Cuarta jornada: Declararon amigos y la empleada de Soria – Freydoz

Roca (ADN).- En el marco de la cuarta jornada del juicio oral contra Susana Freydoz por el asesinato del extinto gobernador Carlos Soria, prestaron declaración ante la Cámara Primera del Crimen amigos del matrimonio y la empleada doméstica de la familia. Los nuevos testimonios ratificaron declaraciones anteriores que hablan de celos, mensajes de texto y sospechas de infidelidad que tenían a maltraer la relación de la pareja. 
Poco antes de las 9.20 Freydoz ingresó al auditorio de los Tribunales de General Roca donde se desarrollan las audiencias junto a ella su abogado Alberto Richieri, su acompañante terapéutico y su custodia. Con 18 espectadores registrados y una veintena de trabajadores de prensa, se habilitaron unos pocos minutos para que fotógrafos y camarografos tomaran imágenes del juicio. Posteriormente se mantuvieron las mismas restricciones que en el resto del juicio y los periodistas sólo pudieron recurrir al papel y bolígrafo.
Matrimonio amigo confirmó celos enfermizos
El doctor Edgardo Alberto Peacock, amigo de la pareja desde 1963, fue el primero en brindar testimonio, confirmó las constantes discusiones por celos que tenía Freydoz con Soria y señaló que en los últimos tiempos se había hecho más insistentes hasta llegar al punto de «celos agravados». Acotó que en una cena que mantuvieron días antes del fatídico hecho ambos matrimonios, Freydoz en tono irónico llamaba «papito» a Soria.
Relató que las discusiones en la pareja eran moneda corriente y que Freydoz manifestaba celos de cualquier mujer que estuviera cerca de Carlos Soria. Negó hechos de violencia física entre la pareja y aseguró que no había notado un incremento en la cantidad de bebidas alcohólicas consumidas por Freydoz.
Se refirió a anécdotas de la acusada y mencionó que en un oportunidad se comunicó con un centro de salud de la ciudad para pedir a su directora que despidiera a una kinesióloga que ella sospechada le brindaba «servicios íntimos» a Soria, también contó de un pedido que hizo la acusada para que «bajen a los gatos» de un colectivo VIP auspiciante de la Fiesta Nacional de la Manzana haciendo referencia a las promotoras, o incluso cuando fue a un acto de inauguración del asfalto de la calle Mendoza y le pidió a un mujer que sospechaba tenía alguna relación con su esposo para que se fuera del acto.
Respecto a la supuesta infidelidad de Soria, Peacock sostuvo que «me sugería que veía a alguien, pero siempre en una letra borrosa, nunca me hizo una confesión», aunque aseguró que nunca vio ni escuchó nada concreto al respecto.
El segundo testimonio correspondió a la esposa del doctor Peacock, Elsa  Haideé Romagnoli, también amiga del matrimonio desde su adolescencia, recordó que mantuvieron una charla los dos matrimonios la noche del 22 de diciembre en la chacra de Paso Córdoba. Allí Freydoz le mostró el celular de Carlos Soria y un mensaje de texto dirigido a una mujer que decía «a pesar de todo te sigo extrañando» y que ella adjudicaba a «esa kinesióloga».
Aseguró que vio a su amiga «enferma de celos» y que en varias oportunidades Freydoz le pidió ayuda para «perseguir» y «espiar» a Soria, ofrecimiento que sostuvo Romagnoli, rechazo. Hizo referencia además a que Soria manifestaba sentirse «harto» y «repodrido» de las escenas de celos de su esposa. También relató que Freydoz manifestó en más de una oportunidad que no estaba ni remotamente en sus planes divorciarse y reconoció que ella misma se lo propuso como un alternativa.
