Ser críticos de nuestro presente, ser honestos con nuestro futuro ● Rubén Torres

A un año de aquel histórico triunfo del Peronismo en Río Negro, el 25 de septiembre pasado, quienes accedimos a la fortuna de ser parte de ese proyecto que lideró y consagró a Carlos Soria al frente de la gobernación, tenemos hoy la responsabilidad de analizar el camino andado, los avances propuestos y los cambios sugeridos por la ciudadanía.

En tal sentido, debemos ser honestos en todos los aspectos. La instalación de un gobierno austero, la generación de políticas trasformadoras que vayan más allá del maquillaje cotidiano al que nos vimos acostumbrados durante 28 años, la solidaridad con el Pueblo rionegrino en cuanto a ofrecer soluciones efectivas; estrategias de fondo para revertir conflictos estructurales y la legitimación de un sistema que confluya con el ideal propuesto en las urnas, son las obligaciones que cientos de miles de personas han puesto en nuestras manos con la esperanza de vernos en ese cambio que nos conduzca hacia el progreso, la libertad y la justicia social.

 

 

 

Las circunstancias nos pusieron en un camino no deseado, a partir de ese 1 de enero trágico, en el que muchos sentimos el desaliento entre lo que tanto habíamos soñado y lo que se presentaba como lo que no podía ser.

 

Pero la firmeza de esos ideales que fueron el camino hacia el triunfo, logró ponernos frente a una puerta de escape para mantener los sueños y enaltecer la memoria de quien fuera nuestro líder.

 

Son muchas las consideraciones que podríamos hacer en cuanto a la marcha de nuestro Gobierno. Sin embargo, son más las asignaturas que debemos sortear frente a las necesidades elocuentes que se aprecian en el Pueblo.

 

La pobreza en gran parte de la ciudadanía, la justicia que no logra transformarse, el desarrollo de los sectores postergados, la eficiencia en el Estado, entre otros, son los deberes que hemos asumido y que requieren de nuestro compromiso, para ubicarnos por fuera de las coyunturas en pos de lo que resulta importante, a partir de un proyecto de Gobierno auténtico, con identidad propia. Donde los hombres que tienen en sus manos la obligación de conducir lo hagan desde las necesidades reales que identifican a la Provincia. Donde los ciudadanos puedan avizorar un cambio paradigmático, de consonancia con el Gobierno nacional pero ajustado al modelo concreto que se soñó para Río Negro.

 

El Pueblo ha sido generoso y nuestra obligación es la de no perder el rumbo, ensombreciendo, justamente, lo importante con lo urgente. El Pueblo ha marcado la diferencia y corresponde a quienes lo representamos, hacernos eco de tal mandato para trabajar sin cansancio por la transformación. Una transformación que merecemos por el bien de nuestro presente y los ideales de nuestro futuro.

 

 

 

La realidad nos puso frente a un vacío sistematizado en todos los aspectos, al punto de identificar cada avance, por poco, como si se tratara de un logro de magnitudes considerables. Pese a ello, sabemos que todavía nos queda el gran desafío de plasmar la justicia social como ideal de transformación política, para lograr que la eficiencia en la gestión se materialice en cada uno de los habitantes de nuestro suelo. Aunque sabemos que será imposible de lograr si no se parte de un proyecto de identidad propia, que dé muestras de la autonomía elegida hace un año.

 

 

 

Con semejante desafío, no podríamos sino trabajar sin cansancio a costa del beneficio que los ciudadanos pusieron sobre nuestras personas y sólo hay una forma de reconocer tal honor y es con responsabilidad.

 

La política en el mundo y en nuestro país, nos exige el permanente ejercicio de estar preparados. La responsabilidad debe darse en cada una de nuestras acciones y el crecimiento sólo puede llegar de la mano de la generosidad puesta al servicio de nuestro pueblo.

 

 

 

En esa ecuación, no debería existir espacio para la especulación ni para personalismos que se aparten siquiera algún centímetro de las necesidades de las personas que son objeto de nuestro deber. Hacerlo, significaría no haber entendido el precepto que se nos dio y olvidar el compromiso que asumimos detrás de un proyecto que tenía una perspectiva con nombre y apellido: “transformarnos”.

 

 

Sin embargo, debemos entender que la paciencia en el Pueblo no está dada en el consentimiento de lo que todavía no pudimos lograr, sino en el acostumbramiento de tantos años de dejadez y abandono. Esa realidad oscura y denigrante es la que debemos cambiar y no serán los hombres que discutan por sus espacios de poder, sino los que brinden el poder al pueblo, quienes logren que la política sea la herramienta para alcanzar el bien común y la moneda de transformación de las realidades que nos son adversas.

 

 

 

El Peronismo ha sido y es un movimiento transformador en la República Argentina. Los valores que promulgamos han ido, en todo momento, marcando el ideal del bien común por fuera de los intereses particulares.

 

La justicia social es nuestro principal estandarte y sabemos que a la vez es una responsabilidad que se debe sostener con firmeza, dedicación, austeridad, honestidad y sobre todo con coherencia.

 

Hemos pasado un año. Podemos decir que avanzamos en el tiempo pero también podemos afirmar que nos queda mucho por resolver. Jamás hemos dado muestras de ser conducidos por las circunstancias, por el contrario, siempre hemos sido hacedores de nuestro propio destino.

 

Esa es la gran diferencia que debemos sostener. No obstante, debemos reconocer que pesa sobre mujeres y hombres, por fuera de las identidades partidarias, un mandato soberano que nos impone demostrar en cada instante la diferencia con lo que tuvimos.

 

Este primer año histórico para Río Negro debería marcar un postulado permanente en cuanto a que las apetencias personales jamás podrán estar por encima del bien común, ya que no se trata sólo de palabras sino del contrato que suscribimos aquel 25 de septiembre que es también hoy y los días que vienen por delante.

 

Rubén Torres

Legislador por Circuito Andino                                                                      Río Negro