El impacto del volcán en los ecosistemas del Parque

Bariloche.- La caída de cenizas del volcán Puyehue – Cordón Caulle permitió que un equipo de profesionales del Centro Atómico Bariloche (CAB) pudiera realizar una investigación sobre el impacto volcánico en los ecosistemas naturales del Parque Nacional Nahuel Huapi. Descartan riesgos para la salud.

 

Personal del Laboratorio de Análisis por Activación Neutrónica del Centro Atómico Bariloche, evalúa la concentración de elementos esenciales y minoritarios -de concentraciones menores a las partes por millón (1 mg/kg)- en aguas de sitios afectados por la ceniza caída hace ya más de un año.

El trabajo se titula “Evaluación del impacto del volcán Puyehue – Cordón Caulle sobre la disponibilidad de elementos en aguas naturales del Parque Nacional Nahuel Huapi” y es realizado como parte del Programa de Emergencias Volcánicas PROEVO (www.proevo.com.ar), coordinado porla Universidad Nacionalde Río Negro (UNRN).

Soledad Pérez Catán (SPC), investigadora del Centro Atómico Bariloche, explicó que se tomaron muestras del lago Nahuel Huapi en el brazo Rincón y Huemul, y del lago Moreno en ambos brazos – Este y Oeste – con el objeto de evaluar la concentración de elementos en aguas de sitios afectados por la ceniza y correlacionarlo con parámetros ambientales y fisicoquímicos del agua.

 

– ¿Por qué se considera que las emisiones volcánicas constituyen eventos de contaminación atmosférica y estratosférica?

-SPC: La actividad volcánica, tanto eruptiva como de fumarolas, arroja volúmenes variables de diferentes compuestos gaseosos entre los que se encuentran: agua, dióxido de carbono, dióxido de azufre, sulfuro de hidrógeno, ácido clorhídrico, fluorhídrico, entre otros. Al alcanzar la superficie, los gases escapan debido a la repentina disminución de la presión. Algunos compuestos en la atmósfera reaccionan, por ejemplo los de azufre; se oxidan y reaccionan con el vapor de agua en la estratosfera dando paso a una bruma de micro gotas de ácido sulfúrico, que da lugar a lo que conocemos como lluvia ácida.

Uno de los principales problemas ambientales detectados en las últimas décadas ha sido la destrucción de la capa de ozono por átomos de cloro y azufre.  El ozono de la estratosfera juega un papel importante para la vida en el planeta. Por ejemplo, las emisiones del volcán Monte Santa Helena en Washington (1980) juntamente con la erupción del Pinatubo en Filipinas (1991) representaron eventos de gran importancia debido a la elevada cantidad de sulfatos liberados a la estratosfera, cuyos efectos se estimó provocaron un enfriamiento global en la superficie dela Tierra.

– ¿Hubiera sido otro el impacto sobre el ecosistema si el evento hubiera ocurrido en otro momento del año, con otras condiciones climáticas?

SPC: Sí, estamos convencidos de ello. Además, la literatura referida al tema es numerosa y plantea esta relación entre las emisiones volcánicas y las condiciones climáticas. En la atmosfera ocurren procesos entre gases, líquidos y partículas, algunos muy complejos, que en química llamamos reacciones en fase heterogénea. Como explicaba anteriormente, los gases liberados- como por ejemplo el mercurio- pueden solubilizarse en vapor de agua, que no es otra cosa que la humedad ambiente. Por lo tanto, si la erupción fue durante una época seca no va tener la misma carga que en una húmeda. Por ejemplo, el cloro y el bromo, también emitidos durante las erupciones, reaccionan con el ozono a nivel atmósfera y estratosfera dependiendo de las radiaciones electromagnéticas (los UV-B) al igual que el dióxido de azufre. La intensidad de los UV-B depende de la altitud y de la estación del año debido a la posición relativa de la tierra con el sol, por ejemplo en invierno es menor que en verano. Estos y otros factores, hacen que los compuestos formados generen potencialmente  impactos diferentes y a escalas de tiempo también diferentes.

– En su trabajo usted menciona otros eventos volcánicos que se han estudiado previamente. ¿Cuenta con buenas recursos un investigador argentino para llevar adelante un proyecto de este tipo? ¿En qué condiciones estamos para este tipo de investigación respecto a otros países?

SPC: Los eventos volcánicos son estudiados en todo el globo y con diferentes perspectivas. Argentina cuenta, a mi criterio, con recursos humanos y técnicos de muy buen nivel, además, existen alternativas bastante interesantes como son los proyectos  en colaboración con grupos extranjeros. En nuestro caso, contamos con la colaboración de laboratorios dentro del CAB, como el Grupo de Separación Isotópica, y el Laboratorio de Química de INVAP.

La dificultad más importante para encarar estudios de monitoreo ambiental reside en lo económico y los plazos de los subsidios, que en general son a dos años. Cuando los efectos que se intenta monitorear tienen baja señal, cambios apenas dentro de los niveles de detección de las técnicas analíticas, evaluar concentraciones menores a las partes por millón, implica extremar el cuidado en los procedimientos de trabajo, desde los de limpieza hasta el número de análisis y muestras, por esto es necesario intensificar las campañas de muestreo, que es una de las partes más costosas del proyecto.

En otros países los proyectos de monitoreo ambiental están integrados por diversos grupos de trabajo, multidisciplinarios, que integran los diferentes aspectos de la problemática  a largo plazo.

– ¿Los resultados a los que arribaron, a partir de este proyecto, inciden en la vida cotidiana de los ciudadanos?

SPC: Esperábamos que no, ya que suponíamos que el impacto generado por el volcán sería como un pulso en la concentración de elementos que paulatinamente regresaría a los valores de base y es lo que se observa.  Las concentraciones de elementos nocivos son menores que los valores permisibles y no revisten riesgos para la salud.

 

FUENTE: Proevo- UNRN