Simetrías, variaciones y la consigna del ´45 ● Pedro Pesatti

Pocos dudan, en la Argentina actual, que el primer peronismo produjo un proceso político, económico, social sin precedentes y de características revolucionarias. Como prueba, hoy es casi imposible escuchar voces condenatorias a la figura de Eva Perón aunque, mientras vivió, y también después de su muerte, fue objeto de los peores epítetos.

En efecto, por encarnar la lucha de un pueblo, que advirtió en el presidente Perón el liderazgo que necesitaba para emanciparse de las clases dominantes y protagonizar su propio destino, Evita es y será el mejor ejemplo para analizar el comportamiento de las fuerzas políticas que todavía subsisten en el país como contracara de los proyectos populares y nacionales de mayoría.

Pero ese primer peronismo tiene una consecuencia más importante que la mera opinión sobre los tiempos pasados: las realizaciones del peronismo de esta última década.

El programa de gobierno que puso en marcha Néstor Kirchner en 2003 es como una paralela exacta del camino que transitó aquel primer peronismo. Los casos que prueban esta simetría abundan.

El 22 de noviembre de 1949 el presidente Juan Domingo Perón eliminó todo tipo de arancelamiento en el sistema universitario, consagrando su absoluta gratuidad -hecho poco conocido pues se suele pensar que la Reforma de 1918 implicó también esa medida- y cuya importancia fue clave para garantizar el acceso de los sectores populares a la educación superior. Durante su gobierno, además, la tasa de analfabetismo se redujo al 3 por ciento y se construyeron 8.000 escuelas en todo el país.

En el proceso de nuestros días, el gobierno nacional destina algo más del 6% del PBI al presupuesto educativo, valor que no supera ni iguala ningún país de la región o de escala similar al nuestro; ha construido más de 1.500 escuelas y entregado, a la fecha, 3.074.758 netbooks a través del programa Conectar Igualdad. Puso en marcha el programa FINES para abrir nuevos canales de formación en el universo de ciudadanos que por diversas razones no pudieron completar sus estudios primarios y secundarios. Al mismo tiempo, fomenta la formación en ciencias a través del programa Becas del Bicentenario y la repatriación de investigadores y científicos a través del Programa Raíces.

La lucha de Eva Perón hizo posible que el derecho de las mujeres a votar fuera comprendida por la legislación argentina recién en la segunda mitad del siglo XX, de la misma manera que la creación de las provincias, otrora territorios nacionales, permitió igualar los derechos políticos de todos los ciudadanos del país. Hoy, el derecho de los jóvenes mayores de 16 años a votar equivale a profundizar una misma línea histórica de extensión de derechos para más democracia.

El primer peronismo puso en marcha una política salarial revolucionaria. La participación de los trabajadores en el ingreso total de la economía llegó a representar el 56,7% en 1950. Junto con ello, se dictaron estatutos específicos por actividad, leyes de previsión social, de jubilación y pensión. Se consagraron los derechos sociales de los trabajadores, de los niños y los ancianos. El acceso a la vivienda fue reconocido como un derecho y se construyeron 500 mil casas familiares en todo el país.

Con el gobierno de Néstor Kirchner los trabajadores reconquistaron el sistema de paritarias para la negociación salarial y los convenios colectivos de trabajo. Se derogaron todas las leyes de flexibilización laboral, se restatizaron las cajas de jubilación y se introdujo un sistema de movilidad automática en los haberes previsionales. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner creó la Asignación Universal por hijo, promovió la ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género y la ley de fertilidad asistida. Más de tres millones de personas pudieron acceder a una jubilación y se concretaron a la fecha 989.627 soluciones habitacionales.

Perón puso en marcha un marcado proceso de modernización económica e industrialización del país que luego del golpe de 1955 sería sistemáticamente bombardeado, hasta alcanzar su grado máximo de destrucción durante la dictadura de Videla y el plan económico de Jose Alfredo Martínez de Hoz, heredero de una vieja familia ligada a la Sociedad Rural y al pensamiento antinacional que ha caracterizado a esa entidad desde su fundación.

Aquella lógica económica del primer peronismo se puede resumir en un círculo virtuoso basado en el consumo privado y en su repercusión, con efecto multiplicador, en la totalidad de la economía. Ello permitió que los trabajadores lograran un estándar de vida nunca antes conocido y la creación de una enorme clase media.

Para el pensamiento económico del peronismo, la economía libre no existe: o la regula el estado en beneficio de la comunidad o los monopolios para su exclusivo beneficio. En razón de ello, Perón nacionalizó el comercio exterior y la banca, combatió todo tipo de monopolios y fomentó el surgimiento de cooperativas para hacer frente a los grandes capitales. Los ferrocarriles, los servicios públicos, los puertos, fueron nacionalizados. Se creó el Banco Industrial para fomentar el surgimiento de las pequeñas y medianas empresas al mismo tiempo que el estado puso fuerte énfasis en el desarrollo de industrias de punta, como la fábrica de aviones de Córdoba o en el desarrollo de la energía nuclear, a partir de la creación, en 1950, de la estratégica Comisión Nacional de Energía Atómica.

Paralelamente, el gobierno actual ha buscado replicar -enfrentando las resistencias lógicas de los sectores económicos con posiciones dominantes- la misma concepción que tuvo el primer peronismo, que implica poner el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social. Esta definición, clave del pensamiento de Juan Perón, que honró Néstor Kirchner desde el primer minuto de su gobierno, es lo que hoy reúne en un mismo espacio al mosaico de una oposición cuyo discurso está organizado por el monopolio del grupo Clarín que lidera el señor Héctor Magnetto y que tiene, en el señor Jorge Lanata, a uno de sus portavoces más comprometidos y amorales.

La literatura de Jorge Luis Borges nos suele enfrentar a una historia que se repite, pero con variaciones. Si en el origen del peronismo Spruille Braden fue el organizador de un mosaico opositor en el que confluían liberales, comunistas, radicales, socialistas y conservadores, en esta última década el que ocupa el lugar de aquel emblemático embajador del imperialismo se llama Héctor Magnetto. Por ello, como ayer, también cabría la consigna del ´45, Braden o Perón, pero con obvias variaciones que el lector puede fácilmente imaginar.

Pedro Pesatti

Presidente del Bloque de Legisladores del Frente para la Victoria – Secretario de Comunicación del Consejo Provincial del Partido Justicialista de Río Negro