Perito habló del grado de alcohol de Freydoz al momento del hecho

Roca (ADN).- Carlos Soria y Susana Freydoz habrían cuadruplicado el límite legal de alcohol en sangre, que establece para los conductores la Ley Nacional de Tránsito, la madrugada del primero de enero de 2012 durante la cual la mujer ultimó de un tiro en la cabeza con un revólver calibre 38 a su esposo, el por entonces gobernador de Río Negro, en el dormitorio matrimonial de la chacra familiar de Paso Córdoba. La especialista dijo que  teniendo en cuenta un día de celebración y habitual consumo de bebidas alcohólicas como año nuevo,  no son excesivas. Los datos se conocieron hoy en el marco de la quinta jornada del juicio oral que se sigue contra la mujer en la Cámara Primera del Crimen de General Roca, también se supo que ambos tenían medicamentos en su sistema, aunque dentro de cantidades consideradas terapéuticas.
Como en cada jornada el presidente del Tribunal, Carlos Gauna Kroeger, le preguntó a Freydoz si se mantenía en la misma postura de abandonar la sala de audiencias y de permanecer en una sala contingua mientras se desarrollaban los testimonios, a lo que respondió con la frase «sí, me retiro». Vestida con saco de lana gris, con botas, pantalón y remera negra, la mujer se retiró secundada por su acompañante terapéutica y su custodia policial.
Las declaraciones se iniciaron pasadas las 9 cuando el Tribunal citó al portero del edificio del centro roquense en el que desde hacía 16 años convivía el matrimonio Soria – Freydoz. El hombre identificado como Rolando Roharte, aportó algunos detalles de la vida diaria de la pareja y acotó que desde hacía unos seis años también le prestaba servicios como jardinero en la chacra y en las residencias de varios de los hijos del matrimonio. El breve testimonio no aportó demasiados elementos, por lo que se resolvió avanzar en los testimonios de los peritos que intervinieron en el caso.
El primero de los especialistas en prestar declaración fue el médico forense Rolando Scatena, quién fue uno de los profesionales que participó de la autopsia al cuerpo del extinto mandatario rionegrino, que se realizó el mismo primero de enero pocas horas después del hecho, también fue uno de los responsables de la ampliación de autopsia que se realizó a mediados de marzo. El médico detalló que la muerte de Soria se produjo debido a las lesiones destructivas que ocasionó el disparo en el cerebro y a la profusa hemorragia que generó.
Scatena detalló que el proyectil calibre 38 impacto en la zona de la mejilla izquierda debajo del ojo, rompió el hueso e ingresó al cerebro por el hemisferio izquierdo, rompiendo a su paso distintos lóbulos para luego detenerse prácticamente en la mitad del cerebro. La fuerza cinética del proyectil generó además importantes daños por reacción en el hemisferio derecho, ocasionando heridas y hemorragias internas. La herida sangró profusamente en todo momento, incluso en la misma morgue judicial, el fluido inundó la camilla en la que se encontraban los restos mortales de Soria, a tal punto de dificultar la tarea de los médicos forenses.
El especialista detalló que la herida de bala que presentaba Soria en el rostro tenía bordes irregulares, como desgarrados, lo que habitualmente indica que se trata de un disparo hecho a corta distancia, pero la ausencia de marcas de «tatuaje» que deja la pólvora y el hollín de un disparo de arma de fuego efectuado a escasa distancia, hizo que los peritos no se inclinaran definitivamente por esa hipótesis. Tras repetidos lavados de la herida y trabajo de secado con papel pudieron observar y documentar con fotos y videos las características de la herida.
Scatena reconoció que «no era la típica herida de bala de larga distancia», que si bien «el orificio de entrada del proyectil estaba desgarrado, no encontramos rastros de pólvora o tatuaje» y que justamente por estas particularidades se resolvió solicitar estudios microscópicos adicionales que permitieran establecer la presencia o no de pólvora y otros elementos para determinar fehacientemente la distancia a la que se efectuó el disparo que acabó con la vida del gobernador Soria.
