que en otros. Según este extraño ensayo de análisis sociológico, un habitante que tiene más recursos económicos y/o pertenece a la “Clase Media” pondría más “razón” y menos “emoción” al votar, que una persona que habita en un barrio popular, la cual está condenada a ser manejada por la “emoción”. Esta mirada desvaloriza profundamente a los sectores populares por la connotación primitiva que se atribuye a la “emoción”, los cuales no llegan a “razonar”, como los sectores medios, donde los resultados les fueron menos adversos. Y como esto fuera poco, también se acusa livianamente de que los ganadores “compran los votos”.
Intentando encontrar y problematizar el análisis con elementos no tan reduccionistas, maniqueos ni estigmatizantes, se pueden ensayar algunos otros motivos – siempre reconociendo que lo objetivo es subjetivo a la vez- que traten de explicar lo que pasó el domingo pasado en Bariloche.
Es cierto que la del domingo fue una elección local, pero el mismo que es “vecino” de la ciudad, es “rionegrino” y es ciudadano de nuestro país. ¿Se puede imaginar un pueblo que funcione aislado de su contexto, historia e identidad colectiva, por más “local” que sea la compulsa electoral?
Los logros del Gobierno Nacional en la última década en materia de restitución de Derechos, reactivación de la economía, disminución de la desocupación y redistribución del ingreso, han impactado fuertemente en los sectores populares, por lo que no es para descartar ni desvalorizar la asociación del voto local, con la adhesión de cada candidato con el proyecto político del Gobierno Nacional. Todo esto se potencia si se observa que regiones turísticas fueron especialmente beneficiadas por el actual modelo económico, ya que el flujo de turismo nacional e internacional es totalmente distinto a las épocas de la dolarización de la, economía, donde Bariloche tuvo una importante recesión. Así, el Partido Justicialista y el Frente Grande lograron sumar casi el 55% de los votos. En la misma lógica, quienes pretendieron expresar su oposición al modelo nacional, también tuvieron su opción entre los candidatos apoyados claramente por fuerzas partidarias no-kirchneristas.
Sin embargo, la cuestión nacional – así como es imposible obviarla – tampoco puede agotar el análisis de lo sucedido.
Maru Martini asumió el desafío del interinato y la posterior candidatura con muchas más desventajas y/o amenazas que las fortalezas y oportunidades que se le presentaron en ese espinoso camino a transitar. Por un lado, porque había acompañado al intendente destituido tanto en la interna como en la general, y obviamente había celebrado ambos triunfos con él. Era esperable que se argumentara en su contra que era lo “mismo” que se había sacado, o que se la acusara de falta de lealtad desde el “goyismo” destituido. Además de esta pesada mochila, la situación en que se encontraba la ciudad al asumir el interinato– graficada en un Centro Cívico colmado de protestas y reclamos de todo tipo- era realmente grave y de un tremendo caos.
Tampoco la ayudaba la “estadística” de Bariloche para aquellos que condujeron la ciudad., ya que -volviendo a hacer la excepción del carismático Beto Icare, un verdadero fenómeno político- todos los demás intendentes en ejercicio que buscaron ser elegidos para continuar gobernando fracasaron rotundamente en las urnas (César Miguel, Darío Barriga y Marcelo Cascón)- Esta realidad histórica – que algunos denominan como el “desgaste de la gestión”- interpela al argumento sobre las supuestas “ventajas” de tener la estructura o de estar en el Gobierno.
En Bariloche por lo menos siempre fue al revés: les fue a casi todos muy mal.
Sin embargo, los breves meses de interinato también fueron la única oportunidad que le daba el destino a Maru Martini para demostrar que era capaz de ser Intendente, y supo muy bien jugar esa carta. Logró cierta “paz social”, saneó las cuentas, armó un gran equipo de gestión con gente honesta y capaz, se plantó frente a intereses privados en defensa del Bien Común de la comuna, priorizó la cuestión social, gestionó importantes recursos del Gobierno Nacional -gracias al apoyo y acompañamiento incansable del Senador Pichetto-, fundamentalmente para reactivar la Obra Pública- y además de todo esto mejoró sensiblemente la calidad institucional de la democracia concretando la elección circuital y promulgando la iniciativa frentegrandista de la Boleta Unica.
Un justo equilibrio de las razones relacionadas con el contexto nacional y la acertada gestión de gobierno del interinato pueden explicar perfectamente los resultados electorales del último domingo, y la aprobación que la ciudadanía hizo para que siga gobernando la actual Intendenta.
Si bien es incierto el futuro, es previsible que ambos factores jueguen también un rol decisivo en los próximos dos años, para que esta tendencia cambie o se consolide y se proyecte hacia un nuevo mandato.

Licenciado Jorge Luis Vallazza
Ex ministro de Desarrollo Social