Confirmarían condena de más de tres años de cárcel por portación de arma

Juan Peralta, fiscal general

Bariloche (ADN).- La Justicia provincial confirmaría la sentencia de tres años y seis meses de prisión que la Cámara Segunda en lo Criminal de Bariloche impuso a un hombre por el delito de portación ilegal de arma de guerra.El fallo quedaría ratificado si prospera lo dictaminado por el fiscal general subrogante Juan Peralta, quien naturalmente es uno de los dos fiscales de la Cámara en lo Criminal de Viedma.

La sentencia del 14 de octubre del año pasado contra O.H.G (su identidad no consta en el expediente judicial) fue recurrida por la defensora oficial Mónica Rosati y sostenida por la defensora general, María Custet Llambi.

La defensa planteó la nulidad del procedimiento por el que se detuvo y requisó al acusado, afirmando que el personal policial no estaba legitimado para proceder a la detención ni para realizar la posterior requisa.

Argumentó que no existían circunstancias debidamente fundadas que autorizaran a la autoridad policial a interceptar y detener a un ciudadano en la vía pública y a requisarlo sin orden judicial., concluyendo que “el procedimiento por el cual se detiene y requisa a G. está viciado desde el inicio, resultando ilegales tales actos y los que de ellos derivan.

Uno de los policías dio “sobrados motivos que justificaban la sospecha motivante de la identificación, luego convertida en detención”, porque “se trató de personas merodeando frente a un negocio por el que pasaron repetidamente y que en este caso asumen actitud huidiza al detectar al agente policial en prevención”.

Durante el juicio aseveraron ambos que estando realizando tareas como mecánicos de una empresa local de transporte de pasajeros vieron como saltaban de un camión con grúa dos policías uniformados, como del BORA e interceptaban a dos sujetos masculinos jóvenes.

Agregaron que “luego cayeron los otros policías en apoyo, de los cuales se distinguían aquellos que vestían distinto y los llamaron para hacer de testigos de los que se secuestraba. Que recordaban que era un revólver, sin poder dar mayores precisiones, pero reconocieron el arma secuestrada. Situación que se patentizó a través de fotografías  y el reconocimiento en sala”.

Peralta describió porqué resulta razonable la labor desplegada por los agentes, quienes tras ordenar a ambos sujetos abordados mediante el vocablo “alto”, estos reaccionaron colocando sus manos en alto y al momento de proceder al registro personal, ante tal actitud pasiva de aquellos, se desencadenó una situación que “inevitablemente debe ser contrarrestada por el agente … mediante el forcejeo con G. a fin de poder desarmarlo y neutralizar cualquier clase de ofensa por éste último”.

“Se encuentra fundada la motivación que invitó la sospecha del agente …, puesto que los sujetos deambulaban sin destino frente a un negocio al cual pasaron reiteradamente, adoptando una actitud esquiva al encontrarse con el agente del BORA y amagando en la parada de un colectivo que nunca tomaron”, indicó el funcionario judicial. (ADN)