Romagnoli hizo referencia también a una charla telefónica en la que había escuchado a un mujer que hablaba con Soria y acordaban encontrarse, y remarcó que esta situación que ocurrió ocho o nueve meses antes del primero de enero, y contribuyó a agravar aún más la situación. Freydoz estaba «obsesionada», no podía dormir y había discusiones y agresiones verbales permanentes en el matrimonio, relató. También aseguró que Freydoz «tenía miedo que la reemplazaran por alguien» y recordó que Freydoz decía que «ella no se lo iba a dejar a ninguna chirusa».
Respecto a la actitud que asumía Soria frente a estos plantes de su esposa, Romagnoli señaló que «decía basta Susana, me tenés harto, podrido». También aseguró que nunca presenció hechos de violencia física entre el matrimonio.
Freydoz tenía problema con la bebida y las pastillas.
Inicialmente identificada como Lidia Fuentes por el Tribunal, declaró en tercer lugar la empleada doméstica de 18 años de antigüedad del matrimonio Soria Freydoz, la mujer ratificó su identidad como Lilia Cárdenas, detalló que la familia Soria en su conjunto analizó la posibilidad de internar a, la hoy acusada de homicidio, Susana Graciela Freydoz, por la preocupación que causaba en el entorno íntimo el creciente consumo de alcohol y psicofármacos que profundizaba la depresión y los celos enfermizos que manifestaba la mujer hacia su esposo. Esta posibilidad fue descartada por la firme oposición de uno de los cuatro hijos del matrimonio, de acuerdo a los datos que se desprendieron de la declaración de la empleada doméstica Lilia Cárdenas, quien fue uno de los cinco testimonios que tuvo la cuarta jornada del juicio oral que se desarrolla en la Cámara Primera del Crimen de General Roca.
Cárdenas detalló ante el Tribunal que desde hacía 18 años años era la empleada doméstica de la familia Soria y que desde hacía alrededor de dos años había comenzado a notar cambios notorios en el comportamiento de Susana Freydoz. Entre las modificaciones del estado de ánimo de la acusada aludió a que se la veía «más nerviosa» y detalló que comenzó a notar un incremento de su parte en el consumo de vino blanco y de medicamentos no recetados que tomaba de una caja en la cual el extinto Soria tenía todos los medicamentos que le prescribían sus médicos, entre ellos ansiolíticos, pastillas para dormir y para el corazón, entre otras cuestiones.
La empleada de la familia detalló que en abril en su último cumpleaños Freydoz se mostró muy deprimida, a tal punto que en vez de preocuparse por los festejos de cumpleaños, avisó que se retiraba del céntrico edificio de Italia y el Canalito para irse a dormir a la chacra de Paso Córdoba. Lo que preocupó a Cárdenas, quien alertó sobre esto al mayor de los hijos, Martín Soria, quien en conjunto de sus hermanos y esposas se ocuparon de prepararle un cumpleaños sorpresa para reanimarla. Ese mismo día Freydoz le manifestó a su empleada: «no es el mejor año de mi vida», para luego llorar y dejarla a cargo de preparar el almuerzo a Soria.
La mujer detalló ante los jueces que, en el último tiempo comenzó a notar un incremento en la cantidad de compras de vino blanco que se hacían en la residencia Soria y que percibió que Freydoz se bebía en soledad casi a diario una botella mientras disponía todo para el almuerzo de su esposo, por entonces intendente de Roca, quien habitualmente llegaba entre las 14 y las 15 a almorzar. Freydoz, de acuerdo a Cárdenas, también consumía vino en otros momentos del día y para la empleada era habitual encontrar copas o botellas a medio terminar en diferentes sectores de la casa.
La empleada relató además que Freydoz consumía pastillas que extraía de la caja en la que Soria guardaba sus medicamentos y que en una oportunidad encontró una jabonera con unas pequeñas pastillas rosas que al parecer eran consumidas por Freydoz. Atenta a estos hechos manifestó su preocupación a la hermana de Freydoz y a los hijos del matrimonio, en especial a los mayores Martín y Germán, situación que explicó luego derivó en un debate familiar para analizar si correspondía avanzar en la internación de Freydoz para ayudarla a superar el cuadro depresivo que estaba atravesando. La férrea oposición de María Emilia, hizo desistir a los hermanos de avanzar en esta idea, explicó la empleada en su testimonio, por momentos entre lágrimas.
