Más que brujo, un mago ● ADN

Superando grandes trucos de magia al estilo del gran escapista Harry Houdini, el novel Harry Potter o el mundialmente famoso ilusionista David Cooperfield, el gobernador Alberto Weretilneck transformó esta provincia endeudada, con la crisis más profunda de la historia y luego de 28 años de desgobierno, en un paraíso terrenal.

Anuncio contundente: “Hemos sacado a la provincia de la emergencia en nueve meses. Es una etapa terminada”. Y no sin sorpresa, a diferencia de los grandes magos de la historia, reveló el secreto de su magia: “Ellos eran muy malos y nosotros muy buenos”.

Así de fácil. Ahora los rionegrinos vivimos en la prosperidad. Hay superávit, no necesitamos pedir ayuda a Nación, los acreedores irán el lunes a la Tesorería a cobrar sus acreencias —y por supuesto en pesos y nada de bonos—, los Entes de Desarrollo regionales podrán reclamar sus aportes del tesoro (hay que avisarle a César del Valle que termine con contrataciones de obras “al uso nostro” porque ahora hay que convocar a licitaciones), de igual modo los ministros Marcelo Mango y Norberto Delfino limitarán las contrataciones de obras, compra de insumos y otras demandas a las licitaciones públicas, se terminan los contratos de empleados y todos los ingresos al Estado deberán ser por concurso, y así una larga lista de normativas que deberán observar celosamente los funcionarios públicos.

Una jugada riesgosa y temeraria. El ministro de Economía Alejandro Palmieri debe haber meditado mucho sus recomendaciones.

Ahora se anuncia que habrá otra ley para poner algunos límites a tanto ilusionismo, lo que se desconoce es cuál es el número de votos con que cuenta el gobierno para imponer su voluntad en el parlamento rionegrino, porque parece que ya no tiene mayoría propia.

La puja interna contaminó toda la política provincial. La reacción del gobierno anunciando el fin de la Emergencia surgió como respuesta al grupo de legisladores apóstoles pichettistas que propuso derogar la Ley de Disponibilidad.

Weretilneck y el grupo de legisladores que lo acompañan —porque los ministros siguen carentes de ideas— cedieron la iniciativa política y de esta manera sólo esperan un movimiento de piezas de los rebeldes para responder en contragolpe.

Una estrategia peligrosa y de riesgo porque enfrente hay experiencia, osadía y una lenguaraz que actúa con la misma enjundia presidencial: “Sólo hay que temerle a Dios y a mí un poquito”, diría Ana Ida Piccinini sin  sonrojarse.

La agenda política y periodística la escribe a diario la pelea Weretilneck-Pichetto con su correlato en cada bando de seguidores, pero hay otro Río Negro, el que forjan a diario miles de rionegrinos.

La otra provincia no es producto del ilusionismo. Es la real, que padece la crisis frutícola, quizás más grande de su historia, que incrementó sus índices de desocupación, donde la sociedad convive con los contratados dejados en la calle, la que espera conocer que dejó la temporada turística invernal, la provincia que reclama políticas de tierras con problemas de ocupación en los cascos urbanos, no hay seguridad, obra pública, políticas de contención social, la salud pública limitada a la prestación básica y así una larga lista en la columna del debe.

Hubo avances, claro que los hubo, fundamentalmente en la defensa de la institucionalidad, ya que la crisis dejó al desnudo protagonistas y medios que querían un atajo electoral poco democrático. La provincia real espera correctivos, tiene necesidad de creer en el funcionamiento de las instituciones del Estado, pero sin la especulación de la mezquina pelea interna.

Los pichettistas se bañaron en el río Jordán y purgaron sus culpas. Hablan como si recién hubieran llegado de Ganímedes y exudan azufre.

Nadie se hace responsable del pasado y creen que pueden subestimar la memoria de la gente, sacan pecho, lucen como guapos y avanzan sobre la pasividad del gobernador que, imitando a Sri Sri Ravi Shankar, respira profundo para sobrellevar los conflictos. Dice el líder espiritual que “la vida es un paquete lleno de obsequios…”

De esta manera el senador Miguel Pichetto visitó la Cámara de Comercio e Industria de Viedma y se erigió en el primer defensor de los intereses de la capital provincial.

El mismo que defendió todas las políticas que se pusieron en marcha el 10 de diciembre pasado, como la Disponibilidad, la Emergencia, los megasueldos, la promoción de la explotación minera con utilización de cianuro y que criticó públicamente la aplicación  de la bonificación por zona desfavorable a los empleados públicos rionegrinos.

Nadie de la dirigencia comercial viedmense le dijo nada. Entonces el que calla otorga, a la vez que el senador ganó un nuevo espacio de adhesión.

Nuevos aliados que en realidad perdió Alberto Weretilneck, porque si hay algo que les gusta a los viedmeses, sobre todo a los dirigentes de las entidades intermedias, es ser tenidos en cuenta por el gobernador.

Weretilneck no ha tenido aún habilidad para seducir a Viedma —salvo su cercanía con Sol de Mayo y el apoyo a La Alianza— y dejó el campo orégano para su oposición interna. Tampoco tiene el mandatario dirigentes de su entorno que puedan ser atractivos para la capital provincial, pero tanta pasividad contrasta con los anuncios que Weretilneck ofreció a los viedmenses el 22 de abril en el palco de la Plazoleta del Fundador.

El más importante fue la construcción de la Ciudad Administrativa. Una vez más se subestima la memoria de los ciudadanos y de nuevo en escena el ilusionista David Cooperfield, que tiene entre sus logros haber hecho desaparecer la Estatua de la Libertad, en Manhattan, Estados Unidos.

 

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