Entre el asombro y el estupor ● ADN

Cuando el periodismo dio cuenta de la pelea en el Ministerio de Turismo que tuvo como protagonistas al titular del área, Rovira Bosch, y su subsecretaria Guadalupe Del Valle, conflicto del que participó el padre de la funcionaria y ministro de Obras Públicas, César Del Valle, y que además tuvo como componedor a Julián Goinhex, secretario General de la Gobernación, rápidamente surgieron voces oficiales negando el hecho y soslayando confrontamientos internos entre sectores del gobierno.

Incluso el propio mandatario le restó importancia y Rovira Bosch habló de sensibilidad del periodismo viedmense.

Poco sirvió toda aquella puesta en escena. Siempre son los hechos los que hablan por sí mismo y contradicen a los funcionarios que muchas veces pretenden tapar el sol con las  manos. El conflicto existió y aún continúa entre funcionarios enrolados con el sorismo que con denodados esfuerzos ponen en evidencia la falta de cohesión gubernamental, presionan al gobernador y siembran un sendero minado peligroso de transitar.

En el momento en que se conoció la misiva enviada por la viajera Guadalupe Del Valle a Julián Goinhex, hecha pública por Noticias, vino a la memoria las declaraciones de su padre donde públicamente muestra un gran desconocimiento del funcionamiento administrativo y luego reconoce que se reiteran adjudicaciones y pagos de obras públicas, a la usanza del gobierno anterior con funcionarios cuestionados judicialmente precisamente por el mismo procedimiento.

El ingeniero roquense reconoce que primero se convocan a las empresas para ejecutar las obras, incumpliendo toda normativa vigente, y que luego se pagan por legítimo abono. Todo muy suelto de cuerpo olvidando su participación en la verborrágica campaña electoral denunciando el mismo procedimiento.

Su hija, siguiendo esta línea de pensamiento, reconoce que durante su desempeño en el ministerio de Turismo participó de un conjunto de irregularidades, por acción u omisión, que involucra al ministro y demás funcionarios con el pago de viáticos, gastos injustificados, pasajes pagados con fondos permanentes y otros gastos. Incluso reconoce que ella desdobló un gasto para poder pagarlo, incumpliendo el artículo 41 del reglamento de contrataciones, decreto 1737/98, anexo 2º, un delito.

Estos hechos surgidos en Turismo fueron señalados por  ADN  y son  un secreto a voces en pasillos oficiales pero siempre tienen destino de ocultamiento, un estilo ya habitual en la gestión gubernamental.

Este silencio es acompañado por la pereza de fiscales  que siempre leen el diario equivocado.

¿Podrían definirse estos hechos como aislados, producto de casualidades y azarosos? Esta pregunta debe responderla en primer término Alberto Weretilneck para definir la conducta de sus funcionarios  ¿El gobernador estaba al tanto de esta denuncia? ¿Fue informado por Julián Goinhex? ¿Por qué Guadalupe Del Valle no le comunicó la situación a su gobernador cuando fue desplazada del cargo?

Siempre se ha dicho que en política no hay casualidad, sino causalidad. Es un juego entre halcones y palomas, entre amigos y aliados. Martín Soria es recurrente en sus críticas públicas a Aguas Rionegrinas, pero en la intimidad es severo con casi todo el gobierno.

No actúa de la misma manera la principal aliada del intendente de General Roca, la legisladora Ana Piccinini, quien con su impronta clásica  declaró que el gobierno de Weretilneck no transita por el derrotero prometido por el extinto Carlos Soria, haciendo público el inicio de un distanciamiento con la gestión oficial.

Se abren brechas que en el corto o largo plazo repercutirán negativamente en el seno del Ejecutivo.

Vendrán tiempos en que el gobernador tendrá que poner en evidencia no sólo sus cualidades de administrador sino sus dotes de piloto de tormenta. Lo peor que podría sucederla es negar la realidad.