Posteriormente la ausencia de pólvora y la ausencia de «tatuaje» en torno a la herida de bala fue confirmada en dos estudios que se realizaron sobre la herida -que fue desecada y diseccionada-, uno en la ciudad de Buenos Aires que estuvo a cargo de peritos de la Corte Suprema de la Nación y otra de mayor complejidad que fue efectuada por expertos del  Laboratorio Regional de Investigación Forense de Salta. Ambas pruebas confirmaron que no existían indicios sobre un disparo a corta distancia. Consultado sobre el resultado de estas pericias y su interpretación, Scatena consideró que «me autorizan a pensar que el disparo fue a distancia».
Respecto a la forma de la herida que la bala dejó en el rostro de Soria, indicó que hay literatura forense que habla de este tipos de casos, especialmente cuando se trata de heridas de bala a distancia en el rostro, en zonas de piel floja, como la mejilla, con soporte óseo detrás que presentan este tipo de características.
Scatena reconoció que por las medicaciones que tomaba Soria para su corazón y otras cuestiones, se encontraba anticoagulado, situación que quedó en evidencia en la abundancia en el sangrado, desde el momento en que fue herido, hasta que se confirmó oficialmente su muerte y cuando fue trasladado a la morgue, inclusive.
El médico reconoció la existencia de pequeñas lesiones sobre el cuerpo de Soria, aunque explicó que se trató de pequeñas marcas que se podrían haber producido en los últimos momentos de vida de Soria, cuando los médicos lo trasladaron desde la chacra al Hospital Francisco López Lima, realizando tareas de reanimación, canalización y asistencia respiratoria. Se preocupó en aclarar también que el cuerpo del mandatario rionegrino «no presentaba signos de lucha o inmovilización».
La trayectoria de la bala dentro del cráneo de Soria fue de adelante hacía atrás, ascendente de izquierda a derecha y que la bala terminó alojada en el centro del cráneo. Este camino quedó claramente marcado en las radiografías que se tomaron del cuerpo poco después de la muerte, allí se ve el paso del proyectil por la cabeza de la víctima, dejando como huella pequeños fragmentos de plomo, huesos rotos y finalmente el proyectil, explicó el profesional.
En el mismo sentido se manifestó el otro profesional que participó de la necropsia al cuerpo de Soria, el médico forense Marcelo Usal. El profesional confirmó también que el cuerpo presentaba sangre en las vías aéreas superiores y que si bien se marcó que el deceso pudo haber tenido un componente asfixíco, se determinó que las lesiones cerebrales que sufrió Soria tenían la entidad suficiente para causarle la muerte.
Usal detalló que el cuerpo tenía los ojos abiertos, que tenía colocados lentes de contacto y que se registró una  partícula de color metálico de reciente instalación en uno de los ojos, cuestión que podría confirmar que Soria se encontraba despierto al momento de recibir el disparo de parte de su esposa.
Alcohol y drogas
El cuarto testimonio de la jornada correspondió a la bioquímica y perito del Poder Judicial, la doctora Cristina Rubio, quien brindó detalles acerca de las pruebas que se realizaron en las muestras extraídas tanto a la víctima, como a la acusada, para determinar la presencia de alcohol y drogas. La especialista explicó al Tribunal que se trata de un «cálculo retrospectivo con margen de error».
Respecto a Soria detalló que al momento de la extracción registró valores que ubicaron al acoholemia entre 1,76 y 2,25 gramos de alcohol por litro de sangre, cantidades que teniendo en cuenta un día de celebración y habitual consumo de bebidas alcohólicas como año nuevo no son excesivas, aunque sí se las compara con el límite legal que establece la Ley Nacional de Tránsito que fija el límite de los conductores en 0,5 gramos del alcohol por cada litro de sangre.
A Soria también se detalló que se encontraron en su sangre rastros de otras drogas, en su caso prescriptas por sus médicos, entre ellas antidepresivos, antihipertensivos, antiácidos y medicamentos para bajar el colesterol.
En el caso de Susana Freydoz, la especialista explicó que al momento de la extracción de sangre que se concretó alrededor de 7 horas después del hecho, el exámen arrojó valores cercanos a los 0,7 gramos por litro de sangre, pero que haciendo el «cálculo retrospectivo» para conocer los valores de alcohol en sangre que la acusada podría haber tenido al momento de disparar contra su esposo las estimaciones ubicaron los valores entre 1,60 y 2,21 gramos de alcohol por litro de sangre.
