Las cenizas del Puyehue son inocuas para los pulmones

Capital Federal (ADN).- De manera totalmente fortuita, un equipo de investigadores argentinos pudo comprobar que las cenizas del volcán Puyehue, que entró en erupción en el Sur a mediados del año pasado, no afectaron la función respiratoria de la población que quedó expuesta a esas partículas mientras el viento las regaba por el país, según informó La Nación. «Pueden ser molestas o irritantes, pero lo que nos sorprendió es observar que no provocaron cambios en la función respiratoria de los habitantes que estuvieron levemente o altamente expuestos a las cenizas. Y si no tuvieron efecto inmediatamente después, quizá no lo tengan más adelante. Eso lo tendremos que estudiar», dijo el doctor Edgardo Sobrino, neumonólogo e investigador del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS).

Cuando el volcán entró en erupción y expulsó al aire 100 millones de toneladas de cenizas, arena y piedra pómez, los doctores Matías Calandrelli y Sergio Benítez ya les habían realizado espirometrías a 300 de los 1.500 habitantes de Bariloche cuidadosamente seleccionados para participar del estudio Prisa, por su nombre en inglés, para conocer por primera vez la prevalencia y la incidencia de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica en el Cono Sur.

La investigación, que se realiza sobre 6.000 habitantes en cuatro ciudades de Chile, Uruguay y la Argentina, la realiza el Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para el Cono Sur (Cescas), que coordina el IECS y fue creado por el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de los Estados Unidos.

Bariloche, que es una de las ciudades incluidas en el estudio Prisa, fue uno de los lugares evacuados por la erupción del complejo volcánico chileno Puyehue-Cordón Caulle, a sólo 80 kilómetros de distancia.

Rápidamente, el equipo de Sobrino comenzó a trabajar para determinar si las cenizas que se dispersaron estaban dañando de alguna manera los pulmones de la población. Para eso, durante los seis meses que el volcán siguió activo, Calendrelli y Benítez les evaluaron la función respiratoria a 500 hombres y mujeres de entre 45 y 74 años con las mismas características (edad, sexo, tabaquismo, talla, etcétera) de los 300 vecinos evaluados antes de la erupción.

Lo hicieron con una espirometría, que es una prueba simple, validada y objetiva de la capacidad y el volumen pulmonar. «La población comenzó a quejarse de problemas respiratorios. Así que si las cenizas hacían mal nosotros tendríamos que detectar un deterioro de la función pulmonar. Cuando eso ocurre, las cenizas exacerban cuadros asmáticos u otros trastornos respiratorios. Sin embargo, con la espirometría no vimos cambios, cualquiera fuera el nivel de exposición a las cenizas», precisó Sobrino.

Por su parte, Calandrelli, cardiólogo del Sanatorio San Carlos, de Bariloche, separó de los resultados los síntomas que la población tuvo en las vías respiratorias altas, como la disfonía, la tos o el catarro.

«No hay duda de que la prevalencia de esos síntomas fue altísima -contó a La Nación por vía telefónica desde Bariloche-. Casi todos estábamos disfónicos o con tos…»

La mayoría de los participantes era gente sana; una pequeña cantidad tenía trastornos respiratorios, como asma. «Quizás influyó la exposición, que fue más corta y aguda que la que podría tener, por ejemplo, un minero -agregó-. Por ahora, podemos decir que los resultados son aplicables a los adultos sanos porque el estudio no incluyó chicos y la cantidad de personas con enfermedad respiratoria fue reducida.»

Con Benítez, neumonólogo y jefe de terapia intensiva del mismo sanatorio, presentaron en Bariloche los resultados preliminares, y los comentarios de la población fueron de alivio. «También es una buena noticia para el turismo. Los que visitaban la ciudad en ese momento sentían preocupación», recordó Calandrelli.

Se estima que el 9 por ciento de la población mundial (455 millones de personas) está o puede estar expuesta a las cenizas volcánicas. Con los vientos en las regiones donde se encuentran los más de 500 volcanes activos en el mundo, la cantidad de población amenazada con las 40 a 50 erupciones que se registran cada año aumentaría aún más.

Por ahora, las principales hipótesis sobre los resultados del Cescas apuntarían a la rápida respuesta local y social para reducir la exposición a las cenizas y, también, a las características de esas partículas tan diminutas como volátiles. Sobrino explicó que las cenizas del Puyehue aparentemente no incluirían sílice ni un gas sulfúrico que provoca alteraciones en las vías respiratorias. (ADN)

 

ADN