Recuerdo de Osvaldo Álvarez Guerrero

El sábado 28 de julio se cumplieron cuatro años del fallecimiento de “El Flaco, Osvaldo Álvarez Guerrero, quien fuera una de las más brillantes figuras contemporáneas de la UCR, una gran persona y mejor amigo, el más importante historiador y teórico del Radicalismo. Sus libros, artículos e Informes Políticos de la Fundación Illia se destacaban por su agudeza y claridad.

 

Conjuntamente con Sergio Karakachoff constituían los intelectuales más profundos de la llamada década del sesenta. Sergio y Osvaldo fueron mis amigos; tenían en común su formación ideológica y la elección de sus maestros –Hipólito Yrigoyen, Moisés Lebenshon y Arturo Illia- y nunca dejaron de ser militantes en el más puro concepto del término que debe entenderse, en cuanto su significado, como la práctica social, que implica descartar actividades personales en pos de actuar para cambiar un presente que no se comparte. Refiriéndose Osvaldo, hago propias las palabras de un amigo común –Francisco Orruma – quien me expresó que “El sistema y la estructura no era que no lo le resultaron propicios, sino que eran una farsa montada para los que se pensaban que la militancia era la interna. Estuvo muy por encima de todo eso”.

 

Al igual que Lebenshon, que nos dejó el diario Democracia y sus discursos y Sergio, padre de En Lucha cuyos contenidos fueron determinantes en su asesinato, Osvaldo entendía que era imprescindible volcar sus ideas a través de publicaciones: Para el, resultaba inexplicable la carencia órganos oficiales partidarios. No me equivoco si afirmo que sus opiniones escritas se dedicaron a cubrir tal faltante y sus obras serán básicas para todos aquellos que quieran entender la acción republicana del Radicalismo. Los trabajos de Osvaldo sobre Alem, Yrigoyen, Lebenshon e Illia son de una claridad y comprensión que supera ampliamente el recuerdo de estos grandes argentinos.

 

Además, hasta sus últimos días seguía actualizando su formación teórica; por ejemplo, en una de las últimas y frecuentes charlas que manteníamos sobre la UCR y el petróleo, me expresó que el haber estudiado el radicalismo a través de los libros de Gabriel Del Mazo, habíamos olvidado, y consecuentemente desvalorizado, analizar la gestión de Marcelo T. de Alvear en el desarrollo de YPF.

 

Para Osvaldo era necesario diferenciar la característica esencialmente krausista de la Unión Cívica Radical, cual elemento distintivo de otros movimientos o partidos actuantes verbalmente ubicados en lo que hoy se denomina “el campo popular” o “el progresismo”; así lo indica el título de su primer libro: “Política y Ética Social. Yrigoyen y el Krausismo” (1986). Solía repetir en sus charlas la frase de Yrigoyen al Presidente de los EEUU “Los hombres son sagrados para los hombres y los pueblos para los pueblos”. Todos aquellos que deseen estudiar en profundidad los orígenes y las características –y por supuesto las diferencias- de los dos movimientos populares más importantes de nuestra historia, no podrán eludir la lectura de “Las Máscaras del Poder-Lebenshon y Cooke” que publicó en 1991.

 

Siendo presidente de la Fundación Illia, creó la revista-libro “Ciudadanos. Revista de Crítica Política y Propuesta”; Como el mismo decía, cada número está dedicado a un tema central, al que deben referirse los estudiosos y académicos invitados, que seleccionaba dentro del pensamiento progresista y democrático. La mera enunciación de los títulos muestran la importancia que Osvaldo les otorgaba dentro de su comprensión global donde ubicaba a la Argentina: “Ajuste o Democracia”, “Los Problemas Argentinos”, “Los Saberes del Político y los Políticos del Saber”, “La Revolución”, “Impactos del Imperio”, “Emancipación y Soberanía”, “El Futuro”, “Las Desigualdades” y “La Traición”. El prestigio de Osvaldo y la colaboración de Graciela Frigerio, hizo que autores extranjeros y nacionales de la valía de Alain Badiu. E. Tassin, Celso Furtado, Pierre Salama, Michel Parenti, Edgar Montiel, Francisco Jarauta, Stephane Douailler, Patrice Verneren, Klaus Diersmaier, Guillermo Vitelli, Hugo Biaggini, José Villadeamigo, Alcira Argumedo, José Eidelman, entre otros, escribieran sus opiniones. Además, los trabajos históricos puntualmente elegidos, nos muestran a Bernardo Grinspun, Alejandro Olmos, Moisés Lebenshon, Hipólito Yrigoyen, Julio Oyhanarte, Juan Domingo Perón, Arturo Illia y Crisólogo Larralde.

 

Ciudadanos se convirtió en una de las mejores publicaciones políticas de los últimos tiempos. Como las grandes obras, no alcanza con leerla, hay que estudiarla para poder comprender las cosas que nos pasan y los caminos necesarios para reencauzar la república democrática.

 

En el primer aniversario del fallecimiento de Álvarez Guerrero, editamos un número de Ciudadanos como homenaje a Osvaldo. Fue dirigido por Graciela Frigerio que, además de ser su esposa, fue su gran amiga y colaboradora. Graciela, con su dedicación ha concretado el pedido de muchos de sus discípulos. De uno de ellos, Daniel Dibene, he extraído la siguiente frase: “Dicen, desde adentro de la política, que son necesarios más cuadros militantes que se hayan formado en el análisis de la realidad. Pero para la formación son necesarios los maestros. Con Osvaldo hemos perdido al más grande, porque no sólo enseñó con palabras, sino con hechos. Pero está claro que las conductas no se comentan. Sencillamente se imitan. Eso sería hacer lo que se debe”.

 

Gustavo A. Calleja