Respecto a la presencia de drogas en la sangre de Freydoz, la especialista detalló que se hallaron rastros de Alprazolam (Alplax) en la sangre de Freydoz, pero los ubicó por debajo de los 10 nanogramos por litro de sangre, ubicando esa cantidad en «un rango inferior al terapeútico».  Rubio detalló que con esta droga las concentraciones de los tratamientos ordenados por médicos varían entre los 5 a los 50 nanogramos, que cada 12 horas se reduce la concentración en sangre a la mitad y que los síntomas tóxicos por sobredosificación con este tipo de drogas aparecen con cantidades que van a partir desde los 120 nanogramos.
Consultada sobre que pasa en casos, como el de Freydoz, en el cual se mezcla el consumo de bebidas alcohólicas con el de drogas como el Alprazolam, Rubio sostuvo que «en este caso los efectos se suman o se potencian» en su efecto depresor del sistema nervioso central.
Declaró el médico que recomendó su internación
El último testigo de la jornada fue el médico forense Ismael Hamdan, quien relató que cuando se disponía a participar de la necropsia del cuerpo del extinto gobernador Soria, fue citado por el juez de instrucción de la causa, Emilio Stadler, para que evaluara en que estado psicofísico se encontraba la viuda y única imputada por el crimen. En lo personal Hamdan relató que «fue un alivio» personal que le asignaran esta tarea que le permitió evitar «hacer la autopsia a Soria, «que por afecto, por respeto iba a ser la tercera vez que hacía una autopsia a un conocido».
Señaló que en la primera entrevista que mantuvo con Freydoz, la mujer manifestó  un marcado desmoronamiento personal, temor de ir a la cárcel, incapacidad personal de hacer frente a la situación y ciertas ideaciones de prejuicio hacia el Poder Judicial. En esa consulta Hamdan relató que le recomendó a la mujer hacer terapia ocupacional y familiar y que analizara la posibilidad de recibir acompañamiento terapéutico.
Posteriormente Freydoz permaneció en la casa de su hermana en la vecina localidad de Allen, varias semanas después el especialista volvió mantener una entrevista con la acusada, tras lo cual notificó por escrito al Juez de Instrucción que si bien no era un peligro inminente, si existía el riesgo de una crisis, ya que consideró la mujer había llegado a la etapa de ideación suicida, que se materializó en algunos mensajes que escribió en los que daba cuenta de su intención de guardar los psicofármacos que le suministraban, para luego supuestamente intentar quitarse la vida consumiendo todos los medicamentos acumulados.
Tras esta situación apareció la alternativa de internar a Freydoz en el área de Salud Mental del Hospital de la ciudad de Cipolletti, donde si la podían atender y efectuar un seguimiento mucho más intenso que el que tenía en la casa de su hermana. Así fue como hasta el día de hoy, tras más de nueve meses, continúa internada en Cipolletti a disposición de la Justicia en la causa que se le sigue por homicidio calificado por el vínculo, agravado por el uso de arma de fuego y sólo es trasladada a General Roca para las audiencias del juicio.
Mañana en la sexta jornada del juicio, prestarían testimonio los especialistas Cristóbal Heredia, Roberto González, el perito oficial Ricardo Risso, el perito de parte Carlos Luis Cornaglia, Sergio Blanes Cáceres. En tanto la psiquiatra Alicia Hermida, quien atiende a Freydoz en el hospital cipoleño, notificó al Tribunal que por razones de salud no podrá prestar declaración hasta los primeros días de noviembre, por lo que se podrían dilatar las audiencias. En tanto el presidente de la Cámara Primera del Crimen, Carlos Gauna Kroeger, notificó a sus pares y a las partes su decisión de postergar los alegatos, inicialmente previstos para el miércoles 31 de octubre, para el miércoles 7 de noviembre. Por el momento no hubo cambios respecto a la fecha en la que se conocerá la sentencia, que será el 12 de noviembre.