Internismo caníbal ● ADN

“Este no es el final, ni siquiera es el principio del final”, declaró Winston Churchill cuando las tropas ingleses derrotaron a los alemanes en El Alemein, al norte de Africa. Una frase que bien cabe a estos momentos que está viviendo el peronismo rionegrino en su relación interna y con el gobernador Alberto Weretilneck.

Pocos saben cómo empezó esta crisis, nadie sabe cómo termina y todos hablan sin entenderse, como en la Torre de Babel del Antiguo Testamento.

La incontinencia verbal marcó el signo de las últimas semanas. No hubo bozal y muy por el contrario llegó un momento de todos contra todos.

El peronismo pide mayor participación en el gobierno cuando cuenta con la casi totalidad de los cargos en el Estado; mayor diálogo, a la par que el gobernador elogia sin fronteras al ministro de Economía y encuentra apoyo en un número importante de legisladores y funcionarios; se reclama terminar con el diálogo con los radicales, a la par que se menciona la relación entre Pichetto y Massaccesi; el concejal Di Giácomo ironiza sobre las declaraciones del presidente del PJ y llama “Reina Madre” a la diputada nacional  Silvina García Larraburu; Martín Soria, añora a su padre, y Julián Goinhex recuerda que Pichetto no es presidente del PJ por elección de los afiliados, sino por un acuerdo cupular; mientras el diputado Ariel Rivero también le recuerda al gobernador que tiene el cargo prestado.

La Biblia junto al calefón. Da lo mismo una declaración de Pichetto, Albrieu, Iud o Goinhex, o las mujeres de Villa Regina, no hay jerarquización de la palabra, contención ni reglas de juego.

Existe una alocada carrera de protagonismo en defensa tanto del gobernador como del senador.

¿Cómo se gesta esta crisis? Nadie lo sabe, sólo hay intérpretes que se pelean por ser dueños de la “precisa” o “la justa”. ¿Fue aquel desplante de Weretilneck a Juan Manuel Pichetto y su padre, o una secuencia de medidas adoptadas por el gobernador y no conversadas o consensuadas con el partido Justicialismo, o la idea de afiliarse con proyecto individual de reelección?

Hubo enojos por el aumento salarial, por el anuncio de crear un área de hidrocarburos por fuera de Producción y porque se habla insistentemente de cuidar el gasto público.

Nada pareciera tan grave como para embarcar al gobierno al borde de un estallido institucional, salvo que el verdadero origen de la pelea escape al mero análisis de la política.

Por su parte el gobernador guardó silencio, trató de bajar decibeles y calificó a todo como simples “fuegos artificiales”. Pero también sintió que hubo gestos que lo dejaron fuera de la foto. No participó cuando Pichetto distribuyó subsidios y otros aportes en la provincia, siguió de lejos las tratativas para volver a operar el aeropuerto de Roca y vio cómo en el despacho del senador rionegrino se firmaban convenios con los municipios de San Antonio Oeste y Sierra Grande por obra viales millonarias, donde desplegaba también su amplia sonrisa la diputada nacional Silvina García Larraburu y Jorge Cejas. Filo contrafilo y punta, diría Ernesto Jauretche.

Javier Iud aprovecha y pareciera tener un crédito abierto en dependencias nacionales, con garantía del senador Pichetto, y genera en su localidad el efecto que supo construir Carlos Soria en General Roca, un ejemplo provincial.

Babel: todos hablan y no se entienden y entonces llegó el silencio. Se reunió el bloque oficialista y decidió que era hora de cerrar la boca.

Para terminar la semana Weretilneck presidió una reunión en un domicilio de la calle San Luis y por su parte Pichetto hizo lo propio en un edificio de su propiedad en la intersección de Colón e Yrigoyen.

Contaron legisladores y el gobernador  sumó 15, entre ellos el titular del bloque Pedro Pesatti, mientras que el senador convocó a 13, incluidas dos extrapartidarias. En la suma faltarían dos legisladores, pero de todos modos hay cierta paridad de fuerzas. Fuerzas equilibradas se anulan.

En esta paridad Weretilneck no admite el cogobierno, la manipulación, ser un simple administrador y entendió el peso específico que le da el poder.

¿Jugó en esta puja el gobierno nacional? Según los seguidores del senador nacional el tema fue tratado en Olivos con apoyo oficial, mientras que los allegados al gobernador desmienten la especie y esgrimen un similar apoyo de la Rosada.

Todo lo que sucedido y acontece en el gobierno, el FpV  y en el peronismo tiene sus orígenes en su propio interior. No hay fuerzas ni agentes exógenos que hayan precipitado el enfrentamiento, la falta de diálogo, los reclamos de protagonismo ni los celos entre socios.

Con una abrumadora diferencia de votos en las últimas elecciones, mayoría legislativa  y de intendentes y el apoyo del gobierno nacional, cabe preguntarse qué fuerza interior centrifuga al peronismo rionegrino al internismo caníbal y al conflicto institucional.

Para algunos una sola respuesta es posible y tiene su origen en la madrugada del 1 de enero pasado: el gobernador no es peronista.