La nueva coalición de AW ● ADN

“De aquí que el nuevo príncipe tenga por enemigos a cuantos ha ofendido al ocupar el principado, y que no pueda conservar por amigos a los que le colocaron en él, a causa de no serle posible satisfacer su ambición…”

Nicolás Maquiavelo

Con “una nueva coalición gobernante” Alberto Weretilneck busca poner fin a esta etapa de la crisis desatada en el gobierno del Frente para la Victoria. La pelea interna apresuró cambios que tenía demorados, quizás precavido por no tocar intereses, pero necesarios para su gestión que se desarrollaba con un gabinete prestado, poco afín a sus propósitos y con un variopinto político-ideológico que generó más de una incongruencia en el equipo de gobierno.

Ahora es su responsabilidad. Todo pasa por su decisión y no quedan excusas para tironeos, ni soristas ni pichetistas.

Pacientemente armó el rompecabezas. Le faltaron piezas propias, poca propia tropa, casi nada de su cosecha y tuvo que abrevar en otras fuentes.

Enmarcó los cambios en una premisa marquetinera “más peronismo y más kirchnerismo”, con doble lectura: lealtad al gobierno nacional y fidelidad a ese peronismo del ex presidente fallecido, alejado de toda rémora ortodoxa, partidocrática y sesgada a la derecha, y a su vez buscar socios para consolidar el frente interno.

¿En su soledad íntima Alberto Weretilneck estará conforme con los cambios. Es lo que deseaba?

Posiblemente no, pero mira hacia delante haciendo suya aquella frase de Roberto Arlt: “el futuro es nuestro por la prepotencia del trabajo”, una manera de encarar esta etapa signada por acuerdo de sectores que suministraron funcionarios, algunos quizás lejos de su preferencia. Habrá que observar la nueva etapa.

Alguna vez Alberto Weretilneck dijo que los funcionarios se nominarían por su capacidad y no como botín de sectores internos –criticando al radicalismo- y ahora tiene que volver sobre sus pasos, porque finalmente fue el camino que eligió para construir poder propio.

Hoy el gobierno ofrece un perfil muy particular. Se incorporaron al gabinete Fernando Vaca Narvaja, ministro de Obras Públicas y Ernesto Paillalef, de Desarrollo Social, hombres de la izquierda peronista con historia de lucha en los 60-70, con cárceles y exilios y militantes de un proceso transformador en la Argentina.

Weretilneck otorgó a Vaca Narvaja y Paillalef recursos y poder territorial, dos herramientas fundamentales de la política. La movilización del Movimiento Evita el viernes pasado en Viedma, demuestra su agradecimiento.

Sin duda que ambos darán su impronta a la acción oficial con una perspectiva distinta a muchos funcionarios del gobierno que poco o nada han leído de Perón, Cooke, Hernández Arregui y Jauretche, por caso, más cercanos a otro tipo de lecturas y de estilos menemistas, incluso los más jóvenes – presas de la televisión- sólo vivieron sus epopeyas con He-Man, las Tortugas Ninjas y escuchando a Los Parchís.

Poca historia en común con quienes sólo quieren un cargo en el gobierno, que se les negó durante 28 años, para cobrar un suculento sueldo y acomodar a sus familiares. Quizás la UPCEFE sea un buen  ejemplo.

El gabinete se completa con Luis Di Giácomo, ministro de Gobierno, que viene del Frente Grande y hombre de confianza de Martín Soria, y Alfredo Palmieri, en Producción, que comparte las mismas vinculaciones e incluso formó parte de los equipos técnicos de Julio Arriaga en el 2003, también mencionado para ese ministerio. Otros ministros fueron ratificados lo que no significa que sean eficientes, como Salud y Turismo, un área que sumará a Deportes y Cultura.

El gobernador propondrá una reforma de la ley de ministerios que además separaría de Producción a hidrocarburos, minería y tierras, en un área con directa dependencia suya y a cargo de Jorge Borrelli, de su confianza. En tanto Hugo Lastra vuelve a la secretaría General, un poco ajado y devaluado, pero en un organismo clave en la organización interna del Ejecutivo.

Los cambios en las segundas y terceras líneas son consensuados con legisladores e intendentes aliados. Un esquema peligroso de sociedades circunstanciales, pero necesario.

Además el gobernador necesita fortalecer su poder territorial. En cada ciudad, pueblo o paraje –incluso por fuera de las autoridades oficiales- necesita contar con referentes propios.

Equipo renovado, tiempo de virar el rumbo y saldar las asignaturas pendientes: corregir los megasueldos, finalizar con los pagos por legítimo abono, las contrataciones directas, modernizar la administración, reformar la ley de administración financiera, agilizar los instrumentos burocráticos para evitar transgredir normas administrativas, romper nichos de privilegio,  hacer realidad el “compre rionegrino”, corregir el feudalismo en los organismos de control externo, proponer un plan de obras públicas, contar con políticas claras de ayuda directa con desarrollo social, en definitiva mejorar  la calidad institucional, muy devaluada en los últimos meses.

Podría decirse que este gabinete tiene personalidad y la conducción es entendida desde un lugar distinto, tiene hechura propia, sin legados.

Faltan cubrir otras áreas y definir qué hacer con quienes dejaron el cargo, que seguramente serán recibidos en los brazos generosos del Estado en algún puesto con sueldo importante.

En este reacomodamiento llamó la atención que se mencione a Juan Manuel Pichetto, en una empresa pública, a la vez que también se conjetura en los traslados de oficinas con César del Valle. La interna lo decidirá.

Alberto Weretilneck ahora comienza a construir su destino.

Karl Marx escribió en el 18 Brumario que “los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”.

 

ADN