El puente que dividió la ciudad ● Guillermo E. Pintos

7709El monumento al general Roca fue emplazado el 14 de enero de 1940 en el Centro Cívico municipal de Bariloche, el sitio más representativo de la ciudad, que es uno de los destinos turísticos más reconocidos de la Patagonia argentina. A partir de allí, cíclicamente, se repite el debate con sus defensores y sus detractores sobre la pertinencia de la estatua. Además de ícono urbano y fuerte referencia ideológica sobre lo que fue la historia oficial argentina durante buena parte del siglo XX, el monumento está ubicado en una zona sensible de la llamada Campaña al Desierto que significó el exterminio casi total de los pueblos originarios habitantes de la región. Si bien hay otras estatuas del general Roca en distintas ciudades argentinas, la más grande de ellas en pleno centro de Buenos Aires (donde también hay polémica sobre la decisión de dejarla o quitarla), en este caso en particular se agitan sentimientos y posturas políticas que volvieron a emerger con fuerza en el último tiempo. Luego del episodio vivido el 12 de octubre de 2012, cuando se intentó derribarla, vinieron los polémicos saqueos a fin del año pasado –en los que resultaron detenidos y culpados en primera instancia varios militantes de la organización que lideró aquel intento– y, posteriormente, una instalación artística sobre el mismo monumento, parte del proyecto artístico puesto en marcha por el Departamento de Artes Visuales del Ministerio de Cultura de la Nación, que convocó a diez artistas argentinos para intervenir con sus obras el paisaje urbano de la ciudad de la provincia de Río Negro. Entre esos artistas estaba Tomás Espina, profesor de pintura egresado del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA), quien con su instalación “Geometría sagrada” de forma casi accidental, involuntaria (o no, según se interprete), tocó una fibra sensible en la dividida sociedad barilochense.

Así es que terminó viendo cómo, en una sucesión de palabras, acciones, marchas y contramarchas, su obra generó una polémica superadora del mismo monumento a Roca sobre la que se “instaló” (literalmente, se trataba de un puente de madera sobre la estatua). En diálogo con Miradas al Sur, Espina contó cómo se sucedieron los hechos que determinaron, al día de hoy, que la instalación ya no esté sobre el monumento a Roca, envuelta en la marea de tironeos políticos que se sucedieron a su concepción, construcción y emplazamiento, con saqueos dirigidos en el medio y la destitución de un intendente como consecuencia de la candente conflictividad social que vive la ciudad.

“La conclusión es que sacaron la instalación el mismo fin de semana en que asumió la nueva intendente. Yo me enteré por un diario de Bariloche que algunos amigos me recomendaron: la primera medida que tomó fue esa. En ese artículo se refería que todo sucedía ‘con mi consentimiento’: falso, nadie me consultó nada. Nadie se puso en contacto conmigo y hay varios estamentos de por medio como para tomar esta decisión arbitraria. En menos de una semana, la sacaron y negociaron con la gente de la Cooperativa 1º de Mayo, que había tomado el Centro Cívico y se había organizado debajo del puente. Desde la Secretaría de Cultura de la Nación me dijeron que la orden era avalar cualquier decisión de la nueva gobernante. Yo siento que quedé en el medio de un conflicto sociopolítico grande desde el comienzo. Cuando pasaron los saqueos, con el cambio de intendente y la toma del Centro Cívico, termino dándome cuenta de que fui el último orejón del tarro. No hay respeto por el artista y creo que todo esto indica el grado de madurez de una sociedad. Igualmente, debo decir que dadas las circunstancias no correspondía, ni de mi parte ni de los organizadores, pedir que el puente se quede. Era pretender apagar un incendio con nafta”, dice Espina desde las sierras de Córdoba.

LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA

Sigue el monólogo de Espina. “El puente generó controversia mucho antes de instalarlo. Y todo tiene que ver con un sector conservador de Bariloche porque, apenas se supo, los medios locales empezaron a hablar mal porque lo consideraban un ‘mazacote’, una ‘falta de respeto’ que ‘rompe la armonía’ del Centro Cívico. El segundo argumento era que también resultaba peligroso para quienes caminaran por ahí y que, posiblemente, lo podían llegar a quemar. Tienen tanto nivel de influencia estos sectores que el intendente, que ya estaba en un momento crítico antes de los saqueos de fin de año y todo lo que vino después, quiso quedar bien con ellos. Entonces sacó una resolución para sacarlo. Así fue que lo llamaron de Cultura y le dijeron que estaba loco. Al otro día, se retractó y dijo que no iba a sacar el ‘mamotreto’. Uso esta palabra porque siempre la prensa local fue muy ofensiva conmigo. Entonces, cuando se retracta, aparece la Cooperativa 1º de Mayo y se instala debajo del puente. Y ni lo tocaron. Es más, yo estuve ahí y ellos me dijeron que lo iban a cuidar. Lo cierto es que esa estructura posibilitó que tomaran el Centro Cívico y pudieran instalarse a resguardo del viento y la lluvia, entre otras cosas. Situación paradójica… Lo cierto es que el puente quedó en el medio de una situación social de fractura en la sociedad de Bariloche. Si hasta TN corrió la cámara para que no se lo vea…”

De manera involuntaria –fue convocado para participar de un proyecto artístico, no olvidar–, el artista y su obra quedaron en el medio de un tironeo político de insospechadas consecuencias. “También se invisibilizó (sic) el puente desde el lado oficialista. Todo sucedió durante casi diez días y, mientras tanto, no existía. Nadie lo mencionaba ni en los medios locales y mucho menos en los medios nacionales hegemónicos. Recién la semana pasada empezaron a llamarme, pero ya había pasado todo”, relata Espina. Y concluye: “Todo se me fue de las manos, pero igualmente me pareció interesante el desenlace. El arquitecto que se ocupó, apenas lo conocí, me dijo que este puente iba a ser una válvula que mediría en qué momento estaba la sociedad de Bariloche. Y la conclusión es que no lo admitieron. Por otro lado, me parece gracioso porque le dan oxígeno a mi trabajo. El puente trascendió más de lo debido, más de lo que inicialmente pensé al concebirlo como una obra artística. Yo quería trascender la idea de lo que simboliza Roca. Pero a nadie en Bariloche le llegó el mensaje. No es problema mío toda esta polémica alrededor de Roca. Creo que seguimos estancados en esta idea y creo que el ejercicio de la democracia implica un nivel de madurez que parece que no tenemos. Hay que ver si la sociedad argentina está preparada para ciertos estímulos, no digo provocaciones porque no era mi intención ni mucho menos. Pero en Bariloche se convirtió una válvula de escape muy especial. La gente de ahí me contó que en menos de 10 años pasaron de 40 a 140 mil habitantes, y de ellos hay 100 mil marginados, los de El Alto. No hay posibilidad de inclusión, o al menos los resortes de poder de la ciudad no lo permiten. Por eso creo que este episodio es bien simbólico.”

