Novela de enredos ● ADN

Todo sigue igual en la interminable pelea interna del gobierno del Frente para la Victoria, por más que los dos sectores en pugna se esmeren por presentarse obedientes al pedido del Jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina y posiblemente hasta la propia Presidente de la Nación, para que se superen las diferencias.

La política es conflicto, donde disputan posiciones encontradas en sus ideas y si a esto se agregan cuestiones personales, se hace irreversible.

Dicen algunas fuentes que en la reunión con Abal Medina, el gobernador Weretilneck y el senador Pichetto se cruzaron duro y que de esta manera el Jefe de Gabinete pudo evaluar el nivel de confrontación y su escasa solución.

En realidad todo hace pensar que la respuesta a la convocatoria nacional sólo puede interpretarse como una señal de “no sacar los pies del plato”, que todo fue pour la galerie.

Por de pronto el senador Miguel Pichetto recorrió la provincia con un claro discurso de doble comando. Anunció nada más ni nada menos que un aporte de Nación de 500 millones de pesos para concluir trabajos de pavimentación de la ruta nacional 23.

Esta es una obra emblemática para los rionegrinos. Podría decirse la más importante en los últimos 50 años, junto al Puerto de San Antonio Este y las represas hidroeléctricas sobre el río limay. El anuncio hubiera merecido estar en palabras del propio gobernador.

También Pichetto anunció la presencia de la Gendarmería nacional en barrios de Bariloche. ¿Qué dicen el gobernador  Weretilneck y el secretario de Seguridad Miguel Bermejo?

Los gestos y mensajes en la política valen más que mil palabras. Como en el Quijote de la Mancha, la locura prima sobre la cordura, sólo por el desvelo de ser reconocido.

El bloque de legisladores oficialista está dividido y a pesar de haberse dilatado la idea de cambios en las conducciones de comisiones legislativas, no hay voluntad de acuerdo y menos para reconocer a Pedro Pesatti como el conductor.

Ariel Rivero fue claro y si quedaba alguna duda fue el mismo Miguel Pichetto que descartó el funcionamiento legislativo bajo un mismo techo.

Se esperan los cambios en el gabinete, donde hay muchas actitudes de “gata flora”. Acá también hay una tómbola y priman las especulaciones sobre los nombres de los futuros funcionarios.

Fernando Vaca Narvaja, un hombre del vicegobernador Carlos Peralta, se menciona para Obras Públicas;  Ernesto Paillalef  para Desarrollo Social, conocido militante y actualmente funcionario nacional, pope del Movimiento Evita.

Otro nombre es el de Luis Di Giácomo, quien mejor personifica al sorismo en la provincia. Un médico psiquiatra que dicen que llegará a Gobierno y que de ser así, a poco de asumir, tendrá que distraer días de su gestión para ocuparse del juicio a Susana Freydoz, donde no sólo deberá declarar como testigo sino que tendrá la ardua tarea de defender la teoría de ininputabilidad y la emoción violenta en el homicidio de Carlos Soria.

Di Giácomo, militante del Frente Grande,  es sólo un compromiso con Martín Soria, poco tiene que ver con aquella premisa de llevar al gabinete más peronismo y más kirchnerismo. Nada tiene que ver con la historia de los restantes postulantes, tanto de Vaca Narvaja como de Paillalef, dos hombres de larga trayectoria en la izquierda peronista con proyectos de poder y búsqueda de asentamiento territorial, que lo diferencian del psiquiatra que pasó por la Legislatura sin mayor trascendencia.

Hay otros nombre en danza, algunos sugeridos por el senador Pichetto, que generan rechazo en el gobierno y que de persistir en ellos es anunciar nuevos frentes de tormentas.

No se descarta incluso que a través de un hijo de Vaca Narvaja y del propio legislador Martín Doñate, La Cámpara tenga un lugar en el esquema oficial con la intención de fortalecer esta agrupación nacional kirchnerista en Río Negro. Un posible lugar podría ser Derechos Humanos.

Los demás juegan al gallito ciego, se esconden para quedar fuera de la mira y sólo tienen actitudes especuladoras amparadas en sus megasueldos.

El cambio de funcionarios en el gabinete es al menos desprolijo. La vacante en el ministerio de Producción – que ya lleva acéfalo más de un mes –  es imposible justificarla en el “estilo prudente”; el posible regreso de Hugo Lastra a la secretaría General de la Gobernación, es una película ya vista, la demora en implementación de  Vialidad con Arturo Legaz, es tan incomprensible como la no concreción de la designación de Oscar Díaz a Canal 10.

Sucede que existe otro elemento no siempre tenido en cuenta y a veces intencionalmente ocultado. La crisis no es sólo del gobierno, la crisis es intrínseca al peronismo de Río Negro, que con décadas lejos del ejercicio del gobierno y con sus propias contradicciones, carece de la cuota necesaria de inteligencia y madurez para resolver sus problemas.

Un peronismo que siempre tomó distancia de los debates nacionales, inclinado hacia la ortodoxia, fue menemista, duhaldista y sólo el imperio de las circunstancias lo acercaron a Néstor Kirchner.

Alberto Weretilneck es un observador de lujo a pesar de ser no sólo arte y parte, sino también el protagonista excluyente de cada episodio de esta novela de enredos.

Ahora su propia historia, los viejos y actuales enconos con Pichetto, y la relación de fuerza interna en el gobierno, lo llevaron a descansar –en este momento- en los brazos del sorismo, un sector que había quedado reducido a su mínima expresión, ahora ha tomado un poco de aire. Su karma es la presencia de algunos funcionarios de ese sector y que sus permanencias en el Estado, flaco favor le hacen el gobernador.

Weretilneck sigue al pie de la letra aquella máxima que dice “si ves a tu enemigo equivocarse no lo distraigas” y rescató un claro mensaje que interpreta de la reunión en la Casa Rosada: el poder pasa por el gobernador.

 

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