También reconoció que eran habituales las peleas en el matrimonio, aunque también hizo mención a algunos buenos momentos en los que Soria y Freydoz se mostraban alegres, aunque dio a entender que eran los menos habituales. También relató que en oportunidades cuando Soria llegaba de viajes de campaña electoral ni siquiera saludaba a Freydoz y pasaba por al lado de ella «como si fuera un mueble».
La mujer le recomendó a Freydoz en más de una oportunidad a que fuera a un médico, a un psiquiatra o a psicólogo, pero al igual que a otras personas que le hicieron la misma sugerencia le manifestó que no quería hablar de sus cosas con personas extrañas y menos en su ciudad, General Roca. También le sugirió que hiciera otras actividades, como irse de viaje con su hermana, pero tampoco tuvo ecos favorables la idea.
Cárdenas detalló que «después de lo que pasó» en referencia a los hechos del primero de enero en la chacra de la familia, estuvo una semana acompañando a Freydoz en la casa de su hermana en la vecina localidad de Allen. «Cada vez que iba, nos poníamos a llorar, nos abrazábamos y me decía ´les arruine la vida a mis hijos´», relató emocionada la empleada. Luego contó que dejó de ir a pedido de los cuatro hijos que le pidieron «que no fuera más», entre otras razones porque veían como la afectaba emocionalmente la situación.
Más amistades de la pareja
La cuarta testigo de la jornada fue Stella Maris Bonet amiga del matrimonio Soria Freydoz, junto a los cuales pasó Navidad. Detalló que la acusada le había hablado de la desconfianza que sentía ante la posibilidad de que Soria le fuera infiel y apuntaba a que recibía muchos llamados y mensajes de «chicas muy jovencitas». Señaló que si bien era habitual verlos discutir siempre, últimamente «ella no estaba bien, estaba muy nerviosa y le caía mal todo».
«Susana desconfiaba de todas la mujeres que estaban cerca de Carlos, lo seguía, lo hacía seguir y hasta habló de contratar a un investigador», señaló Bonet haciendo referencia a la «obsesión» de Freydoz hacia su marido.
Ratificó que las teorías de infidelidad de Freydoz apuntaban a una kinesióloga de nombre Paula y que está postura «era una cosa enfermiza». «Susana estaba obsesionada con esos celos que no la dejaban en paz». Incluso contó que dos oportunidades montó vigilancia cerca de la casa de una mujer a pedido de Freydoz para ver si Soria se presentaba, también que una vez las dos lo siguieron hasta Cervantes para comprobar si era cierto que había un acto político y que no se iba a encontrar con otra mujer, finalmente chequearon que era cierto tras lo cual se fueron rápidamente.
Pereyra señaló al Tribunal que le recomendó a Freydoz que visitara a un médico para poner un límite a sus celos, pero como a otras amigas le dijo que no tenía intención de contar cosas de su vida íntima a nadie y menos en General Roca. Luego supo que fue a una psicóloga, pero que a las pocas sesiones abandonó las consultas. También reconoció que Freydoz «estaba enceguecida por los celos», que ante la propuesta de separarse de sus amigas, esta contesto que «ni loca se lo dejo a otra» y ante la posibilidad de comprobar una infidelidad de su marido, había dicho «la reviento a ella y lo reviento a mi marido».
La quinta audiencia del juicio será el miércoles a partir de las 9 con el testimonio de médicos de la Policía de Río Negro y peritos del Poder Judicial: Rolando Roharte, doctor Adolfo Scatena, Marcelo Usal, doctor Ismael Hamdan y la doctora Cristina Rubio.