LA POLEMICA MÁS ALLÁ DEL PUENTE

Durante 2012, la agitación político-social sobre el tema Roca sí-Roca no, creció hasta llegar, en la emblemática fecha del 12 de octubre, al intento de derribarlo por parte de militantes de la Cooperativa 1º de Mayo por considerarlo “el responsable del genocidio más grande de nuestra historia”. Los trabajadores de la Cooperativa concurrieron al Centro Cívico por un reclamo contra la competencia ciclística Tour de France, que atrasaba obras que les habían asignado, y aprovecharon el Día de la Diversidad Cultural Americana para protestar por la presencia de la imagen ecuestre de Roca en el lugar. Le colgaron un cartel que dice “Roca asesino” y pidieron que la estatua sea retirada de la plaza céntrica, porque “no representa a nadie en la ciudad”. “Muchos de nuestros compañeros en la Cooperativa son de origen mapuche y la presencia de la estatua es ofensiva porque este hombre mató a sus antepasados”, afirmaron. El episodio puso en la superficie una situación de tensión de varias décadas. Comunidades de pueblos originarios, organizaciones sociales, sindicatos y otros movimientos sociales reclaman desde hace años que se retire el monumento del Centro Cívico por considerarlo una ofensa a los pueblos indígenas que sufrieron la matanza de la Campaña del Desierto.Ya había antecedentes de acciones concretas al respecto. La comunidad mapuche llegó a cubrir la estatua con un manto oscuro en la década del 90, entendiendo su presencia como una ofensa para el pueblo originario, por lo que el monumento tuvo que ser custodiado por Gendarmería. Y el pésimo estado que llegó a evidenciar en el año 2000 motivó que un ciudadano denunciara al municipio, que debió dar explicaciones ante la Justicia y tuvo que iniciar tareas de restauración y mantenimiento. Sin embargo, hay otro sector de la sociedad que ratifica la presencia del monumento del ex presidente o considera irrelevante discutir por esta situación. Enmarcan la Campaña en el proceso de conformación del Estado nacional, y la necesaria extensión y delimitación del territorio; ponderando el avance de las tropas como un suceso primordial de la historia nacional, que permitió el desarrollo de la región. Además, acusan de intolerancia a quienes proponen quitar la imagen de Roca, y argumentan su defensa remitiéndose a su accionar como presidente de la Nación, momento en que ponderó la educación y la inmigración.

Lo cierto es que ese 12 de octubre los manifestantes ataron dos tientos a la estatua, intentaron aserrar las patas del caballo, y comenzaron a forcejear para derribarla, lo que generó la intervención policial y algunos incidentes. Luego los forcejeos se trasladaron a la calle Mitre, aledaña al Centro Cívico, ante la mirada de turistas y participantes de la competencia, hasta que la situación decreció en su tensión. Luego los manifestantes concurrieron a la intendencia y reclamaron dialogar con el entonces jefe comunal Omar Goye, quien los recibió junto al ministro de Desarrollo Social de Río Negro, Ernesto Paillalef. En aquel momento, Goye declaró que la situación se resolvía “políticamente” y que debía discutirse “en los ámbitos legislativos, donde están representadas todas las fuerzas políticas con legitimidad otorgada por el voto popular”. Y la actual intendenta, por entonces presidenta del Concejo Municipal, María Eugenia Martini, aseguró querer “un referéndum para conocer la opinión de la sociedad.” “El tema vale que nos demos la discusión y que los barilochenses decidan”, enfatizó. En tanto, el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, señaló que era incumbencia de Bariloche decidir qué quiere hacer y evitó entrar en la polémica.

Más allá de todo, la imagen en bronce del hombre-símbolo de la Campaña del Desierto, considerado el responsable del mayor genocidio de la historia argentina, continúa enhiesta en la Plaza Expedicionarios del Desierto. Estoico, montado en su caballo, observando el Nahuel Huapi y participando de cada una de las postales y fotografías del emblemático lugar de la ciudad turística más famosa del Sur argentino.
Por ahora, los únicos que hacen justicia a su manera son los estudiantes llegados desde toda la Argentina para el tradicional viaje de egresados: algunos pasados de copas se sacan fotos parodiando el gesto adusto del general o bien dejan su marca en forma de graffitis para satirizar al militar. Es algo.

Osvaldo Bayer: “La gente honesta debe denunciar a este genocida”

Me gusta dialogar principalmente con los mapuches porque es un idioma distinto, son ideales distintos. Es una especie de conversación a cielo abierto. Cuando uno ve los argumentos del señor Mariano Grondona y de algunos historiadores de la Academia Nacional de la Historia… son tan superficiales… Dicen que Roca trajo la civilización.

