De corruptos, vagos, ñoquis y otras yerbas…● ADN

El prejuicio con que llegó al Estado el actual gobierno y calificar a tabla rasa a toda la administración y a la propia ciudad de Viedma, de corruptos, vagos y ñoquis, tiene hoy consecuencias que parecieran irreversibles en la capital provincial.

El nuevo gobierno confundió a los funcionarios radicales y del gobierno pasado con la administración pública en general y con Viedma en particular.

No apreció que detrás de la denuncia de corrupción en organismos estatales existían empleados de carne y hueso; en cada empresa castigada por trabajar con la administración radical, trabajan obreros con familias y que con los proveedores del Estado –a quienes no le pagan sospechados de complicidad- trabajan empleados que hoy tienen resentidos sus ingresos.

Todo está interrelacionado y hoy en la capital provincial la crisis impacta con dureza.

Fue necesario que el Indec diera a conocer las cifras de desocupación, que son preocupantes, para que estos datos oficiales no hicieran otra cosa que validar los comentarios que a diario se escuchan en cualquier hogar viedmense, donde hay un pariente que perdió su trabajo en el Estado, un padre que no cobra más el adicional que sumaba esperanzas a su sueldo, un sobrino que trabaja en la construcción y ya no cobra un centavo porque a la empresa que lo contrató no le pagan los certificados de obra desde el año pasado, o una hermana que ahora trabaja medio turno en un comercio de la ciudad porque las ventas cayeron a valores no vistos desde el 2001.

El FpV arrasó con su discurso de vagos y ñoquis, con afirmaciones del propio ex gobernador Carlos Soria que sostenía que un tercio de los empleados sobraba, discurso que contó con la adhesión del actual ministro de Gobierno Hugo Lastra.

Aquel patético “lápiz Rojo” del candidato presidencial radical Angeloz, imitado por una administración que se jacta de peronista, ya no admite valoración alguna.

Cada organismo que termina de revisar sus plantas de personal para elevar a la Función Pública, llega a la conclusión que no sobran agentes públicos, es más muchas sugiere que le faltan empleados.

Aún faltan resolver los contratos prorrogados hasta el 31 de julio y sólo algún irresponsable puede imaginar seguir con el “lápiz rojo” para sumar desocupados y más aún con el argumento de que son militantes radicales, ya señalados en las listas negras.

Aquel discurso de vagos y ñoquis fue una irresponsabilidad y es de esperar que la actual administración analice reparar esta situación.

Hay desprotección, se bajaron todos los programas de asistencia, no hay contención, las tomas de terrenos son protagonizadas por desocupados, hijos de desocupados que ya no pueden vivir con sus padres, obreros que perdieron su trabajo en la construcción y empleadas domésticas con subempleo, más allá de que el gobierno denuncie que todo está organizado.

Es cierto, los organizó la marginación y la subsistencia.

En Viedma la actividad comercial cayó entre un 30 al 50 por ciento, en la construcción en más de un 50 por ciento, los empleados públicos pierden la antigüedad y adicionales por función y la angustia domina tanto a los agentes de planta permanente como contratados. La masa salarial que se volcaba mensualmente decayó sensiblemente. Sólo aumentaron los sueldos de los funcionarios.

A esto hay que sumar el incremento de los impuestos inmobiliario, automotor y el servicio de agua potable.

Viedma está paralizada, atemorizada, pero lo peor es que Viedma está triste.