Economía en falsa escuadra ● ADN

El economía Roberto Lavagna calificó a la economía del país como en “falsa escuadra” porque precisamente los precios y las variables monetarias están desajustadas, alertó sobre la inflación, la tensión cambiaria, la situación fiscal y el devenir de la economía mundial, que el propio viceministro Axel Kicillof reconoció que atenta contra la venta de productos argentinos al exterior.

Es probable que el gobernador Alberto Weretilneck descrea de los informes económicos que se difunden a través de los canales, las radios y los diarios de la “Cadena del Descrédito” y que tenga asesores o consultores económicos que ofrezcan un panorama optimista sobre el devenir nacional y provincial, una tarea que seguramente no asume el ministro Palmieri que pareciera estar más cerca de transitar la vereda del clásico contador del “debe y el haber” que un capacitado analista económico.

En su afán de enfrascarse en un férreo alineamiento con el gobierno nacional, el mandatario adhiere al discurso oficial, sin medir consecuencias negativas que impactarán en la provincia más allá de la buena voluntad local.

En esta línea argumental el gobernador provincializa todos los problemas que refieren a un marco nacional poco alentador. Sucede en el tema frutícola, pone sus fichas en la reactivación de YPF, cuando las ganancias de la ahora empresa nacional se desplomaron el 19 % en el primer trimestre y abriga esperanzas que las disminuciones por coparticipación y otros aportes nacionales se reemplacen por la empatía con la Presidente y el Jefe de Gabinete.

El gobierno rionegrino no habla de economía y trabaja sólo en la coyuntura. No explicita un plan o un proyecto para el corto, mediano y largo plazo. Insiste en que se abatió el déficit, mientras no se pagan las deudas y los compromisos superan los 160 millones de pesos.

Asume como propio los inconvenientes del tipo de cambio para la fruta, la pesca, la lana y el turismo. No reconoce el poder destructivo de la inflación, el incremento de los costos de producción, el estancamiento y reducción de la actividad económica y que los factores externos ayudarán menos que el año pasado, a la vez que si los factores políticos siguen encabezados por Guillermo Moreno, serán siendo negativos.

El gobierno nacional tiene problemas para financiarse y esta situación tiene costos para las provincias, lo que obliga al gobierno de Weretilneck a tomar previsiones, que parecen no estar en la agenda oficial.

El valor del dólar oficial no se compadece con la productividad, ni con la oferta y la demanda ni con lo que opina la gente.

La variable macro más saliente es la inflación y mientras el gobierno le teme a una devaluación impone el control de cambios. Sabe que si no hay un superávit de cuenta corriente amplio que genere divisas habrá una corrida cambiaria, razón por la cual se limitan las importaciones.

Río Negro no es una isla y en el país cayó la actividad económica. La  industria disminuyó el 5%; automotores, el 14,2%; las ventas de máquinas agropecuarias, el 17,1% y en supermercados, el 6%. La inflación se estima entre el 25 al 30% y entre el 2007 y el 2011 trepó al 52% mientras que en las provincial alcanzó una cifra muy superior.

Es posible que Alberto Weretilneck no crea en estos guarismos y se refugie en el INDEC, en los discursos de la cadena nacional y que aliente la ilusoria esperanza de acudir a la varita mágica y la galera.

El problema es nacional y compromete al conjunto del país y cuando escasean los recursos, se enfría la economía, se descontrolan las variables más importantes, no hay amistad que pueda socorrer a la provincia.

Miguel Saiz pecó de la misma ingenuidad. No tomó nota durante su gestión que había amainado el viento de popa, creyó en la eternidad de la Concertación Plural y en el apoyo de la Casa Rosada (hasta se inventó una vicepresidencia), se endeudó con promesas de recursos nacionales y finalmente con todo este cóctel sólo pudo saborear la derrota.