¿Qué civilización? Esa es la pregunta. Hoy podemos ver lo que esa civilización ha hecho del suelo latinoamericano. Vemos cómo está la Argentina, la violencia que hay en sus calles, el hambre que pasa su gente sin ninguna protección. Para mí desarrollar esta tarea es un deber ético, más cuando leemos las cosas que se realizaron contra los pueblos originarios, cómo se los despojó de todo, cómo se los utilizó también en la nueva esclavitud que creó Roca. Él lo dice claramente cuando envía a los que llama indios prisioneros a la isla Martín García a trabajar en los muros de las fortalezas, cuando los manda a la explotación del azúcar en el noroeste como esclavos en el año 1879. Hay que recordar que la esclavitud había sido abolida en 1813. También envían como sirvientas a las mujeres indígenas prisioneras y se reparten a los niños entre aquellas familias que podían mantener pequeños adoptados. Basta leer estos datos en los diarios de la época para darse cuenta qué perversión tenía esa civilización nacida de la civilización europea. Por eso para la gente honesta no queda otro camino que denunciar.

En nuestro caso empezamos por los monumentos, porque no puede ser que haya muchos dedicados a este genocida de Roca. Es una vergüenza. Uno realmente se siente muy culpable cuando pasa al lado de esas estatuas y lo ve a este hombre de puro bronce.

“Se ha hecho visible un conflicto histórico”

Querida María Eugenia Martini, mi nombre es Tomás Espina y soy el autor del puente que cruza el monumento al general Julio Argentino Roca.

Le escribo porque he quedado muy sorprendido con las noticias de los medios locales que aseguran que la primera medida que usted ha decidido tomar como gobierno es sacar mi trabajo del Centro Cívico. Es harto sabido que los medios de comunicación tergiversan las noticias a su antojo y que incluso mienten (en este caso puedo asegurarlo, pues dicen que van a sacar el puente con mi consentimiento cosa que, como usted sabrá, es absolutamente falsa).

Comprendo que a un gran sector de la comunidad barilochense no le guste mi trabajo y tampoco pretendo que así sea, lo que no llego a comprender es que por esas razones decidan sacarlo del Centro Cívico. Estamos viviendo en democracia y eso implica que habrá cosas que no gusten a un sector y que sí gusten a otro y tendremos que aceptar esas diferencias. Ahora si las razones son la seguridad, tengo entendido que el Ministerio de Cultura de Nación se ha comprometido a garantizarla durante el tiempo que el puente esté en exhibición.

Otro punto que me parece sumamente importante aclarar es que este trabajo ha sido el resultado del esfuerzo y el compromiso de muchas personas que han tomado como propio el desafío de hacerlo y ni siquiera ha sido terminado, o sea que aún no se ha podido dimensionar en toda su expresión. Lo que en los medios titulan como “estructura de madera” es un puente peatonal y hasta que se pueda utilizar como tal, no creo que sea justo que lo juzguen.

También es cierto que este proyecto ha aparecido en un momento muy difícil a nivel político e institucional para Bariloche y no le quito importancia a este hecho, pero también he visto que a pesar de la violencia que se ha manifestado en los últimos tiempos en la ciudad, el puente no ha sido víctima de ningún acto de vandalismo ni ha sufrido ninguna alteración. Muy por el contrario, los manifestantes que han tomado el Centro Cívico en genuino derecho a reclamar trabajo, incluso lo han utilizado como símbolo de su reclamo y eso demuestra su intención de diálogo y sus ganas de resolver ese conflicto.

A fin de cuentas el puente sólo ha hecho visible un conflicto que parece ser histórico en Bariloche y usted como gobierno tiene la posibilidad de resolverlo respetando el derecho de todos a expresarnos. Y si esa es su iniciativa quiero que sepa que cuenta con mi total apoyo, pues el puente expresa en su sentido más profundo la necesidad de generar lazos y trascender las diferencias históricas que nos separan.
Con el deseo profundo de que mi mensaje pueda llegar a la sociedad que usted preside, la saluda cariñosamente

Tomás Espina
Carta a la intendenta de Bariloche, 25 de enero 2013

 

 

Publicado  en Miradas al Sur

cultura@miradasalsur.com