“Éramos y seguimos siendo radicales” ● Militantes radicales

El 16 de julio de 1982 los radicales desafiamos a la dictadura y nos reunimos en la Federación de Box. Ni los organizadores, ni nadie imaginó que el lugar estallaría de gente.
En Buenos Aires era posible cruzarse en alguna calle céntrica a jóvenes que con disimulo sacaban unos pequeños volantes, fotocopias mezquinas y minúsculas convocando a escuchar a Raúl Alfonsín. Pedían que colaboraran en la distribución algunos de estos volantes y que cuando se le acabaran, hiciera invitaciones verbales. Todo esto dicho muy rápido por que, recordemos, burlar la veda política tenía trágicas consecuencias.
Así empezó esa campaña del radicalismo que “no era una salida electoral sino una entrada a la vida”, por que veníamos de tanta pena y tanta muerte que no había otro espacio que no fuera la esperanza.
Y luego cantamos con tantos otros, “somos la vida, somos la paz”, por que eso sentíamos, eso éramos, los que veníamos a arrebatarle vida a la muerte que nos había precedido.
Y fuimos muchos. Tantos como para ganar las elecciones.
“Yo lo voy a votar a Alfonsín. Pero va a ganar Luder”
Ganó Raúl Alfonsín.
Nosotros, tan jóvenes, tan niños, fiscalizando mesas en las que después de las 6 de la tarde se fueron abriendo sobres y la lista 3 imponía al radical para liderar al gobierno nacional. Corríamos a la puerta de las escuelas a gritarles a los que como chasquis corrían a los comités de campaña a dar la voz, “vamos ganando”.

El 10 de diciembre de 1983, el flamante Presidente Raúl Ricardo Alfonsín dijo en el Congreso Nacional:
“El país está enfermo de soberbia y no está ausente del recuerdo colectivo la existencia de falsos diálogos, que, aun con la buena fe de muchos protagonistas, no sirvieron para recibir ideas ajenas y modificar las propias.
El diálogo no es nunca la sumatoria de diversos monólogos sino que presupone una actitud creadora e imaginativa por parte de cada uno de los interlocutores.
El gobierno nacional incita a lleva a cabo una cruzada horizontal y vertical de democratización sobre la base de una acción renovada de los partidos políticos, de las asociaciones intermedias y de cada uno de los ciudadanos, en forma de permitir que los sistemas de fuerzas que anidan en la sociedad argentina se articulen en una convivencia pacífica y creadora”
El radicalismo, con Raúl Alfonsín en la presidencia, llevó a juicio a las Juntas militares –cuando las Fuerzas Armadas tenían poder real-, firmó el Tratado de Paz y Amistad con Chile, la Ley de Divorcio, la Patria potestad compartida, la fundación del Mercosur, el Congreso Pedagógico, todas iniciativas que le valieron una confrontación real, efectiva y muy dura con el poder económico, la Iglesia Católica y las Fuerzas Armadas.
El capítulo de la Ley Mucci, aquella con la que pretendió reordenar a los sindicatos introduciendo a las minorías en el gobierno de las organizaciones sindicales y restringiendo el control de sus fondos, como una forma de «democratizar» esas organizaciones, tiene el anuncio del fin. El voto de Elías Sapag, del Movimiento Popular Neuquino, un partido provincial creado tras la caída del primer peronismo, impidió que se aprobara esta ley y esa derrota quizás marcó el destino. Después la hiperinflación y el Plan Primavera.
Demasiados frentes.
El gobierno de Alfonsín afrontó 13 paro generales.
Carlos Saúl Menem ofreció confort a cambio de bienestar y ganó incluso su reelección afirmando el concepto de que en ese momento los argentinos prefirieron licuadoras por sobre educación o salud.
Imposible no mencionar el experimento de laboratorio que fue la Alianza que reunió a diversos sectores, mayoritariamente al radicalismo con su socio, para nada menor, el Frepaso.
Es curioso que pasados tantos años, tantos menemistas reciclados en frepasistas y que ahora, con legítimo derecho revisten en las filas del kirchnerismo, es curioso que ellos justamente, expíen sus penas o vergüenzas castigando al radicalismo.
Los radicales el 30 de octubre de 1983 votamos a Raúl Alfonsín. Otros, que no eran radicales, también lo votaron. Todos, o casi todos, nos sumamos a esa marcha a la que nos convocó el 30 de septiembre de 1983 en la cancha de Ferro, cuando habló de:
“Una marcha presidida por un profundo sentido moral, por un profundo sentido patriótico, para concretar nada más y nada menos que los objetivos del Preámbulo de la Constitución Nacional de los Argentinos, que yo les pido a todos que lo vayamos repitiendo como sí fuera un compromiso al mismo tiempo que un rezo laico y una oración patriótica que ya empezamos a cantar, porque esto significa que vamos dejando atrás la decadencia argentina.
Estamos en una marcha nueva para constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover al bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino.”
Nosotros, los que firmamos esto, estamos orgullosos de haber votado el 30 de octubre de 1983 la boleta 3 de la UCR por que éramos y seguimos siendo radicales.

Firman
Jorge Ferreira – Hugo Castañón -Adrián Jorge Casadei – Darío Berardi – Mercedes Fluriach –José Luis Foulkes – Héctor Larregui – Sandra Morelio – Mabel Leonardo – Miguel Cardella – Cecilia Torres – Angel Demis – Roger Morales – Belén Scalesa – Rocío Nuñez – Soledad Botinelli – Dinia Castro- Susana Maresi….siguen firmas

Acompañan: Juventud Radical de Viedma – Mesa Comité Seccional Viedma