Si son peronistas lo disimulan muy bien ● Jorge Castañeda

Los dirigentes del Partido Justicialista de Río Negro, si son peronistas –al decir del general Juan Perón- “lo disimulan muy bien.

Se han cansado de descalificar y postergar a todo aquel compañero y no compañero que piense distinto a ellos, postergando la autocrítica de sus errores electorales, cerrando las Unidades Básicas y los órganos de conducción del Partido para que nadie los impugne. Se olvidan que “la verdadera colaboración no es alabar siempre, sino señalar los errores, hablando un lenguaje claro de realidad, de verdad y de amistad. Porque el verdadero amigo es el que aconseja, y si es el enemigo el que habla mal, es mejor que esté cerca”.

Por conveniencias coyunturales y bastardas han abierto la participación frentista a los pícaros que se sirven de las estructuras partidarias para llegar a los máximos cargos públicos de la administración provincial, olvidándose que “en política, el arma de captación no puede ser otra que la persuasión, porque queremos hombres conscientes que sirvan conscientemente a la doctrina. No inconscientes que por apetencias quieran ponerse al servicio de una causa, que es noble para envilecerla. Los hombres que vengan al peronismo deben hacerlo con la voluntad decidida a poner todos los días algo de su parte para ennoblecerlo y dignificarlo”.

Los dirigentes del justicialismo rionegrino, no todos, tienen de sí mismos un concepto superior del que debieran tener y por eso se creen superiores a los demás compañeros y piensan que los mejores cargos y prebendas deben ser para sí mismos y sus familias, como si el Partido fuera una canonjía para su uso exclusivo, y eso por muchos años, porque nunca quieren quedar afuera. “Cuenta la historia que cuando el famoso Epaminondas, por haber perdido una de sus batallas, fue degradado del ejército y encargado de la limpieza de la ciudad de Tebas, y nunca esa ciudad estuvo tan limpia”. En cambio los nuestros hacen de las derrotas victorias y se encumbran a pesar de todos sus desatinos.

Hemos visto como cada uno conserva su pequeña parcela de acólitos, despreciando la labor de unidad del conjunto, dividiendo a los afiliados y al Partido. “Todos los conflictos que se plantean en la conducción política, dentro del Movimiento, son motivados por esas interferencias. Así  llega el desacuerdo, el que está arriba interviene, observa y dice: “Yo estoy con éste”. Y así se produce la división en el Partido”.

La dirigencia vernácula del Justicialismo debe mostrar cuando está en los cargos públicos una total transparencia y una ética sin claudicaciones, sin nepotismo ni conductas perversas. Porque “el conductor debe ser también un maestro, debe enseñar; y debe enseñar por el mejor camino, que es el del ejemplo. No delinquiendo él, no formará delincuentes. Porque en la conducción del tal palo tal astilla”.

En el Partido Justicialista de Río Negro falta entre otras muchas cosas una escuela de formación para dirigentes porque es bien sabido que “si el Movimiento no realiza la preparación de sus conductores y de sus dirigentes, comete indudablemente un gravísimo error porque puede caer en manos de hombres incapaces y deshonestos. Hay que organizar para que el ejercicio de esa dirección pueda mostrar quienes son los capaces y quienes los honestos, porque para conocer a un cojo lo mejor es verlo andar como dice Martín Fierro. Es en la conducción donde se podrá aquilatar a los hombres, conociendo su capacidad y honradez; y es de allí de donde deben salir los dirigentes. Los dirigentes salen de la acción, y si no, no son dirigentes. Los dirigentes que se hacen a dedo, dan muy mal resultado”. ¡Cuántas veces hemos visto eso los rionegrinos!

En reiteradas oportunidades hemos visto como en las campañas electorales la dirigencia se hace avezada en descalificaciones al adversario, en políticas espurias y clientelistas, en denuncias banales y efectistas. Pero en lugar de ejercitar esas prácticas “se debería estudiar cómo desarrollar la doctrina y como se va a cumplir el deber desde el gobierno. Ganar una elección para fracasar en el gobierno es mal negocio, porque para fracasar es mejor no ganar la elección. Es preferible que la gane el otro; que fracase el otro. Todo esto conforma dentro de nuestra doctrina un principio moral sobre el cual hay que construir toda la acción política”.

La acción solidaria y la fraternidad entre los compañeros se han perdido en un recodo del tiempo. “El Justicialismo es una gran bolsa en la cual cada uno pone un poco de lo que él conquista y de lo que él tiene, de manera que cuando se ponen cosas dentro de esa bolsa nadie se podrá pelear. Se pelean cuando algún vivo quiere meter la mano en la bolsa y sacar algo”.

Solo el tiempo, la capacitación y la actualización de la doctrina peronista, podrá  separar en la dirigencia rionegrina la paja del trigo.

“Quienes quieren oír que oigan. Quienes quieren seguir que sigan: Mi empresa es alta y clara mi divisa. Mi causa es la causa del pueblo, mi guía la bandera de la Patria”. Esperemos que el mandato superior del líder los ayude a retomar el camino, porque Río Negro los necesita.

 

 

 

Los encomillados pertenecen a citas del general Juan Perón

 

 

 

Jorge Castañeda

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