Hoy se recuerda la vuelta de Perón y la Masacre de Ezeiza

Hoy se cumplen 39 años del regreso definitivo de Juan Domingo Perón a la Argentina. Fin de un exilio que se inició en 1955 tras ser derrocado por un sangriento golpe de Estado militar con apoyo civil.

El peronismo de Río Negro tiene baches en su memoria para evocar fechas que le son propias en su historia y sólo memoradas en el recuerdo de viejos militantes. Pero si estas lagunas mentales se suceden ejerciendo el gobierno, debe preocuparlo.

Basta algunas menciones para comprobar que desde principios de año se dejaron de lado fechas como el 24 de febrero, primer triunfo de Perón en 1946, los bombardeos a Plaza de Mayo, los fusilamientos del general Juan José Valle junto a otros militares y civiles, el triunfo electoral del 11 de marzo de 1973, la asunción de Cámpora el 25 de mayo de 1973 y otras recordaciones que hacen a la historia peronista, que vaya paradoja se encuentran recopiladas en una agenda que  elaboró el actual legislador Pedro Pesatti y que sin embargo se han olvidado.

Habían pasado 18 años de exilio y una concentración humana que se estima la mayor en la historia del país, se movilizó hasta la localidad de Ezeiza, para recibir a Juan Domingo Perón, sin pensar que había caído en una fatídica trampa. Fue una masacre premeditada y organizada por los grupos de la ultraderecha peronista para desplazar del gobierno al presidente Héctor Cámpora y controlar el poder.

Ezeiza es un hito que marcaría el inicio del enfrentamiento interno del justicialismo y el prólogo de una etapa de la vida nacional que terminó en el gobierno de Isabel Perón, López Rega y la Triple A y que tuvo como epílogo el proceso genocida iniciado el 24 de marzo de 1976.

En su libro “Ezeiza”, Horacio Verbitsky, donde investigó el desarrollo de los acontecimientos, dice que fue “uno de los momentos estelares de una tentativa inteligente y osada para aislar a las organizaciones revolucionarias del conjunto del pueblo, neutralizar al peronismo por medio de la confusión ideológica y destruir toda forma de organización política de la clase obrera”.

Los responsables de esta masacre se alinearon en la ortodoxia peronista, militares y sindicalistas que luego se convirtieron en la base de apoyo de Isabel Perón. Convergieron la Concentración Nacional Universitaria (CNU) el Movimiento Nueva Argentina (MNA) los grupos armados y de choque de los sindicatos, el Comando de Organización de Brito Lima y Norma Kennedy y los militares convocados por el coronel Jorge Osinde, amigo de López Rega.

La movilización se concentraba en el cruce de la autopista Ricchieri y la ruta 205, en el puente 12. Fue en el momento en que las columnas de La Plata y zona sur de Montoneros y FAR acompañadas por militantes de la denominada Tendencia Revolucionaria, intento tomar ubicación en cercanías del palco desplegando banderas y pancartas, cuando comenzaron los disparos con el propósito de detener la movilización.

Todo fue un caos. Nunca se supo realmente cuantas personas murieron, aunque el número oficial fue de 13 personas, hubo 365 heridos, desaparecidos y torturados. El tiroteo fue cruzado en contra de los manifestantes entre el palco del puente 12 y las arboledas del bosque aledaño.

El peronismo estalló. Poco duró el presidente Cámpora y poco a poco fueron desplazados los gobernadores considerados “zurdos” por la ortodoxia justicialista y el propio Perón, que no tardó en calificar de “imberbes” a los grupos militantes de la Tendencia, mientras se entonaban cánticos de respuesta: “Qué pasa general que esta lleno de gorilas el gobierno popular”.

La Argentina volvió a desangrarse.